Mercury Rev están celebrando el 20º aniversario de su aclamado disco Deserter’s Songs con una serie de conciertos semi acústicos que les llevó ayer a Las Armas. La cosa prometía. Mercury Rev es un grupo inclasificable que parece establecido en el caos, pero sus conciertos nunca defraudan. El formato semi acústico para un repertorio tan bello y singular como su Deseter’s songs era todo un riesgo. Había que ver cómo se las iban a apañar para reproducir en vivo los coros y los complejos arreglos del disco. Tampoco el orden original de los temas del disco es muy dado al directo. Sin embargo, Mercury Rev demostraron una vez más su inteligencia y su osadía. Presentados como cuarteto (2 guitarras eléctricas, unos teclados y la acústica de Donahue) no hizo falta nada más para ponernos la piel de gallina. Tocaron las canciones de Deserter’s songs, pero en otro orden, algo que hizo ganar enteros al concierto. El tremendo inicio con The Funny Bird nos demostró que iban a primar lo intimo y delicado. Como bien apuntó Jonathan Donahue, al desnudar las canciones las pudimos disfrutar en su estado original, tal y como fueron compuestas. La belleza de sus composiciones se apoderó de la sala y nos puso el corazón en un puño. Tanto que el respetable permaneció en silencio y hasta la barra del fondo de la sala redujo notablemente su murmullo. Debo destacar que la voz aflautada de Jonathan Donahue ha ganado algo de cuerpo y no suena tan aguda, algo que incluso me pareció positivo. El tipo no ha perdido un ápice de magnetismo sobre el escenario, sigue con sus miradas y sus poses de extraño dandy alienígena. Uno tras otro fueron cayendo los temas de Deserter’s songs intercalados con impagables anécdotas a cargo de un empático Donahue. Escucharle narrar la gestación de Deserter’s songs tras el batacazo que supuso See you on the other side (1995) o cómo les sacó del pozo la llamada de The Chemical brothers (de los que no había oído hablar) es algo inolvidable. Todo el concierto estuvo a un gran nivel, no hubo parones ni bajones de interés. Del repertorio yo destacaría I Collect coins (en la que Donahue nos mostró su destreza con la sierra musical), Holes, Endlessly, Tonight it shows, Goddess on a higway y el atronador final de Opus 40. Hubo tiempo para versionar el Here de Pavement y hasta el Sea of Teeth de Sparklehorse, excelentes temas ajenos que denotan la humildad del tandem Donahue -Grasshopper. Incluso atacaron un tema propio que no es de Deserter’s songs pero podría haberlo sido, me refiero a esa joya llamada The dark is rising que sirvió de lisérgico broche final. Fueron unos escasos 75 minutos intensos y hermosos, más que suficiente para dejar un excelente sabor de boca.
Puedo aseguraros que, tal y como esperábamos, la de ayer fue una noche mágica.
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