Inusualmente para estas fechas, hacía frío en la ciudad del viento. Un montón de gente se congregaba frente al emblemático Teatro Principal de Zaragoza. Estaba a punto de comenzar el evento de uno de los violinistas más virtuosos que circulan por el panorama musical actual.
Una vez dentro, todos tomamos nuestros asientos impacientes. De repente, una ligera bruma aparecía sin aviso por el aire. Las luces se apagaron y comenzó una melodía que nos ayudó a calentarnos las manos con ese calor que sólo el rock es capaz de crear. Una bonita intro para ir abriendo los chakras y recibir con gusto todo el aluvión de sensaciones que íbamos a vivir.
Comenzaron a sucederse unas canciones interpretadas de forma sentimentalmente precisa. El sonido era perfecto, algo que nuestro anfitrión agradeció en un momento dado de la representación. Aunque quizá la guitarra, quedaba un poco solapada en comparación con el sonido del disco.
Un Ara Malikian sin fronteras, cercano, divertido y humano, nos iba llevando por diferentes zonas del globo terráqueo a la vez que por diferentes épocas gracias a la música que salía de su violín, que como otra extensión de su cuerpo sonaba veloz, precioso y precisamente pausado demostrando un manejo de los silencios que hacía saltar alguna lagrimica.
En mitad del concierto, el libanés presentó a su banda. Tony Carmona a la guitarra, Jorge Guillén al violín, Cristina Suey en el chelo, Tania Bernáez al contrabajo, Umberto Armas con la viola, además de una espectacular y profunda percusión a cargo de Héctor “El Turco” en la batería y Nantha Kumar. Todos acompañaron magistralmente al violinista y disfrutaron de su gracia en el escenario.
Durante todo el concierto Malikian mostró su faceta más profesional dejando hablar a su violín con una sencillez y sensibilidad que hacía que esa solemnidad que parece acompañar a estos instrumentos desapareciese, acercándolo así al público que disfrutaba entregado con las explicaciones que daba con respecto a cada una de las canciones que ofrecía, lo que hacía que todos pasáramos de la sonrisa al estremecimiento sin poder evitarlo.
Dos horas y media de concierto que terminaron con un Ara Malikian muy enérgico y con ganas de más. Lo que el respetable agradeció con sus numerosas muestras de afecto.
Así, con una sonrisa en la cara y la sensación de haber vivido algo inigualable, volvimos otra vez al frío de esa noche más cálidos, más humanos, todo gracias a un espectáculo que no hay que perderse, porque sólo yendo, se es capaz de vivir con la intensidad que este violinista inquieto y dinámico transmite por todos los poros de su piel.
Suscribo toda la crónica. Toda una experiencia, casualmente estaba allí y era un escéptico de los violines pasados por mesa de mezclas. Pero Ara me dejo tocado del todo. Solo faltó haber podido tomar algo después del concierto en su compañía.
Me alegro de que te haya gustado Jose Luis. Es cierto lo que dices, un gran tipo Ara Malikian.
Gracias por tu comentario.
Ángel