En el cine de Roman Polanski siempre se han podido diferenciar dos tipos de filmes según el presupuesto; desde magnas obras maestras como «Chinatown» y grandes aportaciones al séptimo arte como «Tess», «El pianista» o «Lunas de hiel», con sonados «batacazos», bien a nivel recaudatorio o artístico tipo «Piratas» o «La novena puerta» y una segunda más intimista donde ha desplegado su innegable talento desde «joyas» como «Repulsión» o «La semilla del diablo», pasando por rarezas como «Che!», «El quimérico inquilino» o «Macbeth», y que nunca ha dejado de dirigir como en «La muerte y la doncella», hasta una última etapa donde se ha acostumbrado a estos presupuestos menores como en sus últimos largometrajes «Un dios salvaje» y la anterior «La Venus de las pieles», con la que «Basado en hechos reales» guarda ciertas similitudes formales, con personajes al borde de la locura quienes no terminan de separar lo real de la ficción, junto con el papel protagonista a su «musa» Emmanuelle Seigner, con quien no ha parado de trabajar desde su primera colaboración en la estimable «Frenético». Una carrera de más de cincuenta años desde que comenzó en los sesenta con su «opera prima» «El cuchillo en el agua» y su primera aportación en el cine francés con «Cul de sac».
Por lo tanto siempre es interesante comprobar que es lo que nos propone una leyenda viva como Polanski, aunque el resultado no sea del todo satisfactorio, como es el caso que nos ocupa, pues «Basado en hechos reales» dista mucho de estar a la altura de sus grandes clásicos, transitando entre las ideas sublimes y unos personajes excesivos donde su cordura parece perderse por momentos como la Rosemary de «La semilla del diablo», la frígida mujer de «Repulsión», el protagonista de «El quimérico inquilino» o el director teatral de «La Venus de las pieles». Una galería de seres que como apuntaba Descartes en «El discurso del método» no diferencian al dios engañador o genio maligno, la verdad de la mentira, la realidad de la ficción. Personajes enajenados a los que sus enfermas mentes les hacen idear fabulaciones o «amigos imaginarios». Aquí se trata de una novelista de éxito con un bloqueo como escritora a quien su soledad le impide trabajar con normalidad. En una firma de libros conocerá a una mujer más joven quien nunca aparece como autora en las biografías de ilustres famosos que realiza, pero que se convierte en una proyección de su conciencia, de sus anhelos y deseos y quien a pesar de su ayuda, convierte su vida en una prisión, en una rémora de la que tiene que huir.
Un largometraje donde destacan sus dos actrices, tanto la esforzada Seigner, quien no ha sido nunca una excelsa intérprete, como la atípica y cada vez mejor Eva Green, alguien cuya sola presencia consigue llenar por completo la pantalla y que sin duda es lo mejor de los noventa minutos de metraje, junto a la deliciosa banda sonora de Alexandre Desplat, y que mantiene el tono de un guion con altibajos que firma el galo Olivier Assayas, autor de la reciente «Personal shopper», cinta que recuerda en varios pasajes, aunque solo sea por la incomunicación y soledad que destila su personaje central y del que Polanski intenta ofrecer un ejercicio fílmico, casi de estilo que en su primera parte parece querer ofrecer un producto de suspense deudor de éxitos hollywoodienses como «El sexto sentido» o la curiosa adaptación de «Gerald´s game» de Stephen King pero que va alejándose de la comercialidad para enfocarlo en terrenos donde se siente más cómodo, incluso sugiriendo una relación lésbica o un crimen que nunca llega a suceder.
Sin ser, ni de lejos, su mejor obra y a pesar del tono menor con el que está narrado «Basado en hechos reales» es una alegría en nuestra cartelera, solo por el mero hecho de tener en los créditos a uno de los grandes realizadores vivos como es Roman Polanski, uno de esos escogidos que tienen un nombre entre los elegidos en el maravilloso mundo del cine.
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