Mastodon son una de las bandas (por derecho propio) más importantes del Siglo XXI y los avala una serie de discos impecables, «Remission»,»Leviathan», «Blood Mountain» y «Crack the Skye», representando ese empujón que ciclicamente necesita el metal como estímulo para demostrar que sigue vivo y latente, lo que le hizo ganarse una legión de fans no solo entre los viejos seguidores de esta música, también entre las nuevas hordas que los enarbolaban como referencia ante la siempre presencia de las bandas clásicas. Mastodon jamás han buscado un asentamiento, una posición sencilla, siempre un paso hacia delante sin perder su personalidad, que han ido forjando disco a disco. «The hunter» y «One more round the sun» los alejaba de esa fórmula ganadora, porque era lo que necesitaban, lo que sentían en ese momento, algo que no siempre puede ser comprendido o entendido entre aquel que compra tus discos. Por eso la llegada de este «Emperor of the sun» volvía a hacer sonar las alarmas, por ver donde se encontraban las expectativas compositivas de la banda en este preciso momento.
El disco lo abre «Sultan’s curse», fuerza y melodía se entrelazan en una pócima perfecta, esos momentos melódicos que son marca natural y la potencia descomunal desbocada, rememorando viejos tiempos. Seguro que la polémica viene de la mano de «Show yourself», comercial, sonido predeterminado a gustar a sectores que no se atreverían a entrar en los complicados mundos del metal. A mi me gusta y no deja de ser anecdótica dentro del contexto del disco. «Precious stone» vuelve a traer la banda que todos conocemos, riff mastodónico y batería excepcional, junto a ese juego melódico en la voz. «Steambreather» nos muestra esa banda de sonidos complejos y a la vez pesados que tanto nos gusta. «Roots remain»comienza con una calma que anuncia tormenta y que llega rápidamente, con esa batería que suena de forma increíble durante todo el disco añadiendo un plus de potencia que se agradece muchísimo.
«Word to the wise» se convierte en una auténtica batalla de riffs entre cambios alucinantes, imposible no rendirse ante ellos. «Ancient kingdom» me conquista con esos tiempos que tan bien saben crear, donde la melodía se torna en fundamental entre la rabia de la música. Se desbocan con «Clandestinity», tirando de fuerza, rabia, garra que contrastan con ese sintetizador. Hablando de riff,s, ojo a «Andromeda», más oscura, densa. «Scorpion breath» suena agresiva, una punzada directa al sistema nervioso. «Jaguar god» es la muestra de lo que son estos tíos, ocho minutos de una pieza brutal, donde nos muestran de lo que son capaces y de lo que están hechos. Sin lugar a dudas, un disco enorme, de una banda predestinada a estar entre los grandes si es que alguien aún tiene dudas.
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