Los suecos Avatar se presentaron en España en el 2013 teloneando a Five Finger Death Punch y Avenged Sevenfold aunque su confirmación fue en el pasado 2017 cerrando el Download Festival Madrid, lo que les generó una buena, y nueva, legión de seguidores que se agolpaban en la puerta de la Mon Live bastante antes de abrir las puertas, algunos de ellos pintados como su vocalista Johannes Eckerström y que prácticamente llenaron la sala de Hilarión Eslava. Parece claro que su death metal melódico con tintes de groove metal y heavy metal clásico funciona, con unos temas de enorme calidad, múltiples variaciones entre las canciones pasando del medio tiempo al sonido atronador en “décimas de segundo”, voz melódica o gutural según convenga y una puesta en escena circense, ataviados como siniestros domadores de circo capitaneados por un maestro de ceremonias vestido de frac, rostro pintado y comportamiento como de “clown”. Esa atmósfera de circo de fenómenos o de atracción de feria la llevaron a las últimas consecuencias desde el merchandise iluminado con las luces de candilejas y una rueda de la fortuna, un acompañamiento musical inclasificable imitando una emisora propia y unos teloneros cuanto menos peculiares que empezó con Old Kerry Mc Kee, un solista que apareció con su guitarra y un bombo en los pies interpretando temas de blues y folk con tintes de rock sureño y que entre canción y canción ponía discos de gente de la talla de Billie Holliday. Media hora de sentimiento “pantanoso” ante un respetable atónito no acostumbrado a este estilo y que sorprendió más al decir que su procedencia era la gélida Suecia y no Florida, Lousiana o Carolina del Sur. Tras él llegaba Hellzapopin, un “circo de los horrores” en la más característica tradición de las antiguas barracas de feria y que en cuarenta minutos nos ofrecieron su repertorio con “enanos” tragando globos y practicando el escapismo, un hombre con medio cuerpo ayudado por otro con una parte del cuerpo masculina y otra femenina arrojándose en cristales y otros señores soportando pesos con enganches clavados en los párpados o introduciéndose en la boca un taladro con una más que respetable broca o “jugando” con la lengua y una sierra mecánica. Delirante.
Así que tras tan extraños invitados a las nueve de la noche aparecían los protagonistas, que como bien nos contaron era la primera vez que llegaban a Madrid como “cabezas de cartel” y que agradaron con su forma de entender el directo, con una comunión con su público, aunque hubo gente que protestó con varios soliloquios de Eckerström (aunque es marca de la casa) por ralentizar el ritmo alargando en exceso la actuación. Un debe, para algunos, al que hay que sumar los teclados grabados como únicas lagunas en un concierto espectacular, donde en una hora y cuarenta minutos demostraron que son una banda en claro ascenso y que seguro que la próxima vez que los veámos en nuestro país tendrá un recinto mayor. Llegaban a presentar su reciente disco “Avatar Country” y con la fanfarria de “Glory to our King” y la caída de telón daba paso a un escenario con referencias a ese “freak show” al que ayudaba un juego de luces bien ejecutado, con algunos efectos espectaculares. El primer tema era “Legend of the king”, con su guitarra Jonas “Kungen” Jarlby tocando las seis cuerdas sentado en un trono y ese real juego lo mantuvieron durante todo momento junto con las “caras” y “poses” entre payaso y mimo de Eckerström. Del nuevo trabajo además del antes mencionado interpretaron “King´s harvest”, “The King wants you” y en la parte final “A statue of the King” y “The King welcomes you to Avatar Country” aunque lo intercalaron con una muestra de su repertorio como del maravilloso “Hail the apocalypse” con “Puppet show”, las maravillosas “Bloody angel” y “Tower”, con esos alambicados cambios de ritmo y el tema homónimo con el que cerraron o “Let it burn”, “Paint me red” (con el escenario en rojo) y esa declaración de intenciones llamada “Smells like a Freakshow” del “Black waltz” y del “Feathers and Flesh” “Fort he swarm”, “Raven wine” y “The Eagle has landed” que junto a la potente “War song” dejaron “a las claras” que los escandinavos pasan por el mejor momento de su trayectoria y, que como hemos dicho antes, el futuro les depara grandes expectativas (grandes esperanzas que escribía Dickens en el siglo XIX).
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