Red Octopus no es una película de James Bond, aunque el título molaría bastante. Se trata del mejor disco de Jefferson Starship para un servidor. Lanzado en 1975, un año de grandes obras para la música y para la humanidad, fue el álbum más vendido de la banda gracias a su potencial single «Miracles» que alcanzó el número 3, mientras que el álbum se situó en el número 1 en las listas americanas.
En 1974 la formación original ya se desintegró y cambiaron el nombre de aeroplano por el de nave espacial. Se incorporó el guitarra de 19 años Craig Chaquico, que había pertenecido a la banda Steelwind y futuro as de las seis cuerdas. Marty Balin había abandonado el grupo, pero volvió a sus filas para grabar el álbum, así como el guitarrista y co-fundador Paul Kantner. Balin parecía que nunca sería capaz de perdonar a sus antiguos compinches y de volver a reunirse con ellos, pero, tras el descalabro de su efímera banda DF Bodacious, se prestó a tomar las riendas de esta nueva nave como el Capitán James T. Kirk del grupo. Y es que son sus temas que mejor vuelan y que cogen mayor altura sin lugar a dudas. Ya sea simplemente por el single mencionado más arriba o por composiciones tales como: “Tumblin y “There Will Be Love” co escrita junto a David Freiberg y Robert Hunter en una y junto a Paul Katner y Chaquico en otra. Cierto que Grace Slick está en forma y canta de una forma particularmente expresiva, especialmente en «Fast Freddie Buck» y «Play on Love».
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Jefferson Starship entró en los estudios Wally Heider de San Francisco para grabar el nuevo trabajo; el grupo buscaba confeccionar el álbum de rock perfecto, con maestría, himnos pop/ rock y sin olvidar su pasado con toques aquí y allá de psicodelía. El trabajo de Papa John Creach de 58 años con su violín en este álbum no desmerece en absoluto con sus mejores aportaciones al Airplane. Otros miembros de la tripulación eran los bajistas y teclistas Pete Sears y David Freiberg y el batería Johnny Barbata. Rock hecho para tirar millas sin comerse la cabeza, para ir escuchando entre un Foreigner y un Boston por ejemplo.
“Red Octopus” contiene dos temas instrumentales, «Git Fiddler» y «Sandalphon». El tema que sobresale es evidentemente ”Miracles” que duraba cerca de siete minutos, pero se editó una versión más corta para el single a tres minutos y medio. El disco es una mezcolanza de estilos, pero es normal, había diez compositores acreditados, de los cuales siete estaban en la banda, lo que refleja una multiplicidad de gustos musicales y se convierte en una obra perfecta para los días soleados, sin pensar en la crisis o en los anormales que nos gobiernan. Es un disco hecho para reventar los charts y hacer pasta. Hay más baladas melódicas que los discos del Airplane, lo que les hizo ser más accesible para el público masivo. ¿Y qué? No todo va ser música sesuda y con mensaje. Aquí el mensaje es que pilles el refrán lo más rápido posible, lo cantes y sientas un pequeño cosquilleo de felicidad al escucharlo. Pero si bien comparaba el título a una película de James Bond, es porque James Bond sirve para lo mismo, para evadirse durante un rato sin comerse las neuronas. Al igual que James Bond nunca ganará el primer premio en el festival de Sundance, este disco no ganó tampoco los favores de la prensa especializada, pero sí el de ventas.
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Todavía recuerdo ese 1975 cuando la vida aun no me traía problemas deslizándome por cuestas con mi Skateboard y “Red Octopuss” sonando a toda pastilla por aquel ladrillo que era mi Walkman Sanyo. A veces es necesario e higiénicamente mental escuchar algo tan fácil y fresco. El mal llamado arena rock, AOR, parece que sea pecado escucharlo en algunos sectores, no está reñido escuchar a Reo Speedwagon junto a Radiohead y John Coltrane. La música esta echa para llenar tus sentidos de una manera u otra.
Recuerdo haber votado, a principios de 1976, en Radio 2 los mejores discos del año anterior, 1975. El nacional fue para Lluis Llach con su «Viatge a Itaca», y el internacional, no lo dudé un instante, para este «Red Octopus»
Muy merecido homenaje.
Saludos,
JdG