Este domingo 21 de mayo se estrena el primer episodio de la tercera temporada de Twin Peaks, la mítica serie surgida de la mente de David Lynch y Mark Frost (guionista de Canción triste de Hill Street) y coproducida por Aaron Spelling para la cadena ABC. Han pasado más de 25 años desde su estreno en 1990 y en este tiempo se ha convertido en una serie de culto por méritos propios.
David Lynch provenía del mundo de la pintura antes de coger una cámara. De hecho, Lynch siempre se ha considerado más un pintor que un director de cine. De ahí que, más que contar una historia, a Lynch le interesen las sensaciones que la imágenes producen en el espectador. La historia en sí es secundaria, lo importante es el poder de la imagen para excitar la mente del espectador. Lynch había cosechado gran éxito internacional y de crítica con su film Blue velvet en 1986. Blue velvet trazaba la idea sobre la que gira Twin Peaks: bajo la aparente tranquilidad de una población subyace un mundo lleno de secretos y misterios. Si en Blue Velvet el protagonista, interpretado por Kyle MacLachlan, descubre casualmente un mundo de secretos y perversiones, en Twin Peaks Lynch desarrolla todavía más ese planteamiento. La aparición del cuerpo sin vida de la joven Laura Palmer (Sheryl Lee) desencadenará toda una serie de acontecimientos que sacarán a la superficie todo ese mundo oculto. El agente del FBI Dale Cooper, encarnado nuevamente por Kyle MacLachlan, se desplazará hasta Twin Peaks para investigar el asesinato. Allí entrará en contacto con la población de la localidad e iniciará sus pesquisas ayudado por el sheriff del lugar. Entre tazas de café y tartas de cereza intentará descubrir al asesino. Como si del protagonista de El castillo de Kafka se tratara, el motivo original de la visita pasa a un segundo plano, Cooper pasa a formar parte de la comunidad de Twin Peaks, estableciendo relaciones afectivas con los habitantes de la localidad. La sensual Audrey Horne (Sherilyn Fenn) se siente atraída por Cooper aunque la joven no fuera correspondida.
El episodio piloto se estrenó en abril de 1990, la primera temporada contó con 8 episodios y fue un éxito sin precedentes. La mítica frase «¿Quién mató a Laura Palmer?» se hizo muy popular entre los televidentes pero a Lynch no le importaba demasiado la identidad del asesino. El asesinato era una excusa para mostrar el singular crisol de personajes que habitaban Twin Peaks y sus secretos. Desde la ayudante del agente Cooper (una tal Diane a la que nunca vimos en pantalla) a la dama del tronco, Lynch fue creando una fascinante telaraña de personajes de lo más adictiva. Pronto quedó claro que no estábamos ante una serie normal, esto no era El show de Bill Cosby ni Cheers ni Las chicas de oro, todas grandes series de los 80 por motivos bien distintos. Lynch rompió los límites de lo que se podía hacer en televisión, jugó con el espectador y no siempre salió ganando. Sembró la trama de pistas falsas, cabos sueltos y extraños secundarios. Toda esa maraña de conflictos de intereses entre personajes se tornó en una obsesión para millones de espectadores a su vez ansiosos por descubrir al asesino de Laura Palmer. Como ya hemos dicho, Lynch y su peculiar concepción del cine llevaron a la serie por vericuetos cada vez más surrealistas. La realidad y la ficción empezaron a mezclarse sembrando el desconcierto en los telespectadores. Lechuzas que no son lo que parecen, dimensiones paralelas, un enano bailarín que habla al revés, gigantes, una mujer que le habla a un tronco y un largo etcétera fueron piezas fundamentales de un puzzle que nunca tuvo una resolución satisfactoria.
Para la posteridad han quedado hallazgos puramente Lynchianos como esa perturbadora habitación roja que junto a la música de Angelo Badalamenti creó uno de los pasajes más transgresores de la historia de la televisión. Sirva también como ejemplo de lo innovador que fue Lynch la escena inicial de un episodio: tras los títulos de crédito, oímos unos ruidos terribles mientras vemos las imágenes de lo que parece un viaje a toda velocidad por una lúgubre caverna. Rápidamente descubrimos que lo que hemos visto y oído era el interior de un agujero en el corcho de la sala de interrogatorios. Tan fantasmagórico viaje inicial descoloca al espectador y le hace pensar que algo maligno se oculta bajo la superficie. Algo tan insignificante como un agujero en un corcho le sirve a Lynch para mostrarnos ese reverso tenebroso de nuestra realidad y que nos negamos a aceptar. ¿Lynch fue demasiado lejos? Probablemente. Su serie acabó siendo incomprendida pero con Twin Peaks la televisión inició el camino hacia la madurez que ahora disfrutamos. Twin Peaks fue su puesta de largo.
Se firmó por una segunda que constaría de 22 episodios. Pero la trama del asesinato no daba para tanto. Presionados por la caída de los índices de audiencia, Frost y Lynch finalmente desvelaron quien había matado a Laura Palmer en el episodio 14 de esta segunda temporada. Hubo un autor material del crimen, pero también un autor espiritual, nunca mejor dicho. El villano de la serie no era pues un personaje de carne y hueso, era algo mucho más maligno que iba tomando posesión de ciertos personajes. Dicho villano surgió de la casualidad, durante el rodaje de una toma en la habitación de Laura Palmer, un técnico se había quedado dentro del cuadro captado por la cámara. Ahí, agazapado para no ser visto en pantalla, Lynch descubrió a su villano. Lynch aportó el surrealismo y la casualidad a una televisión enmarcada en los rígidos límites de la comercialidad. Lynch demostró que se podían romper los moldes creando un nuevo lenguaje televisivo. Incluso apareció él mismo haciendo de agente del FBI con problemas de sordera, todo era una broma privada ya que Lynch suele usar un megáfono en los rodajes para instrucciones incluso si el receptor de las mismas está a escasos centímetros.
La caída de la audiencia hizo a la cadena cambiar el día de emisión de la serie, con lo que los índices de audiencia se resintieron aún más. Ante las protestas de Lynch y la pérdida de audiencia, la cadena volvió a emitir la serie en su día original. En venganza, Lynch rodó un anuncio en el que se veía al agente Cooper despertando de un sueño y exclamando: “He tenido un sueño horrible. He soñado que nos cambiaban de día.” Lynch rompía así la cuarta pared y se reía de la mano que le daba de comer. Por cierto, los sueños de del agente Cooper eran parte fundamental de la trama, es en un sueño cuando le susurran al oído el nombre del asesino aunque lo olvida al despertar.
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La segunda temporada se resintió debido a que Lynch abandonó la serie para centrarse en la elaboración de su siguiente film, Corazón salvaje. Nada pudo evitar que el interés del público decayera una vez se desveló quien fue el asesino de Laura Palmer, además las tramas secundarias introducidas por guionistas de encargo eran tan endebles que el gran público le acabó dando la espalda a la serie. Tras 2 temporadas y 29 episodios, la serie se despidió con un caótico episodio dirigido por Lynch y digno del Lynch más desatado. Por si no lo sabías, en esta segunda temporada aparece un agente del FBI travestido interpretado por David Duchovny, quien poco después se haría mundialmente famosos interpretando a otro agente del FBI, el agente Mulder de Expediente X.
Es de suponer que la cancelación de la serie le dejó un mal sabor de boca, tanto que en 1992 regresó al universo de Twin Peaks con su film Twin Peaks: El fuego camina conmigo, una precuela en la que narraba los últimos 7 días en la vida de Laura Palmer. A pesar de lo que pudiera parecer, el film fue un fracaso. El público había perdido el interés y el film de Lynch sembraba más dudas siendo todavía más surrealista que la serie. Lynch ahondaba en el mundo de los sueños y lo sobrenatural, quedando en un segundo plano quien asesinó a Laura Palmer, algo que por aquel entonces ya todos sabíamos. El público en general encontró el film aburrido e incomprensible. Para los fans de Lynch, Twin Peaks: El fuego camina conmigo es un buen ejercicio de surrealismo y cuenta con algún camero curioso como el de Chris Isaak o David Bowie como agentes del FBI, por cierto Bowie iba a aparecer en la tercera temporada pero murió antes de rodar su parte.
No es difícil adivinar la herencia de Twin Peaks en algunas de las mejores series de los últimos años como True detective, Fargo o The killling. Además, ya se lo anunció Laura Palmer al agente Cooper en la habitación roja: Nos veremos en 25 años. Por lo tanto, es justo que Twin Peaks vuelva de la mano de su creador, han pasado más de 25 años y la espera se ha hecho muy larga. Desde que se anunció el regreso de Twin Peaks de la mano de la cadena Showtime ha habido múltiples problemas, incluido el abandono del propio Lynch por un desacuerdo económico. Pero todos sabemos que no puede haber Twin Peaks sin David Lynch, es su criatura, su mundo. Finalmente Lynch retomó el proyecto y ha escrito junto con Mark Frost el guión de los 18 episodios y los ha dirigido todos. Esta vez no ha habido presiones de ningún tipo. Frost y Lynch han contado con total libertad. Este 21 de mayo veremos el primer episodio de nada menos que 2 horas de duración. La cosa empieza fuerte. Realmente no sé qué esperar. Si Lynch se mantiene fiel a sí mismo y nos ofrece una orgía surrealista llena de pasajes abiertos a múltiples interpretaciones, defraudará al gran público. Si, por el contrario, ofrece una visión edulcorada de su universo, defraudará a sus seguidores. No lo tiene fácil el amigo Lynch. Algo me dice que, a su edad y con la colección de películas que tiene en su haber, está de vuelta de todo y todavía le quedan ganas de experimentar. En breve saldremos de dudas.
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