Al fin tuvimos reunión de Guns n Roses. Yo die hard fan de la banda y fan acérrimo del «Appetite for destruction» decidí hacer novillos de su paso por la piel de toro. Cosas de uno. Ya los vi un par de veces allá a principios de los noventa y con ese recuerdo me quedo a pesar de que las críticas son bastantes buenas de lo que la banda es capaz de ofrecer en directo aún. Mientras nos tienen en ascuas con las conjeturas de si habrá o no disco nuevo, si seguirán siendo amigos, bueno más bien de los billetes que les ofrecen por tocar juntos o si de nuevo volveremos a las caras largas por separado. Slash es sin duda quien mas favorecido por público y prensa ha salido siempre de la familia de las pistolas y rosas. Vale. Seguramente es nuestro querido Izzy. Pero es que él es un caso aparte, una forma muy sui generis de entender la vida del rock y el éxito. Mediáticamente, la tarta se la reparten Axl y el guitarrista de los rizos y el sombrero de copas. No nos engañemos. Las simpatías generalizadas se las lleva este último. Y además las cosas como son. El tipo no para de currar.
Vuelve a la carga con otro disco junto a Myles Kennedy y The Conspirator. No os voy a engañar. Para mi los dos primeros que sacó en solitario con los Snakepits son mis favoritos. Aún primaba ese rollo hard rockero angelino de que tuvo tanta culpa. A los siguientes le tuve que ir pillando el rollo poco a poco. Pero se lo acabé pillando. Kennedy es un pedazo de vocalista y la verdad es que se ha convertido casi en santo y seña de la forma de sonar del guitarrista. «The call of the wild» que abre el disco tiene ese sonido propio y un Myles que a mi me suena a gloria. Escuchad el estribillo si no me creeis. Ojo al riff de «Serve you right» y a esa batería, muchísimo ritmo y fuerza añadida. «My antidote» tiene un rollo muy Guns n Roses/Snakepits musicalmente hablando, no tanto en la voz. «Mind your manners» es un pepinazo rockero en toda regla, veloz, sucio y de regusto clásico. «Lost inside girl» es un medio tiempo, momento para el lucimiento vocal y del solo de Slash. Una gran canción.
Escucha «Read between the lines» esa guitarra te traerá mil recuerdos del mejor rock and roll. «Slow grind» posee un rollo más crudo, saliendo Myles airoso durante todo el disco de cualquier registro en el que se meta. Llega la balada, «The one you loved is gone», apergios, feeling, estupenda. La fuerza vuelve a todo volumen con «Driving rain» cuya guitarra me vuelve a recordar de donde salió Slash. «Sugar Cane» también mantiene ese halo, marca de la casa a fin de cuentas. La fuerza que desprende el estribillo es mérito del vocalista y al escuchar la guitarra no puedo evitar recordar a Slash tocando «Are you gonna go my way». Lucimiento de las seis cuerdas con el toque de «The great pretender» y será que estoy demasiado sugestionado pero a mi me viene a la cabeza «Don’t cry» a ratos. La magnífica «Boulevard of broken hearts» pone punto y final a un muy buen disco de hard rock que suena a lo que debe de hacerlo. Eso si, vaya portada más fea Slash.
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