En los 90 realmente no era un gran seguidor de The Cure, siempre ha sido un grupo que seguí más por radio fórmula, que por comprar sus discos. Con los años y por las opiniones de algunos seguidores, incluso de este medio como José Luis Díez, te van orientando sobre su calidad y es de agradecer que te abran la mente.

La fama que tienen de conciertos muy extensos, e intensos, son reales, tras lo vivido en el Palacio de Deportes, de un tiempo a esta parte bautizado como Barclaycard Center. Una pena que no lo pudiera comparar con otras giras pasadas como la del “Disintegration” o  “Wish”, de la que todo “True fan” te habla (hayan o no hayan estado).

Una de las cosas que imaginaba cuando vas a ver un espectáculo de los británicos, es que mucha gente iría vestida como Robert Smith, con sus guardapolvos negros, sus caras pintadas y con el pelo con mucha laca. Pues fue una de las cosas que más me sorprendió, ya que la gente iba vestida como si hubiesen salido de la oficina, más que sacados de la película “El Cuervo”.

Algo de lo que quiero quejarme, antes de empezar a hablar del concierto, es el precio abusivo de las entradas. No es normal que cuesten más del doble que en su paso por Lisboa, “metiendo” unos gastos de distribución de “chiste” por lo desproporcionado (la reventa es otro negocio que parece estimulen), aparte de los precios del “Merchan”, o el precio de las bebidas. Sin contar que en una noche lluviosa, la gente hubiese pagado esa “pasta” y se encontraban con sus abrigos mojados en un brazo y en el otro con el vaso de cerveza, refresco o combinado cobrado a precio de restaurante de estrella Michelín (los de pista). Pero por lo poco que tardaron las entradas en venderse, me imagino que no será el último evento con estos disparatados precios, aunque eso lo dejo para “expertos” o sociólogos.

Hablemos del concierto; sin presentar ningún disco, optaron por mostrar todos su repertorio en casi tres horas, repartidas en cuatro bloques. En todo ese tiempo pasan por muchos altibajos, para cerrar con un bloque final con todos sus hits y dejar un sabor de boca sensacional.

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El escenario era abierto y bastante sencillo, unas pantallas con una sobria proyección y muy buen juego de luces, así que lo dejaron todo para su excelente y amplio legado musical, tocado simplemente de una forma sensacional.

Puntuales como buenos británicos a las 21:00 comenzó el show, con un Robert Smith sensacional de voz, y un Simon Gallup que por el no pasan los años, con su estética Rockabilly y una energía impropia de un “chaval” más cercano a los sesenta que de los cincuenta y su sempiterno bajo tocado a la altura de las rodillas. Reeves Gabrels estuvo todo el tiempo en un segundo plano (es el nuevo), pero no por eso no brilló dejando buenos punteos demostrando su virtuosismo. Jason Cooper estuvo muy sobrio y Roger O´Donnell siempre en su sitio con los toques característicos de su teclado. Un cuarteto de músicos sensacionales que realza a Robert Smith en cada tema.

Empezaron con tres temas tocados con mucha profesionalidad que la gente los escuchaba expectantes y disfrutando de un sonido brutal, fueron; “Open”, “High” (del mítico “Wish”)  y “A Night Like”, muy para degustación de los puristas de la banda, pero fue con la cuarta cuando levantaron por primera vez al público con “Push” que fue la elegida para pasar de esa envoltura gótica, a ese ambiente festivo continuado por “In Between Days”. Con altibajos y algún tema que era debut en la gira como “The Blood”, con esos toques de flamenco que el respetable pasó con mucha indiferencia, llegamos a “Just Like Heaven”. No habían sonado ni tres acordes de guitarra y el Palacio sonaba como si el equipo local hubiese metido una canasta en el último segundo. Cerrando las casi hora y media con la oscura “From The Edge Of The Deep Green Sea”, “One Hundred Years” y finalizando con la apropiada “End”.

Después del descanso entraron con “It Can Never Be The Same”, tema bastante frío para la gente (vista su reacción), cosa que no pasó con “Burn”, tema de la banda sonora de El Cuervo, pasando por dos canciones bastante oscuras como “Play For Today” y un clásico como “A Forest”, de esos cortes de principio de la banda, dejando un corte muy siniestro.

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La entrada del siguiente bloque  fue con “Shake Dog Shake” y “Three Imaginary Boys”, dos temas para los más aficionados de la formación, porque el resto lo recibió bastante frío, llegando a “Fascination Street” que  volvió a levantar al público sin saber que la siguiente canción era la fascinante “Never Enough” con su característico riff de guitarra, cerrando con “Wrong Number” para el deleite de las más de 16.000 personas.

Para la parte final, ya con el pabellón entusiasmado por el espectáculo y sabiendo que quedaban los platos fuertes, salieron al escenario con “Lullaby” y esas telas de araña que recordaban al videoclip, esos arpegios de guitarra y esas notas de teclado tan características, siguiendo con el tema tan disco y bailable “The Walk”. Ya con el respetable metido en su bolsillo continuó con dos canciones que si antes no se había caído suficiente el Barclaycard, ¡¡¡pues toma!!!, “Friday I´m In Love” y “ Boy´s  Dont Cry” donde pienso que no hubo nadie que no las cantara y coreara. Con la angustiosa “Close to Me” y esas famosas notas de teclado, cerraron con una magnifica y bailable “Why Can’t I Be You?”.

En resumen, un gran concierto de una banda que tienen fuelle para rato por lo demostrado en el Palacio. casi tres horas de concierto y 31 canciones sin que se hiciera pesado ni aburrido, podremos contar los que estuvimos allí, que hemos visto uno de los mejores conciertos del año. The Cure es una banda con mayúsculas y una eternidad en su testamento musical.

 

Autor: SERGIO BIXO

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1 Comentario

  1. Luis Cifer

    Bravo! a ver qué tal se portan el Sábado en BCN, por lo leído parece que están en plena forma.

    Responder

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