rbLas expectativas depositadas en Robert Jon & The Wreck estuvieron ayer en la ciudad de Murcia plenamente justificadas. A la banda californiana siempre se la ha señalado como uno de los conjuntos a tener en cuenta por parte de todos aquellos degustadores del Blues-Rock y el Southern y con razón, después de haber ofrecido una serie de recitales en Barcelona, Alicante, León y La Coruña. Sucede a menudo que cuando una banda de estas características decide iniciar su singladura por el circuito musical, se exacerban mucho las comparaciones con otros grandes del género como Lynyrd Skynyrd, The Allman Brothers o Molly Hatchet, sin tener en cuenta las enormes diferencias en cuanto a sustrato cultural se refiere, y que en la formación norteamericana se atisba desde un primer momento.

Star Mafia Boy es toda una institución del circuito rockero underground estatal. Con más de cinco discos editados hasta la fecha, el artista madrileño, a base de trabajo y descaro, ha conseguido hacer de su nombre escucha obligada para todos aquellos que aman el Hard Rock de los ochenta y el Punk. Después de la edición de su cuarto álbum, Kamizake Diablo, su carrera ha ido a más, llegando a compartir escenario con sus idolatrados Burning –referencia obligada para el propio artista- Su concierto prescinde de cualquier atrezzo o aderezo inútil, para concentrarse en recrear los viejos tiempos del género. Seguidor como es de la escuela de Pepe Risi, en el momento en que se sube al escenario, cambia. Adapta a la perfección cada uno de los parámetros estilísticos de sus ídolos a su propio ideario musical, concretándolo en una serie de composiciones gratificantes y en un directo enérgico y sin concesiones a la tranquilidad. Siempre es garantía de diversión, y que esté consiguiendo sus objetivos no es casualidad. El momento en el cual saltó del escenario para tocar en medio del recinto y se subió a la barra del bar a terminar Cybperpunk fue brutal.

Antes de centrarnos en Robert Jon es menester hablar primero de New Generation Superstars. Al igual que el propio Star Mafia Boy, también beben de toda una ingente fuente de influencias del Hard y el Punk de los setenta. Una puesta en escena salvaje y una música, cuya principal fuente de inspiración es la impronta que dejaron The Dictators o KISS  en su sonido: sucio, directo y tremendamente reminiscente, también, a los primeros álbumes de Dead Boys. La progenie de Stiv Bators, Michael Monroe ha entendido a la perfección el incisivo y penetrante estilo de éstos, como lo reflejan canciones en las que el aire festivo de Mötley Crüe  en Dr. Feelgood, está más que patente, al igual que el de los Backyard Babies de Diesel and Power.

Por último, salieron Robert Jon and The Wreck. Los californianos salieron con la firme convicción de querer demostrarle al público allí congregado, que su directo, al igual que la publicación del excelente Good Life Pie, son confirmaciones del estupendo trabajo que  el conjunto liderado por el ínclito y sencillo Robert Jon Burrison está llevando a cabo por el momento. Un directo que manejaron a la perfección, con temas de su ópera prima y el anterior álbum mencionado. La banda, conjuntada a la perfección, supo interpretar lo que el público quería: Rollin –su estupenda ejecución, así la dicotomía sonora entre el piano western y el estribillo sencillo, con la sala recreándose en las cadencias sonoras de éste-, The Death of Me –los espíritus de Duane Allman y Dickey Betts trasplantados y purificados en un tema cuyas guitarras bien podrían haber firmado éstos- y, por supuesto, composiciones pertenecientes a su primer álbum, como por ejemplo de The Devil Is Your Only Friend, la cual sonó como una ametralladora.

Como les suele suceder a la gran mayoría de bandas del estilo, es en las canciones lentas en las cuales  demuestran no sólo su enorme potencial instrumental, sino también su habilidad a la hora de tejer prodigiosas historias de amor, nostalgia y fracasos sentimentales, sostenidas por una instrumentación perfecta. La ejecución de Mary Ann lo confirmó: magistral en todos los sentidos. Y es que el concierto de los californianos fue inapelable en cualquier momento. Capitalizaron a la perfección los que asistimos al recital queríamos. Demostraron que las bandas del género en la actualidad, pese al maravilloso legado que arrastran, no son meras extensiones de los clásicos: Robert Jon demostraron que son presente y futuro. La traducción del título de su primer álbum es Autopista a la gloria. Y si continúan por estos derroteros conseguirán su objetivo sin lugar a dudas. Una velada, en resumidas cuentas, maravillosa, gracias, sobre todo, a la promotora Mad Men por traerlos.

by: Alex Palahniuk

by: Alex Palahniuk

Veinticuatro años. Estudiante de Derecho, amante de la música, la literatura, el ensayo y apasionado de la escritura.

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