Ya va siendo hora de otra entrega de Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire. Nos toca el poema número XXVIII, titulado La Serpiente que Baila. Un poema que es una metáfora en la que Baudelaire compara a una bailarina con una serpiente que se mueve en el agua. Un poema más largo aunque de versos cortos que saca a relucir todo lo propio de la serpiente animal.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LE SERPENT QUI DANSE
Que j’aime voir, chère indolente,
De ton corps si beau,
Comme une étoffe vacillante,
Miroiter la peau !
Sur ta chevelure profonde
Aux âcres parfums,
Mer odorante et vagabonde
Aux flots bleus et bruns,
Comme un navire qui s’éveille
Au vent du matin,
Mon âme rêveuse appareille
Pour un ciel lointain.
Tes yeux, où rien ne se révèle
De doux ni d’amer,
Sont deux bijoux froids où se mêle
L’or avec le fer.
À te voir marcher en cadence,
Belle d’abandon,
On dirait un serpent qui danse
Au bout d’un bâton.
Sous le fardeau de ta paresse
Ta tête d’enfant
Se balance avec la mollesse
D’un jeune éléphant,
Et ton corps se penche et s’allonge
Comme un fin vaisseau
Qui roule bord sur bord et plonge
Ses vergues dans l’eau.
Comme un flot grossi par la fonte
Des glaciers grondants,
Quand l’eau de ta bouche remonte
Au bord de tes dents,
Je crois boire un vin de Bohême,
Amer et vainqueur,
Un ciel liquide qui parsème
D’étoiles mon cœur !
LA SERPIENTE QUE BAILA
¡Cómo adoro ver, querida indolente,
en tu cuerpo tan bello
como una tela bamboleante,
relucir la carne!
Sobre tu cabellera profunda
con picantes perfumes,
mar aromático y vagabundo
de olas azules y pardas,
como un buque que se espabila
al viento de la mañana,
mi alma soñadora zarpa
por un cielo distante.
Tus ojos, donde nada resulta
amable ni dadivoso,
son dos joyas frías donde se mezcla
el oro con el acero
Viéndote moverte al compás,
hermosa de abandono,
eres como una serpiente que baila
al final de un bastón.
Bajo el peso de tu pereza,
tu cabeza de niña
se balancea con la desgana
de un joven elefante
y tu cuerpo se inclina y se alarga
como una delgada embarcación
que se mueve de lado a lado y sumerge
sus velas en el agua.
Como una corriente crecida por el deshielo
de los glaciares sigilosos,
cuando el agua de tu boca vuelve
al borde de tus dientes,
creo beber un vino de Bhoemia
amargo y victorioso,
¡un cielo líquido que salpica
de estrellas mi corazón!
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