Enamorado sin remedio de Thin Lizzy y de Irlanda, país donde pasé uno de mis mejores años, que es uno, no era muy difícil convencerme para pasar una agradable velada de San Patricio con uno de mis ídolos, el señor Scott Gorham. Primero, dejemos las cartas sobre la mesa: al igual que seguro que muchos como yo, fue el fanatismo hacia la legión de Phil Lynott lo que guió mis pasos, sí, para qué negarlo. Incluso a pesar de toda la controversia y polémica que rodeaba a esa gestión, sin duda discutible, del legado de tan magna banda; pero reconozco que Black Star Riders ha sido un gran descubrimiento para un servidor y que sus dos primeros discos (All Hell Breaks Loose y The Killer Instinct) me parecen sensacionales, con evidente reverencia a su banda madre pero con respeto, buen hacer e identidad propia. Sirva esta introducción para dejar bien claro que sí, la sombra de Thin Lizzy es larga y omnipresente, pero que ello no sirva de impedimento para disfrutar de una de las bandas a mi parecer más interesantes que se puede ver a día de hoy.

Así pues, una vez más, toca peregrinaje a Kentish Town, al norte de la ciudad. Como es habitual y a tenor de lo mencionado antes, la edad de los asistentes que ya están formando cola es, por lo general, elevada y la cantidad lo suficientemente numerosa para llenar la sala sin incomodidades. El resto del cartel lo conforman dos nombres también muy conocidos así que todo parece dispuesto para una gran noche. Vamos allá.

Con una puntualidad bastante precisa, saltan al escenario Gun. Nunca fui especialmente fan de esta banda escocesa y quizás de haberlo sido me podría haber metido más en su actuación, que me resultó un tanto sobria. Por supuesto, no solo no faltaron Word Up y Better Days sino que no tardaron en hacer aparición, aunque tampoco es que tuvieran mucho margen de tiempo. Insisto, es una banda que me resulta muy ajena y que hicieron un buen y decente papel de teloneros pero poco más memorable, aunque temas como Steal Your Fire me gustan bastante. Tras su breve show, vino una pequeña sorpresa en la que el otrora bajista y actual cantante Dante Gizzi subiera al escenario al frontman de las estrellas principales, Ricky Warwick, para hacerles entrega del premio de Planet Rock a mejor disco británico del año, una felicitación a la que nos sumamos aquí.

Llega el turno de Backyard Babies, no precisamente unos recién llegados tampoco y con un nombre ya sinónimo de toda una escena rockera. Estuvieron bien y tan disfrutable como cabe imaginar, pero no estoy del todo contento con el sonido, el cual creo que tampoco les hizo un favor a ellos mismos, que tampoco parecían del todo cómodos. Apuntar también que quizás falló un poco la conexión con el público, pues se podía observar algunos pequeños grupos de incondicionales con ánimos de altercar junto a otros que no querían entrar en el juego, por lo que no sé si era el mejor lugar para los suecos… pero no faltaron temas como Nomadic, Bombed o, por supuesto, Minus Celsius, por lo que nada que objetar ante la selección y buena labor de los Babies.

Última pausa antes del plato fuerte para caer un poco en la autoindulgencia y cervecear un riñón que lleva unas semanas haciéndome la puñeta e ir a los servicios para que no se enfade mucho. A fin de cuentas, ¡es San Patricio! Tampoco es que hubiera mucho tiempo ya que los intermedios resultaron ser bastante breves, para agrado del respetable. Así fue que sin más dilación, Black Star Riders salta al escenario al compás de Heavy Fire, el cual da título a su reciente álbum. La primera impresión ya es buen indicativo de la excelente salud de la que goza la banda, y es que no es para menos, habida cuenta de la veteranía de todos los músicos que hay sobre el escenario. La máquina está bien engrasada y el repertorio a su servicio, pues empezamos a ver como The Killer Instinct y Soldierstown nos regalan esos magníficos dobletes guitarreros tan marca de la casa y que la complicidad entre Gorham y Damon Johnson consiguen bordar. Robbie Crane y Jimmy DeGrasso son una base rítmica tan potente que bien podrían ellos solos montar toda una cabalgata de San Patricio que recorriera toda O’Connell Street y Ricky Warwick tiene talento y carisma como él solo (ay, ¿a cuántos nos gustaría ver una reunión de The Almighty? ), proporcionando también un buen complemento guitarrero, incluyendo esas acústicas que tan bien sirvieron para introducir temas como Hey Judas.

Pocos respiros vimos en la actuación de BSR, pero reconfortantes y simpáticos, como era la simpática coincidencia de que fuera el mismo 17 de Marzo el cumpleaños de Scott Gorham, con tarta y cumpleaños feliz incluido. Y cómo no sentir un mínimo de emoción al escuchar The Boys Are Back in Town de manos de uno de sus intérpretes originales. Os aseguro que para este humilde fan, significó mucho. De hecho, debo admitir que esperaba más temas de Thin Lizzy (¡lo bien que hubiera sonado un Emerald!), pero es justo recordar que esto es Black Star Riders y que el show debe continuar.

Y continuó. Y de qué manera. Hoodoo Voodoo, Blindsided y más temas recientes nos acercaron a un final de infarto, con esos dos maravillosos y tan lizzyanos temas de su primer álbum que son Kingdom of the lost y Bound For Glory, que terminaron con todo el público en pie. Tanto fue así que ni siquiera permitieron que se ausentaran antes de los bis, aprovechando para poner la traca final con un Finest Hour antes de mandarnos a todos para casa a culminar un gran San Paddy’s. Sabe Crom que he tenido días tan característicos a mis espaldas, algunos hasta casi inconfesables, pero oye, con maestros como Scott Gorham, ninguno. Cambiad el gorro de Leprechaun que os regala Guinness por un concierto de estos tíos y ya me contaréis.

by: Lolo Garcia

by: Lolo Garcia

Rory Gallagher se me apareció y me dijo que yo sería una estrella del rock pero, por desgracia, solo lo escuché yo y ahora nadie me cree. Mientras espero a que llegue "mi gran momento", paso mis días en Londres, donde me dedico a la localización y traducción de videojuegos mientras sigo engalanando mis riffs y metiéndome en vena libros, cómics, películas, series y mucha, mucha música.

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