Radio Moscow, pesos pesadísimos del Heavy Psych/Hard Stoner Blues y con una discografía que cuenta ya con cuatro discos más este quinto que os vengo a recomendar hoy, la banda de Parker Griggs (vocals, guitar), Anthony Meier (bass) y Paul Marrone (drums) se ha asentado, por fin, como formación y eso se nota desde su anterior Magic Dirt (2014) además de haber ampliado mercado fichando por la todopoderosa Century Media. Saca tu papel de fumar y tu material ‘flotante’ para fliparlo en colores…
Un ‘nuevo comienzo’ para empezar a castigar tus cervicales amiga/o…
No he escuchado los tres primeros de los americanos, he de reconocerlo, pero la escucha de su antecesor, Magical Dirt, fue un auténtico ‘sopapo’ sónico, que me dejó atontado y es que, los ahora afincados en San Francisco, son una encabronada apisonadora 70’s que no dan lugar al respiro. En primera instancia me recordaron claramente a los Graveyard más crudos y directos de sus comienzos, con ese timbre vocal gloriosamente rasgado y setentero como el de Joaquim Nilsson (el de Parker ligeramente más grave) además de una capacidad instrumental demoledora y suicida a la hora de atacar los temas, pero ésta comparación pronto pasa al olvido con el despliegue de talento que el powertrio demostraba track by track.
New Begginings (2017) es quizás, como el título reza, un nuevo comienzo quizás por pertenecer, merecidamente, a un gran sello pero la maquinaria setentera y perfectamente engrasada sigue siendo la misma rememorando el sonido tan bestia pero tan ‘catchy’ de monstruos como la Experience de Hendrix, Cream o Blues Cheer con ataques hard blues suicidas como el inicial «New Beggining» o incursiones en la psicodelia con pingües resultados y diversas caras como «Woodrose Morning» o el más urgente «New Skin». Temazos-gancho para epatar en primeras escuchas podríamos tener el magnífico «Pacing» con un fuzz completamente desértico y bluesero además del hendrixiano «No One Knows Where They’ve Been». Se relajan los de Griggs en la bluesera «Pick Up The Pieces», flotante y ácida para volver a golpear duro, muy duro, con la traca final de «Dreams» que empieza bluesy para despegar al espacio exterior con la banda demostrando músculo stoner y feelin’ jammy en unos desarrollos que son una jodida maravilla Heavy Psych monolítico. En fin, un discarral de cabo a rabo, desde el primer puto segundo hasta el último, un despliegue suicida y kamikaze de buen gusto ‘vintage’ y talento a borbotones…
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