Otra de las candidatas a ganar el Oscar a la mejor película y que representa mejor que nadie al cine independiente, cintas de poco presupuesto e historias intimistas que siempre suelen «colarse» en la terna por ganar la estatuilla aunque nunca consigan el «premio gordo».
«Manchester frente al mar» nos cuenta la existencia de un hombre que ha decidido morir en vida, emigrando a una ciudad grande como es Boston para pasar inadvertido, un ser anónimo, sin grandes ambiciones laborales, sin intentos de romance, flirteo o aventuras amorosas ocasionales. Sin amigos. Solo amargura. La repentina muerte de su hermano, le hará volver al pequeño pueblo que le vio crecer, una fría localidad costera donde deberá hacerse cargo de su sobrino y volver a enfrentarse con los fantasmas de su pasado, la culpa que no ha sido capaz de superar y que es más que probable que nunca lo haga. Todo por un error fatal, por una imprudencia que sabemos que le va a perseguir siempre y sin redención posible. Es bastante complejo intentar desentrañar una película que trata sobre la culpa y la redención sin contar nada del hecho argumental que precipita toda la narración pero sería destrozar la sorpresa y si en el guion no lo han hecho, nosotros tampoco.
Y es que Kenneth Lonergan ha preparado su largometraje con mucho cuidado en su parte escrita. Una narración no lineal que mediante pequeños «pildorazos» va contando como Lee Chandler pasa de ser un hombre corriente a un «fracasado» sin ningún ápice vital, sin ningún estímulo para revertir la situación. Mediante esos «flash back» consigue que nos sentamos incómodos, que no entendamos bien porque los personajes se encuentran tan solos si en el pasado aparecen acompañados, con familias con hijos, con la estabilidad propia de la clase media. Sin lujos pero sin privaciones. Es sin duda lo mejor del filme y la gran especialidad de su responsable Kenneth Lonergan que con su primera incursión en la dirección consiguió ser nominado al Oscar al mejor guion original por «Puedes contar conmigo», condición que repitió tres años después con «Gangs of New York» de un Martin Scorsese con el que comparte ese gusto por la culpa y la redención en sus largometrajes. El tratamiento del «libreto» es acertado, tanto por la manera de narrar que hemos definido antes, como por utilizar unos pequeños toques de humor que aligeran el melodrama y la tremenda historia que nos están contando y que hace que el resultado final sea más llevadero, pues Lonergan no intenta conseguir la lágrima «a toda costa» y eso es de agradecer.
El problema de la cinta llega con el ritmo, pues ahí Lonergan si peca de irregular, con algunos pasajes más tediosos, cuando no directamente repetitivos mezclados con otros donde las emociones se pueden sentir con gran intensidad, aun manteniendo el tono pausado, el ritmo constante y sin más acción que la que proponen las lineas de diálogo. Se puede entender como dirección mecánica pero es eficaz y a pesar de la gran mayoría de secuencias con dos personajes intenta resolverlo no solo con el manido y televisivo recurso del plano- contraplano, sino con planos corales más complicados pero que gracias a un buen elenco de actores consigue un mejor resultado.
Actores donde destaca la relación del tío con el sobrino, un Casey Affleck que es quien soporta el peso de la película y que resulta tan hierático como su hermano Ben, aunque por fortuna para él, su personaje exije eso. A su Lee siempre se le ve apesadumbrado, con el mismo rictus, sin alegría, salvo en un par de momentos en el barco familiar, metáfora de la libertad y la evasión. Una interpretación muy «bressoniana». El sobrino de Lucas Hedges es un adolescente que no termina de asimilar el alcoholismo y abandono de la madre, la muerte del padre y el posible cambio de vivienda de un lugar donde está asentado. Papel complicado y que resuelve bien, aunque en las pocas escenas donde aparece la que llena toda la pantalla es Michelle Williams, sobre todo en su última aparición en la cinta. Una secuencia que hiela la sangre y por la que estoy seguro que ha conseguido su cuarta nominación al Oscar. Por cierto; las cuatro como mejor actriz de reparto.
Un drama recomendable, con sus luces y sus sombras y del que me ha sorprendido el uso de ciertos autores en la banda sonora, pues por más que se utilice el «Adagio» de Albinoni en escenas de enorme intensidad o a Haendel para reflejar tristeza siempre queda bien. Es un recurso evidente. Está claro. Pero acaso no lo es la nieve y el frío que tiñe todo el espíritu de «Manchester frente al mar» y que baña todos los paisajes de esta localidad de Massachussets.
0 comentarios