Tras abrir la Caja de Pandora del año 1989 con el Doolittle de los Pixies el pasado lunes, le llega el turno a otro de mis discos de cabecera en aquellos primeros tiempos en donde ‘curtir el oído’ significaba ‘pelarse’ las clases de Dibujo y Escultura para descubrir un mundo nuevo en el parking de la Facultad de BBAA. Muchos discos me dejaron con la baba colgando, ¡MUCHOS!, el Siamese Dream, Welcome To The Sky Valley, Sailing The Seas Of Cheese, Vulgar Display Of Power, Dirt, Blood Sugar Sex Magic, Badmotorfinger, Kejanzo, Time’s Up, RATM, Nothing’s Shoking, Portrait Of An American Family, The Reality Of My Surroundings, La Sexorcisto: Devil Music Vol. 1, etc, etc, etc. La lista es interminable, chupamos mucho coche sintiendo ese sentimiento y excitación implícitas de ser practicamente contemporáneo de la publicación de muchos de los discos que cito y, obviamente, The Real Thing (1989), el tercer disco de estudio de Faith No More, fue uno de los que se gozó a un volumen considerable a través de los desgastados altavoces de mi Renault 18…
‘Partiendo de la Nada’ salió esta obra maestra indiscutible…
Haremos un poco de historia. Tras dos discos que pasaron sin pena ni gloria como We Care A Lot (1985) e Introduce Yourself (1987) con el alcoholizado Chuck Mosley frenando la proyección de cuatro talentos indiscutibles como Jim Martin (guitar), Roddy Bottum (Keyboards), Billy Gould (bass) y Mike Bordin (drums), la banda estaba muy hasta las pelotas y fue Jim Martin el que propuso a un hiperactivo tipejo que empezaba a dar mucho que hablar con una banda de endiablado crossover llamada Mr. Bungle. Mike Patton era su nombre. La química funcionó mejor de lo esperado pues el sobrado nuevo frontman de FNM se comprometió a escribir las letras de todo el disco y en menos de dos semanas ya estaban empastadas practicamente con todos los temas compuestos. El torrente de creatividad e inspiración era inagotable en aquella época para los de San Francisco mezclando con absoluto desparpajo y maestría estilos tan dispares como el hardcore, soul, trash metal, funk, jazz, progresivo, hip hop, música circense, etc, saliéndoles por el camino composiciones que hoy en día son imprescindibles para entender la escena ‘crossover’ de finales de los 80’s con Jane’s Addiction, Fishbone, RATM, Fishbone, Primus o Red Hot Chili Peppers.
«From Out Of Nowhere» abrían con muchísima intensidad y arrojo, un tracklist imbatible, «Epic» se convirtió por derecho propio en su himno definitivo, una composición llena de giros estilísticos pasando con mucha chulería de los rapeados y el funk a los ataques trash a la sexta cuerda de Martin y esas líneas de teclados 80’s de Bottum. «Falling To Pieces» tiene ese musculoso y omnipresente bajo de Gould marcando el ritmo junto a las reconocibles teclas de Roddy. Patton se mueve como pez en el agua, hace lo que le da la gana con sus cuerdas vocales, se gusta, es capaz de todo con ese timbre nasal tan carismático. El venazo trash metal de Jim Martin tiene en «Surprise You’re Dead» su mayor exponente, un tema esquizoide por parte de Mike y de clarísima cadencia Slayer. Jim nunca se sintió a gusto en FNM, y menos con la entrada del poliédrico Patton pero con este tema tuvo que disfrutar como un cosaco. Tras la tormenta llega cierta calma con el dramatismo progresivo de «Zombie Eaters» que da paso a una de las composiciones que más definen el imposible encasillamiento estilístico de los de San Francisco, «The Real Thing» es una brutal obra maestra que representa al 100% lo que son FNM con esa amalgama de estilos tan bien fusionada. «Underwater Love» le da fino al funk metal, incluso al pop. Nos acercamos al final, «Woodpecker From Mars» es una tremebunda instrumental tan bizarra como iluminada de muchos colores que sirve de antesala perfecta a una de las mejores covers que se han hecho de un tema de Black Sabbath y sí, lo sabéis, estoy hablando de «War Pigs». «Edge Of The World» deja atrás las oscuridades metaleras siendo el epílogo perfecto con una canción de base jazzy, muy elegante, con un piano y un bajo predominante que se lo ponen muy fácil para que Patton se vuelva a lucir con otra interpretación vocal exhuberante, diversa y muy divertida.
Quizás la obra maestra llegó años después con Angel Dust (1992), la banda maduró, ofreció un tracklist más serio y todavía más heterogéneo si cabe pero la expontaneidad y el chulesco desparpajo de The Real Thing tuvo pocos rivales en aquel año de 1989…
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