La productora británica Hammer productions había sido fundada en 1934 por James Carreras, cesó su actividad durante la Segunda Guerra Mundial pero tras la guerra produjo thrillers de bajo presupuesto y poco éxito. Su primer gran éxito fue
El experimento del doctor Quatermass (1955)
Basada en una miniserie de 6 episodios de la BBC, El experimento del doctor Quatermass mezclaba ciencia ficción, terror, suspense y un mad doctor. El director Val Guest fue el encargado de dirigir con mano maestra esta pequeña joya con un presupuesto ridículo pero unos resultados notables. ¿De qué va? Una nave británica regresa del espacio con un único superviviente de los tres tripulantes iniciales, dicho superviviente parece haber sido poseído por un ente extraterrestre que puede acabar con todo el planeta Tierra. A raíz del enorme y sorpresivo éxito de este film, la Hammer se dio cuenta que el terror y la ciencia ficción eran géneros que todavía podían dar grandes beneficios ya que seguían contando con el beneplácito del público. Hubo 2 secuelas de menor interés: Quatermass 2 (1957, Val Guest) y ¿Qué sucedió entonces? (Quatermass and the Pit, 1967, Roy Ward Baker).
La maldición de Frankenstein (1957)
El cine de terror gótico empezó su exitosa andadura con esta nueva versión de la novela de Mary Shelley a cargo del director Terence Fisher. La maldición de Frankenstein supuso el regreso a las pantallas de los monstruos clásicos que la Universal ya había rentabilizado décadas antes. La maldición de Frankenstein fue también la primera de una serie de 5 películas que Fisher dirigió sobre el famoso doctor Frankenstein interpretado por el siempre genial Peter Cushing. Hay que recordar que el protagonista de esta saga no es el monstruo sino el doctor Frankenstein quien en cada película crea una nueva criatura. Con el paso del tiempo el Frankenstein de Cushing está más obsesionado con sus experimentos y es más cruel, capaz de cualquier cosa por llevar a cabo sus planes. Como sería habitual, la fidelidad a la fuente literaria brillaba por su ausencia. En esta primera película el monstruo fue interpretado por un desconocido e irreconocible bajo capas de maquillaje Christopher Lee, así se formó el tándem Cushing/Lee, una de las parejas más míticas del cine de terror. En las 4 siguientes películas hubo de todo: monstruos peludos, trasplantes de alma y hasta una criatura femenina de bastante buen ver (la conejita Playboy Susan Denberg en Frankenstein creó a la mujer).
Como dato curioso, David Prowse interpretó al monstruo en Frankenstein y el monstruo del infierno (1974) tres años antes de ser Darth Vader en Star wars, donde coincidió nuevamente con Peter Cushing quien interpretaba a Moff Tarkin. Por cierto, en Rogue One recrearon digitalmente la angulosa cara de Cushing, fallecido en 1994.
Drácula (1958)
La Hammer encontró un filón de oro explotando los personajes que ya habían triunfado en el Hollywood de los años 30 y 40. Terence Fisher dirigió nuevamente a Christopher Lee y Peter Cushing creando una nueva iconografía del vampiro más famoso de la historia. Esta vez sí se muestran los colmillos de Drácula así como las mordeduras en el cuello de sus víctimas. La fotografía en color fue decisiva al mostrar el rojo intenso de la sangre, algo que en la versión de Bela Lugosi hubiera sido impensable tanto técnica como comercialmente. Frente al hierático vampiro de Lugosi, el Drácula de Christopher Lee era mucho más físico, casi lascivo, teniendo siempre predilección por las bellas señoritas, cuanto más voluptuosas mejor. Qué pillín.
Las novias de Drácula (1960)
Tras el éxito de Drácula, la Hammer se lanzó a exprimir la vena vampírica. De todas las secuelas mi favorita es Las novias de Drácula a cargo del director estrella de la Hammer: Terence Fisher. No aparece Christopher Lee, quien inicialmente no quería encasillarse en el personaje. Lee fue sustituido por un actor bastante insulso, pero el film es claramente superior, amén de ahondar en la vertiente erótica del mito vampírico. Sí aparece Peter Cushing dando otra lección interpretativa como el mejor Van Helsing de la historia. En Las novias de Drácula, Fisher trasgredió todos los tabús que pudo: el villano vampiro (David Peel) era rubio, amanerado y estaba castrado psicológicamente por su madre. Finalmente se liberará (en una escena que huele a incesto) y morderá en el cuello a Van Helsing (en una escena que huele a homosexualidad) mientras se deja querer por las novias de Drácula (cuya sola presencia ya destila erotismo). Así pues, Fisher muestra a la puritana sociedad británica un buen número de temas prohibidos en la época, todo ello bajo la apariencia de una inocente cinta de terror.
Christopher Lee fue La Momia (también de Terence Fisher, 1959) para volver a interpretar al conde vampiro en las siguientes entregas: Drácula, Principe de las tinieblas (1966), Drácula vuelve de la tumba (1968), El poder de la sangre de Drácula (1970), Las cicatrices de Drácula (1970) y Drácula 73 (1972). Como vemos, Christopher Lee cayó en el encasillamiento que tanto evitó inicialmente y hasta en la serie B más casposa. Sirvan de ejemplo los films de Jess Franco tipo El conde Drácula (1970) o toda su infumable saga sobre Fu Manchú. Eso sí, fue uno de los mejores villanos de la saga de James Bond en El hombre de la pistola de oro (1974). Al final de su vida la figura de Christopher Lee fue justamente reivindicada por directores como Tim Burton, George Lucas (quien le dio el personaje del conde Dukku en un claro homenaje a su conde Drácula) o Peter Jackson (quien le reservó el personaje de Saruman).
Por su parte, Terence Fisher dirigió para la Hammer otro buen montón de títulos como El fantasma de la ópera, La momia, La maldición del hombre lobo, Las dos caras del Dr. Jeckyll, El perro de Baskerville, La medusa y un largo etcétera. Si bien las películas de La Hammer no tienen la poesía visual de los films de terror de la Universal y sus efectos especiales nos parecen hoy ridículos, no están exentas de cierto encanto. Sus colores saturados y sus ridículas premisas para revivir a Drácula o para acabar con él (desde quedar atrapado en una rueda o enredarse en una zarza) siguen siendo memorables. Lamentablemente, al igual que ocurrió con la Universal, la calidad de sus películas pronto decayó para caer en la auto parodia involuntaria en los años 70.
El erotismo y la chicas ligeras de ropa fueron ganando protagonismo en las producciones de la Hammer de ciencia ficción. La diosa de fuego (1966) tuvo como protagonista a Ursula Andress poco después de dejar al personal masculino sin respiración cuando sale del agua en Doctor No. Hace un millón de años (1966) tuvo como reclamo la escultural presencia de Rachel Welch y sus bikinis hechos con pieles. Lo cierto es que Welch y los alucinantes efectos especiales de Ray Harryhausen son lo más recordado de esta película. Aunque para bikini escueto el de Victoria Vetri en Cuando los dinosaurios dominaron la tierra (1970).
Drácula y Las Mellizas (Twins of evil, 1971)
La cosa degeneró (a la par que la calidad y el presupuesto iban en claro detrimento) en films de terror como Las amantes vampiros (The vampire lovers,1970), Lust For a Vampire (1971) , Drácula y Las Mellizas (Twins of evil, 1971). Las 3 forman la trilogía sobre los condes Karnstein, inspirada en la novela Carmilla de J. Sheridan Le Fanu, que ya había adaptado Dreyer en Vampyr, la bruja vampiro (de la cual ya hablamos aquí). Ya desde su mismo título confirman que la combinación de terror y sexo tenía un innegable gancho para el público. Mi favorita de las 3 es Drácula y las mellizas básicamente porque Drácula no aparece en la trama (cosas de las traducciones) y Peter Cushing hace de fanático religioso con afición a quemar en la hoguera a bellas señoritas. El hecho de que las mellizas del título fueran interpretadas (es un decir) por las gemelas Mary y Madeleine Collison (las primera gemelas playmates) añadió todavía más morbo al film. También cabe destacar por su sensualidad (más que por sus cualidades cinematográficas) La condesa Drácula (1971) con Ingrid Pitt . Como vemos, la Hammer cayó en clara decadencia abusando del sexo como reclamo. Tanto que llegó a desaparecer.
La mujer de negro (The Woman in Black, 2012)
Como si uno de sus vampiros se tratara, Hammer Film Productions llevaba cuatro años intentando volver a la vida. Lo intentaron con el film directo al mercado casero, Beyond the Rave (Matthias Hoene, 2008), que proponía una peculiar visión sobre el mito vampírico, que tantos beneficios le había proporcionado. Siguió el remake de Déjame entrar (‘Let Me In’, Matt Reeves, 2010) y films menores como La víctima perfecta (‘The Resident’, Antti Jokinen, 2011), o Wake Wood (David Keating, 2011). Sin embargo, la cosa mejoró bastante gracias a ‘La mujer de negro’ (‘The Woman in Black’, James Watkins, 2012), que consiguió hacer pasar un buen mal rato a los amantes del terror clásico. Puede que la presencia del inexpresivo Daniel Radcliffe (recién salido de la saga de Harry Potter) llamara la atención, pero Radcliffe es lo peor del film. En La mujer de negro James Watkins rememora esas viejas historias de apariciones y la plasma de forma efectiva pero sin abusar de moderneces ni trucos baratos. El film tiene una gran atmósfera y no abusa de los ruidos ni sustos para sobresaltar al público. Se podría interpretar como un homenaje a esas primeras producciones de la Hammer.
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