Para seguir con interés la trayectoria de un músico, no es necesario que su nombre esté escrito con letras de oro en la memoria de los fans del rock, ni que los más eruditos del lugar, rescaten su nombre, como demostración de sapiencia conseguida con el tiempo. A veces, los nombres van grabados en la memoria a fuego, porque las sensaciones no tienen reglas de tres, y los gustos, por suerte, nunca habrá constitución alguna que los recoja. Los héroes demasiadas veces son de papel, porque cuando se convierten de carne y hueso, quien sabe si cumpliran tus expectativas. Tal vez sean más necesarios los villanos, más en este mundo nuestro de hipocresia vestida de expresiones y actos políticamente correctos. Me importa más bien poco quien se merezca a clamor popular estar en los olimpos, yo lleno mis altares con canciones que me dan la vida, haciéndolo siempre a mi manera. Por eso J.J. Marsh, siempre estará en mi punto de atención, porque es mano derecha de Glenn Hughes y eso no lo hace cualquiera.
Por eso, cuando Marsh ha tendido este puente hacía Marte, en forma de power trio junto a Robert Hansen y Thomas Broman, tres tipos que juntos y por separado, han tocado con Hughes, Michael Schenker, John Norum, Huhges Turner Project, Electric Boys, Humanimal,Firebird, JL Turner... y cuyas influencias son el hard rock de corte clásico, cierro los ojos y a ciegas corro a cruzar dicho puente, al ritmo de sus canciones. Estos tipos son tres profesionales contrastados, pero que no solo viven de técnica, también tienen ese alma necesaria para que las canciones sean algo más que una sucesión acertada de acordes. Escucha la inicial «The days that never comes», escucha ese riff, y eso, que posiblemente no sea la mejor canción del disco. «Mirror magic split» tiene una guitarra que me ha enganchado, sobre todo esa parte final, que me recuerda muchísmo a Michael Schenker. «Superfii yourself» cuenta con un riff brutal, y ese halo a lo Led Zep. «In a white light» es una maravilla que te lleva al mejor rock duro de los 70, con reminiscencias blues y de nuevo esencias de los de Plant y Page.
En «Soul Shine» la voz de Marsh me recuerda a Hughes, y tiene ese sonido Whitesnake, Purple era Coverdale, que a mi, personalmente, me encanta. «Amaze my mind» sigue esa senda de hard clásico, «Jupiter’s dream» vuelve a sacar a relucir el riff como guia, mientras en «Rivers of Disillusion», tiene un sonido más oscuro que se mezcla perfectamente con esos teclados. «All this time» reposa un poco los tiempos, convertido en un buen medio tiempo que pone punto y final a este disco.Vale, que hay muchos discos de este estilo, pero ¿y que?, mientras sigan sonando así de bien. Venga, no voy a tirar de nombres setenteros para hacer de guia, pero idóneo si te gustan Badlands o los más actuales Red Sky Mary.
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