¡Lo que vivimos anoche fue simplemente una puta barbaridad!. Quedaos con esta frase y si queréis os podéis ahorrar leer todo el rollo que soltaré a continuación, porque el concierto que Topo dieron en Cádiz este viernes 13, fue precisamente eso, ¡una puta barbaridad!. Me da igual repetirme una y otra vez, pero el rock le debe una bien fuerte a bandas como Topo. Podéis y debéis amar a Petty, a la CCR, a Bowie o a Led Zeppelin, es justo y necesario, pero tanto como amar a Topo, Asfalto, Leño, Bloque… una serie de bandas cuya música puso sonido a una generación y cuyas letras siguen siendo poesía urbana pura, que jamás caducará. Y anoche fue una clara muestra, porque el movimiento se demuestra andando y el rock and roll encima de un escenario. Cádiz se preparaba para recibir a una de las bandas fundamentales del rock de este país, a Jose Luis Jimenez, a Lele Laina, culpables de haber escrito canciones que han sido cantadas por muchísima gente, que se han convertido en himnos imperecederos. La primera duda, era como respondería la gente, y la verdad es que llena de satisfacción cuando se ve una sala llena, ver como se dan cita una multitud para disfrutar de una noche de rock, y a pesar de que la media de edad no era precisamente joven, al menos pudimos certificar aquello de que los viejos rockeros (casi) nunca mueren.
Pero la noche, de por si ya lo suficientemente atractiva, contaba además con un añadido más, que la hacia más mágica aún si eso era posible. Bourbon eran los encargados de abrir fuego. A los de Sanlucar, reconvertidos en trío, que todo sea dicho, sigo pensando que han ganado con la reconversión, se les queda pequeño el circuito local. Sus dos discos les avalan, principalmente «Devastación«, pero es que sus directos muestran que estos tipos tendrían que estar tocando sin parar de escenario en escenario, con una multitud rendida a ellos. Lástima que no les acompañará el sonido, y que la voz de Raúl quedase apagada por el resto de instrumentos, aún así volvieron a demostrar de lo que son capaces. Sonaron canciones imprescindibles como «Johnny ha vuelto al barrio» o «¿Quien eres tú», que los volvía aún más grande sobre el pequeño escenario de la sala. Siempre es un placer disfrutar de su música.
Llegaba la hora de Topo, Lele Laina, Jose Luis Jimenez, Luis Cruz y Jesús Sanchez se subían al escenario a las 11.25, y aunque la excitación era máxima, y las expectativas estaban altas, nadie esperaba que iba a ser una de esas noches que no olvidarás jamás, de esas que sientes la necesidad de contar a todo el que te encuentras y no puedes evitar pensar en los que decidieron perderse esta cita. Topo están en un estado de forma tremendo, ellos lo saben y nosotros pudimos comprobarlo de primera mano. Al set list no se le puede poner pega alguna, pero es que realmente, toquen la que toquen, será bien recibida porque en su haber cuentan con una serie de canciones que son imprescindibles. Fueron sonando «Ciudad de músicos», «Ser urbano», «Rocinante», «Colores», «El blues del dandy», «Todos a bordo», «Guerra fría», «El periódico», «Autorretrato», una de mis canciones favoritas de la banda desde siempre, «Abélica», la fenomenal y aclamada versión de Sam Cooke, «Trae a casa tu amor», cantada por todos como si se nos fuese la vida en ello. Pero es que hasta canciones más actuales como «El ritmo de la calle» se codean sin problema con sus clásicos, es lo que tienes cuando el talento se desborda por tus poros.
Por supuestos, la comunión público/banda desde el primer momento fue intensa, decisiva, apasionada. Todo el que estaba allí sabía a lo que iba, era consciente de tener en frente parte de la historia, de nuestra historia, una colección de canciones sin las que posiblemente, no seríamos lo que somos ahora, no sentiríamos ni viviríamos la vida de la misma manera, con la misma mirada. Catarsis colectivos con himnos como «Vallecas 1996», «Mis amigos donde estarán» y por supuesto, la que para mi es la canción del rock español, y si me aprietas, mucho más, la canción que llevo dentro de las venas y pegada al tambor que me golpea dentro del pecho, «Días de escuela», todos cantamos, gritamos, nos emocionamos y volvimos a amar la libertad. Parece que historias como el Rocktiembre ha dado un nuevo impulso a todas nuestras bandas, aquellas que lucharon contra corriente en unos tiempos, en los que medios e instituciones solo daban cancha a bandas subvencionadas, a movidas promovidas. Pero el rock siempre tuvo la calle, y siempre la seguirá teniendo. Gracias Topo por una noche inolvidable.
Foto de Topo -David Galeote
0 comentarios