Tom Ford es un cineasta de lo más singular. Nacido en Texas, fue diseñador de moda y director creativo de las marcas europeas Gucci e Yves Saint Laurent antes de dar el salto a la dirección. Contra todo pronóstico su opera prima, Un hombre soltero, fue un más que correcto film. Ha tardado siete años en poner en marcha su segundo proyecto pero la espera ha valido la pena. Nocturnal animals le confirma como un director de cine a tener en cuenta.
Nocturnal animals es una película que funciona en tres niveles distintos, presente, ficción y pasado. Los amantes de lo sencillo pueden irse olvidando de esta película. Ya desde el inicio intuimos que no estamos ante un film convencional, tanto la estética y la música de Abel Korzenioski nos inducen a pensar que estamos ante una singular pieza de cine negro. Tras unos perturbadores títulos de crédito, la protagonista, Susan ( fabulosa Amy Adams), es deslumbrada por los faros de su propio coche en la lujosa puerta de acceso a su casa. Susan vive en el mundo de la alta sociedad de Los Angeles y regenta una galería de arte moderno. Tiene una escultura de Jeff Koons en su jardín. No olvidemos que Tom Ford viene del mundo de la moda y conoce ese mundo de apariencias mejor que nadie. Ese mundo de lujo es una jaula de oro en la que Susan eligió vivir y ya no la satisface. Susan eligió el negocio del arte renunciando a crear ella misma. En un momento, la infeliz Susan asiste a una fiesta en la que un amigo le hace un sabio comentario: cualquier banal distracción dentro de la burbuja en la que viven los millonarios snobs es mejor que las preocupaciones del mundo de mierda exterior.
Un día Susan recibe inesperadamente un paquete de su ex marido al que hace años que no ve ni tiene noticias. El paquete contiene una novela que su ex marido le ha dedicado. ¿Por qué se la habrá dedicado? La lectura de la novela intrigará a nuestra protagonista y fascina al espectador. La narración en paralelo de la novela se revela como una fascinante historia de cine negro que atrapa al espectador sin dejarle casi pestañear. Las escenas de la novela suponen uno de los mejores ejemplos de suspense y mal rollo de los últimos años. En un violento crescendo lo que parecía un viaje familiar se transforma en una terrible pesadilla. La sofisticada y fría vida de Susan contrasta con el sucio mundo de la novela. Pero, ¿Por qué le habrá dedicado la novela? En esa narración en paralelo nos encontramos a un Jake Gyllenhaal tan ajustado como siempre, no por casualidad Gyllenhaal interpreta al escritor de la novela y también a su protagonista. Michael Shannon compone uno de esos personajes antológicos que sólo un actor de su talla es capaz de abordar. Sin embargo, el que me supuso toda una revelación es Aaron Taylor-Johnson (Kick ass) en un complejo papel que representa todo lo deplorable que existe ahí fuera.
Pero todavía nos queda una tercera capa, la lectura de la novela evoca en Susan los recuerdos de su relación con su ex marido. Como ya hemos dicho, conforme avanza la película vamos avanzando no sólo en la lectura de la novela, sino también en la vida de la protagonista y en su pasado. Todo estará íntimamente relacionado y todo tiene un motivo. Susan no siempre fue así, una vez fue una joven con ideales que renegaba de los valores conservadores de su madre. Como bien le recuerda su propia madre, el tiempo acaba por convertirnos en nuestros progenitores. La lectura de la novela le llevará a preguntarse si tomó la decisión correcta
Como si de un experto director se tratara, Ford va elaborando un perfecto mecanismo de relojería en el que cada detalle cuenta. Nada sobra ni nada falta en esta absorvente trama. Ford nos va mostrando los trozos que le interesan en cada momento. Por suerte, el conjunto funciona y mantiene el interés en todo su metraje. No puedo dejar de recomendaros que estéis atentos a todos los detalles. Es asombroso cómo con unos leves retoques en el peinado y algo de maquillaje se plasma el paso de los años por el físico de esa excepcional actriz que es Amy Adams. Junto con Arrival, este año Adams nos ofrece dos espléndidos trabajos en los que demuestra que no es solamente una cara bonita. Esta actriz pide a gritos un Oscar y no es la única en Nocturnal animals que se lo debería llevar.
Casi se me olvida, el apartado técnico es sobresaliente. Abel Korzenioski compone una inquietante partitura que, paradójicamente, bebe tanto de la pomposidad de Bernard Herrmann como del minimalismo de Phillip Glass. La fotografía de Seamus McGravey consigue crear texturas y colores totalmente opuestos para los distintos pasajes del film. Su trabajo es exquisito tanto en la sofisticación de Los Angeles como en los áridos parajes de Texas.
Por cierto, este despiadado retrato de la superficialidad la emparenta con ese desastre que es The neon demon, pero The neon demon no va a estar entre mis películas favoritas de 2016 y Nocturnal animals sí. El film de Nicolas Winding Refn está vacío de contenido, no hay mensaje tras el impresionante apartado audio visual. Por el contrario, Nocturnal animals tiene múltiples capas y todas ellas valiosas.
Nocturnal animals tiene más de David Lynch o el Dennis Villeneuve de Enemy en cuanto todas ellas son poliédricos rompecabezas muy disfrutables.
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