A veces la vida parece hecha a posta. Llámalo energía, llámalo… como dice el espetero. Es broma, pero lo cierto que hay ocasiones en que se da todo perfecto. Conozco de casualidad un grupo, escucho un par de canciones, me quedo con ganas de más, contacto con ellos, buena gente y, qué casualidad, bien pronto tocan en Logroño, en un garito de los que molan. Ni hecho a medida. Northagirres, la banda. Corte fino, el EP. 13 de julio, la fecha. 22, la hora. Bar Stereo, el lugar. Un, dos, tres… ¡Vamos!
La vez. Empieza un punteo solitario que podría haberlo escuchado en algún disco de Barricada, o de mis coleguis de Cuarentena, hasta estallar todos los instrumentos en un par de garrotazos. El órgano se acopla perfectamente a las guitarras y la batería lleva un ritmo muy rockero. Al entrar en las estrofas, pasamos a un sonido muy clásico, un rock desde los orígenes, a lo Rolling Stones. Ahora que lo pienso, esta batería podría hacerla Charlie Watts. El piano revolotea por encima de la melodía, más cruda y monolítica, de guitarras y bajo. ¿hay algo mejor que cuando un batería da el ritmo sólo con el charles y la guitarra bosqueja unas notas? Todos sabemos que va a golpear como una apisonadora, y va a ser muy pronto. ¡Los míos no acudirán / tenían plan!
Norte y sur. Me han leído la mente estos muchachos (y muchacha). Toquecitos al charles y la guitarra esbozando algo, ni diez segundos y se lanzan como caballos desbocados. Es, con todo respeto, como viajar en el tiempo. Parece que estoy escuchando una banda de los 60/70, cruda en su base, con una batería trallando como las hélices de un transatlántico, un teclado que se lleva el silbido que se te queda dando vueltas en el coco y unos punteos… a lo Lynyrd Skynyrd en Free Bird. Por debajo de la distorsión, viene el bajo hecho un obús. Ahora que lo escucho bien, la voz tiene un aire a la de Yosi de Los Suaves. ¿Qué no? Antisocial al canto.
Cuéntales. Aquí baja un poco el tempo, me recuerda a Dr. Trotski, como si la canción naciera de una guitarra acústica y la voz y se fueran añadiendo el resto de instrumentos a la melodía. La batería da mucho énfasis al estribillo con el doble toque a la caja. Tengo en mente alguna canción de Los Rodríguez de mediados de los 90, Sin documentos por ejemplo. Una balada rockera de poso amargo y a medio tempo.
Anoche vendí mi coche. Este comienzo es más rockero al uso, se parece un poco a La vez, con un poco que trae a la mente a los Stepperwolf. ¡Born to be wild forever! La ventaja de tener tres guitarras es que puedes hacer tres punteos diferentes y, teniendo una buena base rítmica batería-bajo, vas hecho un misil. Tiene un aire a Bad seed de MetallicA, pero con un poso de rock añejo garajero, como si a los de San Francisco los versionara Jerry Lee Lewis “The killer”.
Lo pactado. Esta es otra de las canciones que viajan en el tiempo. Credence Clearwater Revival en estado puro, Moon Rising con las guitarras de keep on rockin’ in the free world de Neil Young. La voz a lo Jagger, la actitud ramoniana… esta banda es un compendio de lo mejor que ha dado la música americana las 6 últimas décadas. Lo que he dicho, un viaje en el tiempo sin escalas por la historia del rock and roll. Desde el Hellter skelter de los Beatles (del que toman la presencia de un bajo atronador pasando como una excavadora entre batería y guitarras) hasta el Take shelter de los Rolling.
La boca rota. No puedo creerme que estemos terminando. Última parada, vamos a dar lo mejor en el sprint final. Se nota la influencia de la Credence una barbaridad en está. Tiene otro tempo, otro poso que huele a sala de billar y sabe a pinta de cerveza negra con chupito de Jack etiqueta negra, pero si rascas un poco la superficie, ves Proud Mary, por ejemplo. No sé por qué, pero el estribillo de On The Turning Away, coreado a voz en grito por Pink Floyd, también se convierte en un paralelismo recurrente. No quiero ser reiterativo, pero es que la voz y los coros, en todas las canciones, se parecen a los Rolling. Hombre, en los años que llevan los británicos partiendo cuerdas por ahí, han hecho demasiadas canciones como para que sea una injusticia encasillarlos en unos pocos rasgos, pero la influencia, también es indudable. Gran despedida del disco con ese Ya no hay nada que hacer que muta en un na na na na na… y van despareciendo gradualmente como si cabalgaran hacia el atardecer.
23 minutos de música intensa. Puro rock con poso, con influencias claras pero un carácter único y, sobre todo diversión. El rock & roll nacio para divertir y para disfrutar, y the Northagirres han entendido perfectamente eso de I know, it’s only rock&roll, but I like it.
Última parada, enlaces de la banda.
https://www.facebook.com/thenorthagirres/
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