Lo de Magnus imperial club es de traca. Su sonido se podría definir como puro hedonismo electro naif bajo una capa de psicodelia. Es una definición tan buena e inexacta como cualquier otra. Me dejaron descolocado a principio, lo admito, pero me fueron ganando a cada canción. Con el desparpajo y el descaro de Tuxedo por bandera, esta banda antes llamada De Vito demostraron que su singular e inclasificable propuesta gana enteros en directo. Francófonos declarados (por sus temas se oyen ecos de Justice o Daft punk) desgranaron 8 temas que incluyeron versiones de Soulwax y de DeVito (se versionan a sí mismos, ole tus huevos) para acabar con Jarre Michelle Jean, tema que da título a su primer LP. Estos gamberros me dejaron un agradable sabor de boca en mis oídos.
Era el turno de Cycle, con el Ebro a punto de desbordarse pasando a pocos metros de la sala López, Cycle salieron a escena. Hace ya 12 años que vi a Cycle por primera vez y su propuesta no ha variado aunque el paso del tiempo ha mitigado su impacto. Cycle siguen luchando, contra viento y marea. El éxito les llegó rápido y luego vino una sequía a la que han combatido de la mejor manera: trabajando. Cierto que su música sigue siendo tremendamente efectiva en vivo pero uno casi diría que salieron algo desganados, a cumplir con el trámite. Era una noche desapacible en Zaragoza y parece que el ambiente les había contagiado. Con una puesta en escena casi nula y el minúsculo escenario de la López, Cycle hicieron lo que pudieron. La frialdad del principio fue desapareciendo conforme avanzaba el concierto y todos (público y artistas) acabamos sufriendo los rigores del calor. Fue la contagiosa propuesta de Cycle unida a esa manía de convertir las salas de conciertos en saunas. El conjunto estuvo correcto, David Kano disparaba samplers y secuencias tras la mesa mientras los dos guitarras hacían tronar sus instrumentos. La China me resultó algo distante, sobre todo al principio. Sería por su rostro perfilado a base de ángulos rectos o esos ojos rasgados que tanto ayudan a su papel de inaccesible femme fatale. Lo cierto es que, a escasos centrímetros, La China impone, y mucho. Progresivamente se fue animando e incluso llegó a sonreír. No faltaron los habituales bailes robóticos y los machetes. Eso sí, lo de salir a escena con cazadora y plumífero me pareció poco glamuroso, la verdad. Luke Donovan sí dio bastante más de lo esperado por un servidor, moviéndose todo lo posible en el diminuto escenario y arengando al público. El cantante de Liverpool criado en Nueva Zelanda no tiene una gran voz pero fue de menos a más en cuanto a carisma. Lo vi más afinado y entregado que otras veces, todo lo contrario que a La China.
Cycle venían a presentar su flamante nuevo trabajo Electrik, del cual sonaron Wicked, 100 Vidas, Bro y Number six (¿soy el único al que este tema le recuerda a The Cure?) entre otros que intercalaron con lo más destacado de su ya considerable discografía. No faltaron temas su primer LP, Weak on the rocks, como Apple tree o Mechanical que hicieron surgir la histeria entre el respetable.
Tras hora y diez de concierto, Kano sale raudo al frente del escenario a saludar con el resto del grupo y entendemos que la cosa se ha acabado. No sé, eché de menos el More de The Sisters Of Mercy como apoteósico colofón. En su lugar y a modo de bis, atacan Run With You de los olvidados Midnight, tema que cierra Electrik y también cerró el concierto definitivamente. ¿Ya? He de reconocer que el público lo disfrutó, lo bailó y lo sudó de lo lindo pero quien escribe esta líneas esperaba algo más. Quizás algún tema en plan acústico o yo qué sé. Siguiendo con el simil, Cycle me supieron a poco.
El Ebro no llegó a desbordarse con Cycle.
La verdad es que pudieron dar más, pero cómo bien dices, la temperatura empezó a ser agobiante y la acústica del local es la que es. Aún asi, me dejaron buen sabor de boca y mejor de oído.