Después de asistir al concierto de Brit Floyd en el Sant Jordi Club de Barcelona, varios y variados son los aspectos a comentar, pero no estaría nada mal, para empezar, destacar, siempre bajo mi particular prisma, que Damian Darlington, el verdadero artífice de todo este tinglado, con toda probabilidad en la cabecera de su mesita de noche figura en un primer plano destacado el DVD de PULSE, y que a lo largo de los últimos 20 años no ha habido día que no lo haya revisado, como tampoco, y siempre, tal como he comentado, bajo mi punto de vista, Mr. Darlington se queda con los Floyd de Gilmour.
Casi tres horas de concierto, con un intermedio de veinte minutos, que se entiende perfectamente que así sea, ya que cuando regresan al escenario tras finalizar la primera parte con uno de los grandes momentos de la noche, y es que sólo se han acercado al Animals con esa majestuosa «Pigs», con una parte final absolutamente grandiosa, ahora toca el turno de iniciar la segunda parte del set con algo que sólo un genio o un loco sería capaz de hacer, y todavía no tengo claro como catalogarlo, como es atreverse con un «Echoes», algo que puede ser tremenadamente peligroso y con todos los números de hacer fracasar el espectáculo, ya que atacar a esa monumental obra maestra es tarea complicada, y resulta que los Brits, no sólo consiguen salir airosos del desafío, sino que ante nosotros aparece otro de los grandes momentos de la noche.
Una noche en la que el grupo, encima del siempre majestuoso escenario del Sant Jordi Club, apropiado para que ahí encima los Brit Floyd desplieguen toda la parafernalia necesaria para hacernos recordar a esos Floyd de 1994 comandados ya en solitario por Gilmour que en el London’s Earls Court desplegaron una de las mayores puestas en escena que ha visto el Rock, pero el problema, obviando claro está que ayer en Barcelona no estaban los auténticos, es que si bien el escenario era el adecuado, la inmensa sala del Sant Jordi Club sólo presentaba una tercera parte de su aforo, cosa que posiblemente incidió en que el grupo se contagiará del aspecto que ofrecía el recinto y el «Learning to Fly», tema encargado de abrir las hostilidades, se nos presentara sin el gancho necesario que requiere el tema. A continuación le tocó el turno a la siempre espectacular «High Hopes» , con la que el grupo ya encontró la ruta de lo que iba a ser un gran concierto plagado de grandes momentos en los que la inmortal música de una de las grandes bandas de la historia del Rock, apoyada por toda la monumental parafernalia que se desplegó ayer en el Sant Jordi Club.
Uno tras otro fueron cayendo algunos de los grandes hits de Pink Floyd. No faltó el «Shine On You Crazy Diamond (Parts I-V)», que si bien les quedó bien, no consiguieron elevarlo al mismo nivel de otros temas que ayer sonaron. Y antes de que esa dupla imbatible formada por «Another Brick in the Wall Part 2» y la antes mencionada «Pigs» se encargaran de cerrar la primera parte, también asomó la cabeza la sobrevalorada «Us and Them». Veinte minutos de descanso para, tal como ya he comentado antes, iniciar la segunda parte con «Echoes», en la que no podía faltar «Time», otro de los grandes momentos de la noche, encargada de dar paso a la obra cumbre de Pink Floyd, «Comfortably Numb», tema encargado de cerrar la segunda parte antes de los dos bises, que estaban más que cantados. Y si bien la versión del Comfortably del 94 en el London’s Earls Court, es posiblemente la mejor de todas las que haya hecho Gilmour, ayer Damian Darlington no quiso ser menos, y se marcó un solo absolutamente demoledor. Sólo por el Comfotably que ayer se marcaron, ya valía la pena haberse desplazado a Montjuic en una tarde noche lluviosa. Y ya sólo faltaban los dos bises de rigor, y es que no puede haber concierto dedicado a los Floyd en la que no aparezca la inmortal y emotiva «Wish You Were Here», durante la cual en la espectacular pantalla esférica que domina todo el escenario, nos fueron pasando imágenes de los diversos componentes, centrándose, evidentemente en la figura de Syd. Y para terminar, no podía faltar «Run Like Hell» para poner patas arriba el Sant Jordi Club. No sé si los Brit Floyd son la mejor banda tributo a Pink Floyd o no, pero lo que sí sé es que ayer desplegaron sus credenciales para serlo.
Grandes los Brit Floyd Un vídeo publicado por Rockthebestmusic (@rockthebestmusic) el
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