Hoy vamos con un bonito y sencillo poema del poeta Constantino Cavafis. Artista que no quiso publicar su obra en vida. Únicamente publicó dos folletos, con varios poemas suyos, que solamente vio la gente que él consideró que tendría interés en ellos.
Me he aventurado con el griego. A ver si os gusta el resultado. Como no sé griego, supongo que este poema traducido es mi versión. No tengo la certeza de que sea el estilo de Constantino. Como me pasa en el idioma francés, o el inglés. De todas formas, todo se andará.
Este poema de hoy se titula El anciano. Una mirada melancólica hacia un pasado reprimido, con demasiada prudencia.
ΕΝΑΣ ΓΕΡΟΣ
Στου καφενείου του βοερού το μέσα μέρος
σκυμένος στο τραπέζι κάθετ’ ένας γέρος
με μιαν εφημερίδα εμπρός Του, χωρίς συντροφιά.
Και μες των άθλιων γηρατειών την καταφρόνια
σκέπτεται πόσο λίγο χάρηκε τα χρόνια
που είχε και δύναμι, και λόγο, κ’ εμορφιά.
Ξέρει που γέρασε πολύ- το νοιώθει, το κυττάζει.
K’ εν τούτοις ο καιρός που ηταν νέος μοιάζει
σαν χθες. τι διάστημα μικρό, τι διάστημα μικρό.
Και συλλογιέται η Φρόνησις πως τον εγέλα•
και πως την εμπιστεύονταν πάντα — τι τρέλλα!—
την ψεύτρα που έλεγε- «Αύριο. Έχεις πολύν καιρό».
Θυμάται ορμές ποι’ βάσταγε• και πόση
χαρά θυσίαζε. Την άμυαλη του γνώσι
κάθ’ ευκαιρία χαμένη τώρα Την εμπαίζει.
Μα απ’ το πολύ να σκέπτεται και να θυμάται
ο γέρος εζαλίσθηκε. κι αποκοιμάΤαι
στου καφενείου ακουμπισμένος το τραπέζι.
Escúchalo aquí recitado por Tomás Galindo
Un anciano
En el interior de un bullicioso café,
inclinado sobre la mesa, se sienta un anciano
con el periódico frente a él, sin compañía.
Y en lo mísero de su despreciada vejez,
piensa cuán poco disfrutó esos años
de su fortaleza, razonamiento y belleza.
Sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y, sin embargo, ese tiempo de su juventud le parece que fue ayer.
¡Qué tiempo tan breve! ¡Qué poco tiempo!
Reflexiona sobre cómo la Prudencia lo engañó;
y cómo en ella siempre confió —¡Qué locura!—
esa mentirosa, que decía: «Mañana, aún tienes mucho tiempo».
Recuerda esos impulsos que tuvo;
cuánta alegría sacrificó. Ahora, se burla
de su insensata sabiduría, de cada oportunidad perdida.
Pero, al pensar tanto y recordar,
el anciano, aturdido, se queda dormido
en el café, recostado, sobre la mesa.
0 comentarios