Normalmente son los chicos del Staff, los que os informan de lo ocurrido en los conciertos que suceden en nuestro país. Pero hemos pensado en una nueva fórmula. Que sean los propios músicos, los que se acerquen al público, contando su experiencia en el concierto tocando y para con vosotros. ¿Os gusta la idea? Seguro que estáis deseando conocer sus sensaciones.

En esta primera crónica de la serie que se llamará, Desde el escenario, será Diego, guitarrista de Scape Land, quien os cuente todo lo vivido y os mostrará, sin querer queriendo, de qué están hechos los corazones de los chicos de esta magnífica banda.

CRÓNICA DE DIEGO: SCAPE LAND

Nunca me habían pedido que contara mi experiencia en primera persona al respecto de un concierto y aún a riesgo de que quizá pueda molestar a alguien, me ha parecido interesante, así que, ahí va.

He de confesar que estaba más nervioso, más preocupado de lo habitual, por muchas razones. Quería que todo saliera bien. Y es que el Legacy Metal Fest será un festival que tardaré en olvidar.

Somos una banda pequeña, novel, y que aún no es capaz de convocar público, o eso pensábamos. Además, nos encontramos con un festival muy joven, con un organizador que tiene más voluntad que conocimientos y que ha tenido la «mala idea» de pedirme ayuda para la promoción del evento, jejejeje. No obstante, era la primera vez que tocábamos en Chiclana de la Frontera, tierra natal de dos de los componentes de Scape Land. Yo personalmente, estrenaba mi nueva guitarra, mi hijo iba a estar viéndome, ya que, al ser una sala del Ayuntamiento, está permitida la entrada a niños.
En resumen, había muchas razones por las que desear que todo saliera prefecto.

En principio la entrada fue llamativa, la organización se había pegado un currazo previo importantísimo, todo estaba montado, a falta de los equipos personales de cada banda; la sala era espectacular, escenario enorme, sala grande sin columnas y equipos a simple vista muy buenos, batería montada con parches suficientes para que Portnoy o Lombardo se marearan, jajajaja… empezamos bien, pensé. Así que, empezamos a desmontar sobrantes de batería y a montar nuestros cabezales, micros y demás. Scape land, cerrábamos el concierto, así que nos tocaba sonorizar la batería, pantallas, monitores, probar los primeros, etc…

Cuando terminamos el montaje empezaron los problemas. Lo primero es que el calor agobiaba a unos niveles bestiales. No había aire acondicionado y ni un mísero ventilador. No sé exactamente a qué temperatura estábamos, pero notabas el calor agobiante al entrar, y en el exterior estábamos a 34 grados.

Lo primero que recuerdo es a José y a mí, montando la lona posterior y comentando… «que calor, ¿no?» Nos encontramos con que una de las dos pantallas de guitarra que había sobre el escenario sonaba a rota, literalmente, horrible. El caso es que había otra y pudimos cambiarla, por lo que, más o menos, pudimos solucionarlo. Lo difícil fue lo de los técnicos. Hubo un momento, digamos de 45 minutos, en los que estuvieron luchando con que si la mesa está sucia, con que si los potes están así, o asá, que si trabajar con equipos de otros es horrible, cambiando cables… total, llegué incluso a pedir disculpas a Agu, el organizador, para que quedara constancia de que NO estábamos probando. Es algo que me molesta muchísimo, «es que Scape Land lleva probando una hora», alguna vez lo hemos oído, y nada más lejos de la realidad. No habíamos tocado una sola nota, y llevábamos demasiado tiempo sobre el escenario. No dudo de la profesionalidad de los técnicos, pero el caso es que fue una prueba tensa, donde a los técnicos además se les veía agobiados porque no salían las cosas como querían, aunque me da que muchos conciertos de metal tampoco habían trabajado, dejémoslo así. Solo el tiempo que estuvimos, para conseguir que por los monitores de escenario saliera algo, fue bestial. Lo más curioso es que claro, con una mesa analógica y con dos pruebas posteriores no sé qué pasaría, porque al final… yo personalmente toqué sin monitores, a ciegas, jejejejeje, y me desplazaba a la parte derecha del escenario donde está Josema mi bajista y no era capaz de escuchar el bajo, ¡solo oía mi guitarra! Así que Josema también debió pasarlo genial, Jajajaja. Pero la realidad es que al final y según nos cuentan los asistentes, abajo sonó de lujo, por lo que… objetivo cumplido. Pero eso sí, la experiencia de la prueba fue tremenda.

Más allá de la técnica, que como digo fue tensa pero satisfactoria, venía lo que más nos preocupaba a todos, ¡el público!

¿Vendría alguien?, ¿se habrá enterado alguien?, ya sabemos que es gratis, que era una cartel muy variado e interesante aunque fuera por lo heterogéneo del mismo, pero… ¿cuántas veces habremos tocado delante de 6 o 7 personas en las mismas condiciones? Lo normal que nos preocupa a todos.

Yo estrenaba guitarra, una guitarra muy especial para mí, hecha a mano y a medida, con todos mis caprichos, por el artesano Albert Gaitan de «Tokaa guitars» y con diseño artístico de Jjfez. Pues la primera en la frente, Albert me llama para decirme que ha tenido un pequeño accidente y se ha lesionado por lo que no podrá asistir al concierto. Empezamos bien, pensé…

El tema es que «con la tarea hecha», y con la preocupación de si vendrá alguien, me marché a recoger a mi familia, y tardaría aproximadamente una hora entre que voy y vuelvo. Cuando llegué me encontré con un panorama más que inesperado. Muchos amigos, gente con la que coincides en conciertos, gente que ha hecho una hora y media de carretera para venir exclusivamente a este concierto. Gente de Sevilla, de Los Palacios, de Ubrique, que Lebrija, de El Puerto de Santa María, De San Fernando, de Jerez, ¡muuuuy buenos amigos todos!, pero que no esperas o no te acabas de creer que realmente hubiesen venido, aun sabiendo que en el cartel está otra banda muy amiga, como son los Thunder Ace. Pero por supuesto y lo que más nos sorprendió, es que había muuuchos desconocidos, ¡muchísimos!

Está claro que muchos de estos vendrían a ver tanto a nuestros amigos de Thunder Ace, como a los Chiclaneros Nidghogg, pero también estuvieron con nosotros.

¡Y llego la hora! Yo por desgracia llegué tarde y solo pude ver un par de temas de la primera banda. Luego pude disfrutar una vez más de los Thunder Ace, viejos amigos, y pude alucinar al ver a una pequeña de 12 años tocando tres temas a la guitarra con ellos, Andrea, la segunda vez que se subía a un escenario en su vida y la primera que veía personalmente. Otra razón para que el bolo fuera especial. ¡Tengo vídeos de esa pequeña tocando con la lona de Scape Land detrás! Jejejeje.

Y llego nuestro turno. Como decía, el calor era agobiante, ¿habremos tocado en tugurios para decir que quizá era el día que más calor hemos pasado sobre un escenario? Pues quizá fuera este, sí. De hecho, como detalle curioso, lo primero que hicimos antes de mover un solo cable, fue conseguir una toalla para secar los charcos de sudor (literalmente) del escenario para evitar matarnos de un resbalón en nuestro concierto. Un calor que hacía que fuera imposible despegarse la ropa del sudor, que hacía que la mano no se deslizara por el mástil de la guitarra porque se quedaba físicamente pegada, en fin, una locura.

Una vez seco el escenario, y preparados, empezamos a armar ruido para avisar a la gente que había salido a respirar y empezamos nuestro show.

Nada más empezar con el acústico de Run to the End ya noté que los monitores volvían a no funcionar, petardeaban, iban y venían, estaba tocando a ciegas, jejeje. Recuerdo que estuve casi toda la canción mirando al técnico, haciéndole señas, ¡el monitor! En fin… así agobiado hasta que llegué al solo, y vi a la gente debajo de mi con los brazos en alto, entonces deje de escuchar o dejó de importarme, jajajaja. El caso es que desistí de quejarme por dentro y pensé… ¡que le den, vamos a divertirnos!, ¡Y así fué!, nos encontramos con un público volcado, coreando canciones, ¡alguna incluso con letra! Sé que quizá suene ridículo, pero para una banda como nosotros es realmente un paso adelante. Un público que claramente disfrutó de nuestro concierto, que se reventó a darse empujones en el mosh y que no paraba de alzar sus brazos y cuernos al aire. Cuando llevábamos dos o tres temas, recuerdo ver a Adrian levantarse de la batería, y fui hacia donde él estaba gritando: ¡Agua!, miré a mi alrededor y me di cuenta de que solo yo, tenía una botella grande a mi lado y pensé «Joder, si yo estoy muriéndome de sed, este dando palos ni te cuento» y le dije… ¡llévatela! Es la primera vez que pasa esto, después de yo que sé cuántos bolos llevamos juntos ya.

Luego ocurrió algo que jamás me había pasado, estuve como un par de temas sin beber, no había comido nada con los líos y entre esto y la sudada, durante el acústico de «My Resurrection», momento relax, estuve a punto de desmayarme del calor. De hecho, cometí un error de ejecución terrible, algo que jamás me había pasado, y es que estuve a punto de caerme redondo. No sé cómo lo hice, pero remonté y terminé el tema bien. Bebí agua y seguimos adelante.

Entonces ocurrió algo muy especial para mí y es que mi hijo (9años), se lo estaba pasando tan bien, que se arma de valor y se sube al escenario a hacer el cafre con nosotros, ¡Un tema completo! Terminamos el concierto con ovación, foto, vendiendo y firmando discos, haciéndonos fotos con los amigos, en fin… Total, que un bolo que a priori era humilde, sencillo y demás, se convierte, al menos para mí, en un concierto memorable.

Dicho esto, quiero agradecer a todos los que lo han hecho posible, Agu, el organizador, técnicos, bandas de ambos días, ya que también pude disfrutar del sábado, a Chico, de los Brutal Slaughter, que también tuvo mucho que ver en el éxito de este festival y por supuesto a todos los medios de comunicación que nos habéis ayudado a llegar a más público, sin olvidar a mis compañeros Josema, Ivan y Adrian, es decir «Scape Land». Una experiencia más vivida juntos, ¡sois la ostia chavales!

Como decía, un bolo en el que en principio íbamos a colaborar, porque nos pareció que este tipo de propuestas hay que apoyarlas, un chaval joven, con ganas, en nuestra zona, sí, sin cobrar un duro, ¿y qué? Al final en este caso, ocurrieron cosas más importantes, … al menos para mí.

Así que sí, muchas razones para no olvidar este bolo.

¡Gracias Chiclana!

¡Hemos tardado mucho, pero sin duda volveremos!

 

Texto cortesía de Diego, guitarra de Scape Land

 

 

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