Toda la gente anónima que va y viene, ay. Son tantas las historias que se cruzan y se descruzan;
nunca crecemos, sólo aprendemos a comportarnos en público, o ni siquiera eso.

– Hala, Braulio, que siempre te pones en lo peor. Para qué querías tú moverte, explícamelo, anda.

– Mira, Delfina, si no es por mí, es que ahora cualquier cosa que quiero la tengo que pedir.

– Pues la pides, que para eso estoy yo. Tú, con tal de quejarte, a todo le encuentras un pero.

– Delfina, que no puedo ni volver la cabeza.

– Para eso tienes la tele delante, a los lados nunca pasa nada, dime tú, qué va a pasar a los lados.
A la izquierda el armario, que no se mueve ni dice, y a la derecha la pared, que es más sosa
que un melón de invierno.

– Sólo puedo hablar, hasta para echarme un cigarrillo necesito ayuda.

– Y parpadear, Braulio, que ya te lo dijo el médico: menos mal que ha conservado el parpadeo,
que si no, hubiéramos tenido que taparle los ojos para que no se le secara la córnea.

– En eso he tenido suerte, sí, lo reconozco, para que luego no digas que no valoro lo positivo.

– ¿Lo ves? Otros como tú no pueden ni ver la tele.

– No sé, Delfina, a mi me gustaría poder moverme como antes.

– Y a mi me gustaría ser la Duquesa de Ahumada, pero no me paso el día diciéndolo. Tú es que
estás muy mal criado, siempre te lo he dicho, que tu madre te lo hacía todo sin tener que pedirlo
y ahora, por no poder moverte, parece que se acaba el mundo.

– Pero Delfina, si no puedo ni espantarme una mosca de la punta de la nariz.

– Ni que tuvieras todo el día la punta de la nariz llena de moscas. Por una que se te paró el otro día
a descansar un momento de sus vuelos y faenas, que bien merecido tenía el descanso, la pobrecica,
montas una troya.

A ver, ¿te duele algo? No. Pues pon un poco de tu parte, hijo, que has tenido mucha suerte y estás
mejor atendido que un rey.

– Pero Delfina, no puedo ni acariciar a mis nietos.

– Ya estamos. Si nunca los has acariciado, y ahora que no puedes, te da el perrenque. A mí
no me busques las vueltas que no me las encontrarás, que te conozco como si te hubiera parido.

– ¿Y mis amigos? El primer mes venga visitas, y después, ojos que te vieron, paloma turca.

– Pues ya lo ves, alma de cántaro, desengáñate, Braulio, que no hay amigos de verdad, ya lo estás
viendo, y maldita la falta que te hacen, que para lo que hablabais, no estás poco mejor conmigo.
Si quieres que te lo diga, es lo mejor que te podía pasar. En casa, bien atendido, sin tener que
moverte de aquí para allá como un plebeyo, con tu tele y tu aire acondicionado. Muchos querrían
estar como tú y no pueden. El otro día me lo decía Tomás, el portero: señora Delfina, le parecerá
una barbaridad, pero ahora mismo me cambiaba por su marido.

 

Son tantas las vidas, las historias, los destinos que permanecen anónimos, que pasan
sin pena ni gloria.

 

 

por Narciso de Alfonso

 

by:

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

La invisibilidad de los traductores

La invisibilidad de los traductores

Llevo ya unos años dedicándome a la traducción. Me aporta mucho placer y me ayuda a empatizar con lo que viven las personas que me rodean, además de ayudarme a entenderme a mí mismo también. Después de unos pocos años viendo cómo funciona esto y teniendo en cuenta el...

180°

180°

¿Por qué el sol sale y la luna se esconde? ¿No es el sol el que se oculta y la luna la que aparece? Todo se ha dado la vuelta. No vivimos, morimos cada día. Ni dormimos, despertamos en otra dimensión.  

Hoy 24 de febrero de 2025 fallece Roberta Flack

Hoy 24 de febrero de 2025 fallece Roberta Flack

Toda una generación ha bailado pegado, como se decía en aquellos años, al son de “Killing Me Softly with his song” y hasta podría asegurar que más de uno, aún mas joven habrá sido engrendrado fruto de una noche de amor de sus padres llevados a la lujuria a causa de la...

evanescencia

evanescencia

La mayoría solo vive, o cree vivir.  Viven como si no fueran a morir nunca.  Yo no vivo así, ni puedo subirme al instante  de los acontecimientos; del estar siendo.  Para mí vivir es recordar cuando vivía.  Escribo entonces con la omnipresencia  que se desarrolla en...

la obra

la obra

Soy y he sido siempre mi cincel y martillo, mi creador. Buscaba, con avidez el sentido de la vida; ignorando hasta el presente, esos acontecimientos circundantes que ahora sé, me obligaban a cambiar; desconociendo que es parte de esta generación la causante de mi...