Me parece loable el intentar vitalizar la vida de la ciudad, llevando la cultura a la calle. La gente de la asociación Diáspora se lo han puesto como objetivo, dar vida al verano de El Puerto de Santa María, con espectáculos, exposiciones, teatro y conciertos a pie de calle, para que tanto el turista como el oriundo de la marítima ciudad gaditana, pueda disfrutar de estas fechas estivales, encuentre un aliciente más. Con mucho esfuerzo y quebraderos de cabeza, han conseguido sacar adelante un excelente programa que llenará de color las noches durante un par de semanas. Y todo con poca ayuda municipal, parece ser que el cambio de gobierno no ha cambiado los viejos hábitos. Si los de antes, pensaban que limpiaban sus conciencias abriéndose a espuertas al Monkey Week, los de ahora, no se que auto elogios se regalaran, en fin, que la cultura nos pertenece a la gente de la calle, no a los que moran por cuatro años las instituciones. Y aunque repito, me parece loable y digno de admiración ese esfuerzo por llevar la cultura a pie de calle, de colocarla en bandeja al ciudadano, cuidado, que todo trabajo merece su recompensa, y no acostumbremos al personal solo a acudir a la barra libre, a exigir siempre las puertas abiertas.
Este sábado 20 de agosto, la noche se presentaba interesante con la participación de tres bandas en una de las tandas de música en directo que se escucharan durante estos días en la ciudad. Problemas logísticos hicieron que solo pudiese asistir al concierto de Handicap, que ya habían conseguido disipar cualquier duda que pudiese tener, en su anterior bolo tan solo unas semanas antes, crónica que podéis leer pinchando aquí. Con algo de retraso respecto al horario establecido, comenzaron su actuación. Estos tipos se sienten cada vez más seguros sobre el escenario, y si a eso le unes, el buen repertorio que van acumulando, los convierte en cita obligada para este que escribe. Las miradas se centras inevitablemente, en su vocalista, Sergio Bastida, capaz de atraer sobre si la atención de la gente, tanto por su puesta en escena como por la actitud que desprende, todo esto con una banda que suena compenetrada, e incluso esta vez, algo más potente, sobre todo por el constante ritmo que les marca la batería.
Es complicado redefinirlos dentro de un estilo, porque saben como hacer propias todas las influencias. Una canción como «Swamp love» sonó de muerte, es necesario recalcar, como canciones como esta o «Under world» de un anterior proyecto de Sergio y Rick, guitarra y batería, las han conseguido adaptar a la personalidad de la banda y hacerlas sonar mejor que nunca. Me sigo rindiendo ante «Down in the river», esa mezcla de rock clásico, de querencias sureñas, con ese ritmo tan marcado y el irresistible discurso en forma de melodía vocal que complemente a la música. Una hora que se hace demasiada corta y que pone fin con «Fire asterorid» y esa macarrada llamada «Fuck the police», que cierto es, que esta vez sonó menos corrosiva y agresiva que la vez anterior. Banda de futuro, con los pies bien plantados en el presente.
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