Fue un caluroso día de verano aquella vez. Burt Byler volvía a El Puerto de Santa María casi un año después de su primera visita a este rincón del Sur del Sur. Pocos fuimos los que nos dimos cita aquella noche para disfrutar del de Mississippi, aunque afortunados por el concierto que dio este norteamericano afincado en Madrid. Esta vez, como ya me comentase aquel ya lejano día de junio del año pasado, volvía para ofrecer un concierto gratuito con el objetivo de conocer más gente a la que llegar con su música. Viernes noche, el frío de meses anteriores ya desaparecido, buena oportunidad para disfrutar de una velada musical. La primera sorpresa al llegar a la Sala Milwaukee y charlar un rato con Burt y Jona (batería), dos tipos fantásticos sobre el escenario y cuando se bajan de él, fue el saber de boca de ambos protagonistas que estaban girando en formato dúo, guitarra y batería. Burt viene de haber estado tocando en USA y ya en Europa junto a Jona, se están pateando todos los escenarios que se ponen a su alcance. Iba siendo hora de comprobar como sonaba esta nueva versión de Burt Byler and The Bearded Souls.Sobre la once menos cuarto comenzaba el show.
La sala presentaba un buen ambiente, alrededor de unas cincuenta personas se daban cita ante el desparpajo de un Burt al que se le nota muchísimo toda la carretera y escenarios que lleva desde la última vez que nos visitó. Desde el primer momento consigue meterse al público en el bolsillo, hablando, bromeando, contando anécdotas e historias como complemento a un gran puñado de canciones que atesora en su repertorio. A pesar de ser sólo dos músicos sobre el escenario consiguen sonar muy compactos. Destacar la batería de Jona y es que este tipo es un músico grandísimo, auténtica máquina de ritmo para un Burt cuya voz se encuentra en muy buen momento. Abren con «Slave dog», canción que abre también su e.p. «Castle of corruption» y rápidamente todas las miradas se centran en lo que está ocurriendo sobre el escenario. Aunque han decidido tomar un impulso más eléctrico que el que se respira en su e.p. saben alternar perfectamente momentos más enérgicos con otros más intimistas, reduciendo la linealidad en el concierto.
Suenan «Cakewalk» y luego Burt (cuyo verdadero nombre es Josh) nos cuenta porque comenzó con esta nueva aventura (os recomiendo leer esta entrevista que le hice hace algún tiempo) y dedica «Castle of corruption» a los políticos y especialmente en esta velada a Donald Trump. Como dije más arriba, Burt ha crecido enormente en este año sobre el escenario, y convierte el concierto en una reunión de amigos pero siempre manteniendo la atención sobre él. Nos cuenta que en New Orleans, en los conciertos gratis, los músicos se bajan y pasan la gorra, y ahí que se lanza entre las risas y algarabía general, con la gente depositando algunas monedas en su sombrero. Espectáculo de principio a fin. Nos cuenta como conoció a su mujer (por cierto de Málaga, y se nota en ese acento mezclado de Burt), nos habla de su Mississipi natal, nos presenta una canción que habla sobre querer estar en el escenario, tocar la guitarra y por supuesto, que te paguen por ello, dedicada a todos los que luchan por sus sueños… todo esto mientras la música suena y aunque el vocalista y guitarrista es el centro de la atención, Jona a su batería (a mi lado había un amigo, batería también, que se llevó todo el concierto grabando la forma de tocar del batería vasco) se convierte en pieza fundamental.
Nos cuenta que hace poco nos dejó su (y nuestro) héroe, Tom Petty, y le dedica un sentido medley. Disfrutamos de «Mississippi life», «Down to the river», «Come on in», para despedirse con una fantástica «Glory land». Terminan, se bajan, y la gente se agolpa junto a ellos. Fantástica respuesta del personal que compra copias de su ep «Castle of corruption», aún hay esperanza para la música viendo la reacción de la gente. Vuelta al escenario. En la calle la lluvia irrumpe con fuerza, pero no tanto como en el escenario, donde la electricidad se hace fuerte con dos apabullantes covers, «Sweet home Chicago» y «Hoochie coochie man» para poner punto final con una composición propia, «Slow down». Fantástico concierto de dos grandes músicos que nos trajeron la esencia de la música del Mississippi, de sur a sur.
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