Uff, menuda velada. La cosa prometía ya desde el principio con unos MOAS que caldearon el ambiente a base desu enérgico torrente de soul y funk. El combo zaragozano formado por miembros de The faith keepers y Los bengala dejaron al personal satidfecho y aturdido por su contundencia. Es la segunda vez que veo a Borja Keeper en directo y me sigue pareciendo un auténtico fiera sobre el escenario. Ya lo he dicho alguna vez, no son norteamericanos pero por sus venas corre auténtico funk y poco tienen que envidiar a los del otro lado del charco.
Tocaba el turno de Lee Fields & The Expressions y la verdad es que su repertorio fue casi idéntico al ofrecido recientemente en Santiago de Compostela y ya narrado por nuestro compañero Bernardo de Andrés. También fueron idénticos el buena sabor de boca que nos dejó la banda y la energía que desprenden sobre un escenario. Nacido en 1951, el de Carolina del Norte desprende una gran empatía con el público, lo que unido con un repertorio de lujo y una voz prodigiosa son elementos más que suficientes para ofrecernos una gran velada de soul. Especialmente emocionantes me resultaron Just can’t win y Don’t leave me this way. Los pelos de punta, oiga. También me entusiamaron la forma en la que atacó el par de temas nuevos de su nuevo cd Special night a la venta el 4 de Noviembre: I’m Coming home y Never be another you. La verdad es que sonaron a clásicos instantáneos, de esos que con una escucha ya se te quedan. Un lujo poder asistir a tal torrente de emociones ejecutado de forma tan magistral. La joven banda, todos blancos, se compenetraba perfectamente con la maestría de Lee Fields sobre el escenario. Como buen front man, Lee se metió enseguida al público en el bolsillo a base de interactuar con el respetable. Hay que ver las tablas y el dominio del escenario que tiene este señor. Como nota curiosa, en un momento del show una chica se subió al escenario para colocar a Fields un cachirulo y, ya de paso, arrearle un par de besos al amigo y quedarse todo el tema sobre el escenario.
Tras una Faithful man en la que Fields parece llegar al paroxismo, hace el amago de acabar la velada. No puede ser, imposible. El público quiere más y así se lo hacemos saber. Fields ya no es un jovenzano (65 años tiene ya el colega) y sabe sus limitaciones, rebosa energía pero no durante shows de dos horas. Regresa sin el cachirulo y sin la camisa para atacar una genial Honey dove que nos dejó extasiados a los allí presentes y tras la cual ya no cabían más alegaciones. Fueron apenas una hora y cuarto de un show intenso y bailable a a partes iguales. Larga vida al soul y larga vida a Lee Fields & The Expressions.
0 comentarios