El tiempo, es el tiempo y su paso el que nos confunde. La obligación temporal
de ser sucesivos; mucho más que el espacio nos separa el tiempo, tal vez porque
el maldito tiempo lleva la eternidad en su esencia, sí, o tal vez porque el maldito
tiempo no lleva la eternidad en su esencia, no sé, quién sabe.
El desfase; ese instante atemporal entre nosotros y nosotros mismos; el leve,
ligero retraso entre el ahora y la actualidad; ese momento sin tiempo del tiempo
que no se deja atrapar y que nos impide ser simultáneos, definitivos, eternos.
Sí, el tiempo tiene trampa, basta detenerse un segundo para sentir que en ese segundo
hay otro segundo que no es del tiempo, sino una palpitación extraña y virtualmente infinita,
eterna, que está entremetida en el tiempo, con qué facilidad se siente, en el tiempo está la anulación
del tiempo, sí, ahí está la trampa, en el instante que pasa hay otro instante que también pasa pero
que no es temporal; pasa como el tiempo porque lo lleva el tiempo, pero no es del tiempo, y por eso
se produce un levísimo desfase, como si hubiera un antes o un después en el ahora, un siempre
o un nunca en el ahora, es una instantánea participación de lo eterno en el tiempo,
por decirlo de algún modo.
por Narciso de Alfonso
Qué bestia, Narciso. Y qué apropiado que tú, forofo de la música salvaje de César Vallejo, escribas en un espacio de rock. El rock sólo se debería cantar en vallejano.