Jamás me ha gustado arrugarme ante los embites del tiempo. La vida es para el que lucha, no para el que se deja llevar por la corriente, sin saber si la orilla que le recibirá será la que colme sus necesidades. La miel es para el que se deja la piel en cada intento, aunque la mayoría de las veces se revista de hiel en el paladar. La paz muchas veces llega después de que el infortunio te haga llorar a escondidas o a lágrima descubierta, como barco sin timonel a la deriva, al que finalmente el viento, le vuelve a colocar en la dirección ansiada. La mayoría de las veces, los golpes no son sencillos de asimilar, por muy preparados que nos creamos para ello. Estirpe nunca fue una banda más. Su apuesta desde los inicios de la banda, buscaron el camino difícil, alejados del cobijo de lo habitual, de la apuesta segura, colocándolos en ese camino del centro, por el que hay que caminar con la cabeza bien alta y amueblada, para no terminar escapando a la carrera por el primer atajo que aparezca a la vista.
«Neurasia» los colocaba en esa situación en la que ya no existen excusas para no rendirse ante lo que ponían frente a tus narices, el disparadero de salida estaba preparado, cargado de pólvora para volar lo más alto posible, refrendado por una carrera en la que paso a paso, cimentaban ese punto de no retorno. Pero la vida, como decían 091, que mala es, y en el momento menos deseado, no perdió la oportunidad de poner una zancadilla en el camino de Mart, vocalista de la banda, obligándole a luchar con todas sus fuerzas, con esa fe en uno mismo, que renace cual ave fénix cuando todo va en ello, y a colocar a la banda, en un punto de suspensión e incógnita, de la que escapara para volver a rodar, aprovechando el carburante mezcla de alegría y rabia contenida. Estirpe vuelven, y cuando se regresa después de un gran desafío, aunque uno siga siendo uno mismo, un cambio siempre va implícito, y esta nueva vida de su vocalista en particular, de toda la banda en general, no podía llegar de mejor manera que con «Jam Fuzzion Klan»,una vuelta de tuerca a viejas canciones, con el respaldo de vientos y la esperanza profunda de los ritmos latinos.
Si Estirpe nunca ha sido una banda amiga de lo fácil, os aseguro que ahora tampoco, y volverán a hacer desconfiar a unos, a desorientar a otros, y a embelesar a quien no tema entrar en su burbuja de música con alma. Desde que los altavoces aullan con «R136A1 & En tus ojos», donde esa sección de viento actúa como compañera bastarda de una potencia inusual. Imposible no dejarse llevar por el ritmo de la estrofa. «El color de mi voz» es una brutalidad en toda regla, toda esa potencia acumulada como vehículo transmisor de la rabia, con esos arreglos fantásticos. «Contigo» desborda sentimientos a flor de piel, desesperación y riqueza en forma de una música que bebe de distintos lugares y los auna en una patria propia. Llega la joya de la corona, «El último pétalo», con su belleza sureña, entendiendo este adicto sur como magia andaluza, con un saxo maravilloso que te acuna entre sus brazos mientras la voz te abre sus puertas.
«Encender otro ángel» derrocha groove por cada poro, por cada golpe de ritmo, revistiendo el original en una vuelta de tuerca llena de talento. «En silencio» se mece en ese bajo (simplemente magistral el trabajo de Paco Records Jr durante todo el disco), mientras Mart deja salir las emociones a través de su garganta. «No somos 100» sigue siendo un cañonazo, esas guitarras son dignas de escuchar una y otra vez, mientras que ese empuje extra a través de los vientos le da un punto extra. Asómate a la ventana, Jamaica no está tan lejos cuando comienza a sonar «Un esfuerzo más». Posiblemente, «Magnético» sea la que menos han vuelto a bautizar de lluvia de ritmos, quedando cercana a la original, pero, da igual, porque esas guitarras y ese estribillos siempre me han vuelto loco. Llega el final con «Ser mejor», una puta maravilla, oiga, que despide de forma magistral este disco. No se si esto es un alto en el camino para coger aire y seguir fuerte por su manera de ser o si tal vez, es un nuevo horizonte por el que extender las alas y volar. Sea lo que sea, espera a que llegue y mientras tanto, disfruta este disco en toda su plenitud.
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