Las Flores Del Mal, es una recopilación de poemas de Charles Baudelaire que data del año 1857. Aunque la presente traducción será sobre la edición de 1861. En la primera parte de este nuevo especial que os traigo, que está numerado, consta este “Al lector” a modo de introducción al resto de la obra. Espero que la disfrutéis.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
Au Lecteur
La sottise, l’erreur, le péché, la lésine,
Occupent nos esprits et travaillent nos corps,
Et nous alimentons nos aimables remords,
Comme les mendiants nourrissent leur vermine.
Nos péchés sont têtus, nos repentirs sont lâches ;
Nous nous faisons payer grassement nos aveux,
Et nous rentrons gaiement dans le chemin bourbeux,
Croyant par de vils pleurs laver toutes nos taches.
Sur l’oreiller du mal c’est Satan Trismégiste
Qui berce longuement notre esprit enchanté,
Et le riche métal de notre volonté
Est tout vaporisé par ce savant chimiste.
C’est le Diable qui tient les fils qui nous remuent !
Aux objets répugnants nous trouvons des appas ;
Chaque jour vers l’Enfer nous descendons d’un pas,
Sans horreur, à travers des ténèbres qui puent.
Ainsi qu’un débauché pauvre qui baise et mange
Le sein martyrisé d’une antique catin,
Nous volons au passage un plaisir clandestin
Que nous pressons bien fort comme une vieille orange.
Serré, fourmillant, comme un million d’helminthes,
Dans nos cerveaux ribote un peuple de Démons,
Et, quand nous respirons, la Mort dans nos poumons
Descend, fleuve invisible, avec de sourdes plaintes.
Si le viol, le poison, le poignard, l’incendie,
N’ont pas encor brodé de leurs plaisants dessins
Le canevas banal de nos piteux destins,
C’est que notre âme, hélas ! n’est pas assez hardie.
Mais parmi les chacals, les panthères, les lices,
Les singes, les scorpions, les vautours, les serpents,
Les monstres glapissants, hurlants, grognants, rampants,
Dans la ménagerie infâme de nos vices,
Il en est un plus laid, plus méchant, plus immonde !
Quoiqu’il ne pousse ni grands gestes ni grands cris,
Il ferait volontiers de la terre un débris
Et dans un bâillement avalerait le monde ;
C’est l’Ennui ! — l’œil chargé d’un pleur involontaire,
Il rêve d’échafauds en fumant son houka.
Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat,
— Hypocrite lecteur, — mon semblable, — mon frère !
Al lector
La estupidez, el error, el pecado y la avaricia,
ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
y alimentamos nuestros amables remordimientos,
como los mendigos nutren a sus alimañas.
Nuestros pecados son descarados, nuestros arrepentimientos, cobardes;
Nos hacemos pagar por nuestras confesiones,
y volvemos alegremente al cenagoso camino creyentes,
por las viles lágrimas que lavan todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal, es Satán Trimegisto
quien mece durante mucho tiempo nuestro espíritu encantado,
y el rico metal de nuestra voluntad
es todo vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien domina a los hijos que nos conmueven!
A las cosas repugnantes les encontramos algunos encantos;
cada día, descendemos un paso hacia el Infierno,
sin miedo, a través de las apestosas tinieblas.
Así como un libertino pobrecillo que folla y come
la martirizada teta de una vieja furcia,
robamos, de paso, un placer clandestino
que exprimimos fuerte, como una naranja madura.
Apretados, abundantes, como un millón de helmintos,
en nuestro cerebro, de juerga, una muchedumbre de demonios,
y cuando respiramos, la Muerte en nuestros pulmones
desciende, invisible río, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, la daga, el incendio,
todavía no han embellecido con sus placenteras imágenes
el lienzo común de nuestros lamentables destinos,
nuestra alma ¡ay! no es lo suficiente audaz.
Pero entre los chacales, panteras, perros de caza,
monos, escorpiones, buitres, serpientes,
los crujientes bichos, aulladores, gruñidores, rastreros,
en el infame zoo de nuestros vicios,
¡hay uno más feo, más malvado, más sucio!
que a pesar de no forzar grandes gestos,
ni gritos hará gustosamente de la tierra una escombrera
y en un bostezo se comerá el mundo;
¡es el Tedio!, el ojo cargado de un llanto involuntario,
sueña con la pena de muerte fumando su pipa.
Tú le conoces, lector, ese monstruo delicado,
-¡Hipócrita lector, – mi semejante, – mi hermano!
Creo, que hay en la última estrofa un error de interpretación bastante grave: L’ennui no es el problema, sino «el tedio, el aburrimiento» es la repuesta a que hay algo que es más feo, más malo etc.es más …ese «bicho» es el aburrimiento, el tedio …
Te tengo que dar la razón, Jose-Juan. No sólo lo veo yo;
he consultado con algún colega y efectivamente has tenido buen ojo.
Seguramente como traduzco de manera muy eslabonada,
me aparté del contexto del poema, y me despisté.
En un principio pensé que Baudelaire, dejaba como incógnita fácil,
que el Problema era el propio hombre.
Pero enlazando todo el contexto, sobre todo
con «el zoo de nuestros vicios»…está claro que uno de esos vicios
es el Tedio, no puede ser el hombre.
Como dicen nuestros mayores, el aburrimiento es la escuela del diablo.
Recordé el verso de Philip Larkin…»Las manos del hombre amargan al hombre,
se estrechan como un litoral abandonado». Tampoco le falta razón.
Pero está clarísimo (ahora lo veo mejor) que es Tedio.
Muchísimas gracias por tu ayuda.
Problema resuelto.
Ángel
Me gustaría aclarar también, que el tedio,
no es un vicio. Es una situación de desinterés,
que no puede superarse en sus propios términos,
pero esto ya es una carencia del bueno de Baudelaire,
una carencia psicológica.
Ángel