Como me gustaba gritar, aquello de ¡la calle es nuestra!. Ultimamente, en uno de esos grupos de whatssap que hacen, en el que están todos los colegas de siempre, los que sigues viendo y los que no, comienzan a aparecer fotos de cuando eras un chaval, de cuando te querias comer el mundo, pedazo a pedazo, costase lo que costase. ¡Como hemos cambiado!, diran algunos, muchos. No tanto, pensamos unos pocos, que nos notamos la piel curtida por el paso del tiempo, la ilusión apaleada en alguna esquina que otra, pero la misma sensación de seguir creyendo en lo mismo, aunque las circunstancias del tiempo, te vayan adaptando la forma de vivir y pensar, sin intentar escapar demasiado de la fina línea que te convierta en un perfecto hombre formal. ¡La calle era nuestra!, y en cierta forma la sigue siendo, porque la banda sonora para la lucha la elegimos nosotros, y nos la sirven en bandeja todas esas bandas que contemplan la realidad de la misma manera, ayudante a levantarte una y otra vez, a escupir contra el viento, a riesgo de acabar con la cara mojada, pero sin poder disimular la rabia, preparado para capear una y otra vez con «Héroes, esclavos y traidores», que se cruzan en tu camino.
Preciso título para el nuevo disco de los asturianos Crudo, que traen su rock de la calle, lleno de referencias al día a día, del que se pone el mono de trabajo para sobrevivir cuando llega de nuevo la noche. Y las cosas te las dicen a las claras, con las guitarras a forma de ariete y gritando bien fuerte, «Ya no creo en nada». ¿Que es eso?, ¡Hostia, una intro a base de un diálogo de El día de la Bestia!, que viene como anillo al dedo a «Bocazas», donde reflejan a diversos personajes que seguro que te encuentras más de una vez cada jornada. Y ahora llega el turno a los «Heroes», y a sus fantásticas guitarras. Somos gente de barrio, y en «Gamonal» queda claro, homenaje a la lucha vecinal, y que al pueblo unido, no es fácil derrotarlo. «Nada a cambio» suena mas rockero, menos acelerado, más melódico. De nuevo a deguello, con el momento más heavy en «Esclavos», retratando lo que rodea.
«Judas» es sutil, no tan directa en cuanto a letra como el resto, pero señala con el dedo sin dudar. «No te rindas» es un poema de Benedetti, en el que cambia el tercio, arrimando a lo que resguardamos para coger fuerzas, y que mejor que adaptar un poema de uno de los grandes. El punto final lo pone «Dale», y ya lo tenemos claro, la calle sigue siendo nuestra, vuestra y por supuesto de Crudo.
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