Ruben-ciano y su compinche Jorge del Río Martinez se presentan en su espacio sin zarandajas. Tienen poco más de metro y medio cuadrados cubiertos por una alfombra sobre la que se mueven descalzos y alrededor estaremos entre cincuenta y sesenta personas, juntitos aunque no apretujados oscilando el busca del alcance del ventilador que nos está dando la vida. A media luz, ellos de negro, se crea al instante una intimidad artistas-público, como si todos formáramos parte del espectáculo.
Sin más dilación, y sin haber interactuado con nadie exceptuando alguna sonrisa o algún guiño puntual, se lanzan a por el tracklist, con Jorge del Río Martinez recién sentado en su cajón.
Kaiowas. No conseguía recordar de quién era esta canción. Es de esas melodías que se te quedan pululando en el cerebro y te torturas tratando de recordar. Una guitarra acústica poderosa, Ruben-ciano calentando los dedos, saltando en el lugar y conectando con los espíritus, como si fuese un chamán sioux. Pese a lo austero de la propuesta, el cajón y las cuerdas logran una especie de alquimia que se apodera del lugar, y durante un par de minutos, parece que los corazones de todos los presentes latan a la vez.
¿Qué te pasa? Después de una presentación rápida, con un paridas marca de la casa, se lanza con una de las que conozco. Ya que no sé ni cuántos meses llevaré ni si fondo tocaré / la incertidumbre me está matando / emprenderé una vida de sencillez, de cara a cualquier pared / o entre cartones pernoctando. No he valorado en su justa medida esta canción. Después de haberlo entrevistado y conocerlo, esta canción tiene un poso mucho más profundo.
Personal Jesús. Lo digo y lo repito, el hecho de que emplee el humor para conectar con la gente no minusvalora la calidad de esta canción. Johnny Cash le hubiera aplaudido si hubiera estado en The Corner Coffee con nosotros.
Coser y cantar. Nueva pieza entre nosotros. Un juego de palabras, empleando coser y cantar como sinónimo de agilidad, de suerte, de circunstancias favorables, y lo que hace es una alegoría a precisamente todo lo contrario, al trabajo duro y a la lucha diaria por mejorar y por lograr las metas.
La prima de riesgo. Todos conocemos a Riesgo, que está de portero en el Eibar, pero nadie le había cantado a su prima. Otro claro ejemplo del sistema Ruben-ciano. Parece un chiste sin más, pero encierra una canción muy punk, entre la rabia indignada y la resignación, sobre esta serie de catastróficas desdichas que se empeñan en llamar crisis, pero donde no todos pierden.
No quiero ir a la escuela. Un gran letrista este pradejonero. Si oyes las dos primeras estrofas por encima, en vivo, en un concierto entretenido y dinámico te quedas con el cachondeo, pero al oír el estribillo de repente se te borra la sonrisa de la cara. El bullying no es un chiste, y esta letra, cuando menos, da que pensar.
Bella Ciao. Ahora que se ha ido poniendo de moda por razones televisivas, siempre mejora oír la versión en castellano, sobre todo si es a viva voz.
Nuevos dichos impopulares. Momento para la improvisación y la interacción con el público, y unas buenas risas que cayeron por el camino.
Rabel. Lo bonito que tiene ser un ignorante es que siempre puedes aprender algo. Resulta que en la edad media había un instrumento musical que se llamaba rabel. Era algo así como una especie de violín de tres cuerdas, pero se tocaba como un violoncello, y el sonido era también de cuerda frotada, pero más cavernoso. Ruben-ciano nos dio una lección de historia de la música y, empleándolo como entradilla, nos hizo reproducir fonéticamente su sonido mientras cantaba. Un rato muy entretenido.
Quiero verte. Otra de las que yo no conocía. Lo cierto es que el concierto va sobre raíles y lanzado, y es muy difícil mantener la mente centrada.
Lau teilatu. Versión en euskera de la que he tenido que buscar la traducción inmediatamente. Las manos de Ruben-ciano vuelan sobre las cuerdas. La base melódica implica varias cuerdas a un ritmo frenético y la mano izquierda… hay que fijarse muy despacio para intentar entresacar cómo está haciendo que suene tan bien. Pues encima de todo eso, canta, y además en una lengua que no domina.
Maltrato a granel. Otra de las nuevas. Reconozco que empiezo a estar un poco obnubilado, demasiada información en poco tiempo. Entre guitarra y percusión han formado una mezcla sónica que se está metiendo a todo el mundo en el bolsillo, y todos los presentes en The Corner Coffee estamos entregados y pidiendo más.
Lo encuentro. Imagínate al jovenzuelo Ruben-ciano tirando la mochila por la ventana a las cinco menos diez y saliendo como una moto de clase para buscar al tipo que daba caramelos con droga en la puerta del colegio. Nunca lo dio, pero el trauma ha servido para que nos arroje unos cuantos en cada concierto. Y qué ricos están. Más allá de eso, agradecer la dedicatoria. Esta canción me hace pensar mucho. Qué futuro nos viene y qué vamos a dejarles a la siguiente generación.
Haciéndome mayor. Otra recién incorporada. Voy a tener que darle unas vueltas más para poder hacer un juicio justo a la canción.
Hacer el amor. Qué sonrisita más tonta se nos pone a todos nada más oír el primer rasgueo a las cuerdas. Ese momento Ruben-ciano vestido únicamente con la protección precipitándose desde un primer piso me sigue matando. Es como un chiste de Barragán, que siempre hace gracia, aunque lo hayas oído veinte veces. Corre, corre, que viene mi padre.
I wanna kill. Me alegra saber que hay gente aparte de mí que no ve televisión. En tema películas y series no entro, pero entre informativos escritos por jefes de prensa y al menos 16 horas al día de amarillismo vomitivo, hace mucho que mi tele es un pisapapeles más.
Bye song. Se hace muy corto, pero los músicos empiezan a evidenciar síntomas de cansancio. Que también son personas y tienen que descansar.
Egocéntrico. Los alaridos de los allí presentes (mis dotes innatas de cabrero incluidas), obligan a los artistas a darnos una más. Percusión a un ritmo trotón, la guitarra volando por encima. Un finalón digno del concierto.
Mientras todo el mundo se despide y el local va poco a poco despejándose, me quedo asimilando lo que acabo de ver y repasando mentalmente lo que está a punto de suceder.
ENTREVISTA RUBEN-CIANO Y JORGE DEL RÍO MARTINEZ
Ruben-ciano saluda con afecto, no escatima en dar un buen apretón de manos o un abrazo, y cuando te habla, lo hace desde el corazón, mirándote directamente a los ojos. Por un rato se ha quitado la máscara del artista y hablas cara a cara con la persona, con la mente detrás del espectáculo.
- ¿Cuándo sentiste la llamada de las tablas?
R: De niño ya me gustaba la música a morir. Cayó en casa una guitarra sin cuerdas, me las agencié para conseguir dos cuerdas y me dedicaba a imitar los videos de Jimi Hendrix, que como es zurdo, hacía imagen espejo en la tele para averiguar dónde ponía los dedos. Y vamos, de crío ya cantaba con orquesta, casi mejor olvidar, canciones de Perales, que canten los niños, etc. Pero vamos, con diecinueve años, según terminé el servicio militar, tenía una banda de heavy en Pradejón, y estaba la sala la Imagen, que es la que organizaba conciertos casi a diario, y nos dio la opción de debutar, y en el último momento a mis compañeros es entró el miedo y no quisieron tocar y les dije: “yo lo voy a hacer, con o sin vosotros”. Y ahí me di cuenta de que mola más que con banda (risas).
- ¿Cómo aprendiste a tocar?
R: De primeras autodidacta total, comparándome con los videoclips, yendo a bolos, pero al final te quedas sin recursos y terminé estudiando con Javi Kortatu, un chico vasco que vivía en Pradejón que fue guitarrista de Piperrak… era un tipo muy activo y acabó tocando conmigo en Desidia. Por academia sólo he estudiado canto, canto moderno y clásico.
- ¿Cómo fueron tus inicios?
R: He tenido la suerte de ser un gañán con mucha labia y nunca me ha ido mal, lo que pasa es que soy muy comodón. He probado giras nacionales con banda y en solitario y no me gusta. No me gustan los grandes escenarios ni sentir al público lejano. Me gusta el fango. Entonces vamos a decir que no paramos de trabajar, o sea, trabajamos todo lo que queremos. Ahora lo que estamos mirando Jorge (el percusionista) y yo es porque nos llaman, no porque lo busquemos.
- ¿En qué bandas has estado?
R: Como banda, ha sido Desidia. Después, como cantautor, usaba mi nombre, Rubén, el hijo de la Veli. Como la zona de la Ribera (Lodosa, Sartaguda, Pradejón, San Adrián…) a finales de los ochenta-principios de los noventa, era una zona con mucha movida rockera, con mucho ambiente y entonces, como tocaba en sitios donde nos conocíamos todos, ni siquiera pensé en lo del nombre. Al principio era Ruben-ciano Desidia.
Jorgito, por ejemplo, nunca había tocado profesional (Jorge, a su lado, asiente profusamente mientras resopla), y meterlo en escenarios grandes fue toda una experiencia. El primer día en un teatro se bloqueó. Se bloqueó porque claro, estaba aostumbrado a tocar en sitios pequeños y no se esperaba tener el foco sólo para él. Claro, en un teatro está todo el mundo a ver lo que haces tú; no hay bar, no hay bebida… la gente va a lo que va. Y la primera vez de Jorge fue graciosísimo.
J: Estando Ruben-ciano con Alimaña HC, venía a ver al su batería un percusionista de la sinfónica de RTVE.
R: Lo que pasa que es el problema de siempre. Gente en el umbral de los cuarenta, que nunca se lo ha planteado como una forma de vida, que lo ven como un hobby…
- Centrados ya en Ruben-ciano. ¿Tenías claro cómo lo ibas a hacerlo? Quiero decir, una presentación guitarrista-percusionista. ¿No te daba miedo cargar con la responsabilidad de llenar el escenario?
R: Hasta el 2013 siempre en solitario. Ni me había planteado tener acompañamiento. Yo creo además que es la manera más cruda y más natural de mostrarte. Luego lo desarrollé además con las artes escénicas, con el clown. Cuando te presentas como Clown-tautor la gente se piensa que te vas a salir con tu nariz y de hacer la gracia. Y el clown es, a través de la vulnerabilidad de estar tú solo en el escenario, fluctuar las emociones. Igual que te vas a reír, vas a estar al borde de la lágrima.
- Ruben-Ciano “hay que quererlo como es” salió en cd y dvd. ¿Cómo ha sido la reacción del público?
R: Créete que he cantado en seis proyectos, tanto a nivel local como nacional y, para mí, ha sido el mayor éxito de ventas. A nivel local, a través de boca a boca.
- ¿Desde cuándo llevas con éste nuevo espectáculo?
R: Lo que hemos hecho hoy, desde comienzos de año. Hemos cogido canciones de los tres shows para armarlo. Una vez que Tano se había ido a México con la banda, le solté a Jorge un libreto con sesenta temas y le dije: en quince días tenemos un show en Corella, si te animas… (risas).
J: Hombre, tampoco me lo tiró, pero fue como…
- ¿Estudiabas música, Jorge?
J: Sí, estaba estudiando percusión africana.
- ¿Cuál es el plan los siguientes meses? ¿Cómo se presenta el verano?
R: Pues tenemos una media de uno o dos bolos por semana. Aunque tengo mi trabajo, pero da tiempo…
- … si no duermes…
R: No, tengo la suerte que en mi trabajo me han respetado los bolos. Se cobre más o menos, prefiero ser feliz haciendo lo que me gusta. Tener que renunciar a mis principios no va conmigo.
- Para la gente que quiera saber más de Ruben-Ciano. ¿Cómo pueden contactar contigo? ¿Estás en redes sociales?
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- ¿Podrán encontrar algo de tu material?
R: Yo siempre digo que en mis redes sociales hay mucha mierda, pero buena mierda, tío (pone una pose a lo GTA San Andreas que me saca una carcajada). Casi todo lo que hay es con Tano, con Jorge tengo que subir alguna cosilla más. Aun así, creo que hay una muestra más que suficiente de lo que van a ver.
- Y ya por último, si tienes algo que se te haya quedado en el tintero, habla ahora o calla forever.
R: Me pondría pedante, y me gustaría terminar las entrevistas como Coelho (risas). “La vida es tan bonita…” (más risas).
Cuando yo hago estas cosas me gusta la gente natural, la gente transparente, y me gusta ser yo también natural y transparente, que es una cosa que la sociedad de consumo banaliza y ridiculiza. Valórame musicalmente como te dé la gana, pero sé consciente del detalle de la transparencia, de la integridad. Coser y cantar es una canción de las nuevas. Es una canción que me salió de la sabiduría popular y es mi aspiración en la vida, seguir fiel a mis principios y a la sencillez. Prefiero darme a conocer a doscientos desde la sencillez que a veinte mil con luces y fuegos artificiales. Porque si algo he aprendido en artes escénicas es “aprende a respirar”. Sal a la escena, mira a la gente, mírala a la cara, mírala a los ojos, que te vean, que vean tu vulnerabilidad… y después os habéis respirado, os habéis notado. A mi me ayuda mucho a desconectar de mi mundo rutinero porque es la distancia más humana.
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