Lubna es una ópera rock en la que confluyen diversos factores: Mónica Naranjo en el mejor estado vocal de su carrera, la Orquesta Sinfónica Ciudad de Elche demostrando que en España se pueden alcanzar cotas de calidad altísimas, Pepe Herrero (Stravaganzza, Leo Jiménez, etc.) y Chris Gordon en estado de gracia con la producción, tintes flamencos y hasta un tango… ¿Quién da más?
En la vorágine del mainstream, poder llevarse al oído un álbum que llame la atención por lo creativo y arriesgado de su apuesta musical, más allá de tretas publicitarias y otras cuestiones alejadas de lo que es el arte en sí mismo, es prácticamente imposible. Por eso cuando un proyecto como Lubna ve la luz te alegra el día.
Se nota que los 7 años que la de Figueras y su equipo han invertido en crear este álbum han servido para cuidar hasta el más mínimo detalle. Y es que Lubna está enhebrada por 17 canciones que tienen mucho en común, más allá del argumento que engloba el LP.
Cada interpretación y arreglo adquiere un sentido dentro de la obra. Cada matiz consigue que el conjunto de las composiciones se eleve a un nivel superior. En definitiva, es la mejor reivindicación que se puede hacer de la producción artística – que no ejecutiva – como profesión necesaria dentro del negocio musical.
Si bien es cierto que en la mezcla se echa en falta más volumen en los elementos rockeros (guitarras, bajos y baterías), si Lubna se lleva al directo y se le da más protagonismo a la sección eléctrica el resultado promete ser demoledor y espectacular.
El disco comienza con la instrumental “Lasciatemi qui” y su melodía aparecerá a modo de leitmotiv en otros puntos de la obra. En Lubna encontramos desde canciones con alta carga de rock como “Ya está bien” o “Romance con la locura” hasta composiciones que profundizan en el Flamenco (detalle que me ha encantado) como “Boomerang” o “L´ombra”, con las impresionantes colaboraciones de Marina Heredia y Jaime Heredia, respectivamente.
Incluso el tango tiene cabida en Lubna. Uno de los puntos fuertes en este sentido es el mestizaje de los estilos. En ningún caso podemos hablar de composiciones netamente rockeras, electrónicas, clásicas o de raíz. Todas y cada una de las canciones tienen elementos que las distancian de lo estándar y ese es el nexo de unión que tienen entre ellas.
Es casi imposible quedarse con un único tema de esta ópera rock. Quizás “Ese es mi público”, “Holocausto” y “Boomerang” son los que más llamaron mi atención en una primera escucha.
Este álbum se aleja bastante de lo establecido en los canales convencionales. Se agradece que artistas consagrados salgan de su zona de confort para continuar experimentando más allá de lo que dictan las listas de éxito.
En alguna crítica negativa hacia Lubna he podido leer que se compara este disco con La huerta atómica (1976) de Miguel Ríos, tildando a ambos LPs de suicidio artístico. Para los seguidores de la carrera de Ríos ‘La huerta atómica’ es un disco de culto, uno de los más valorados en la carrera del granadino por su singularidad. Así que si Lubna va por ese camino sin duda es el correcto.
Por otro lado es alentador que un sello como Sony Music haya apostado por una obra de estas características. Obviamente, hubiera sido casi imposible que una multinacional fijase su objetivo en un LP tan «anti-comercial» si lo firmase un artista desconocido. Pero el hecho de que en las altas esferas abran las orejas siempre es positivo. ¿Quién sabe? Quizás Mónica Naranjo haya abierto una pequeña puerta, un resquicio por el que se puedan colar otros músicos que huyen de lo establecido y que hasta ahora no han podido romper la barrera del underground.
Lubna es un disco que merece ser escuchado con una apertura de mente total. Me quedo esperando sus presentaciones en vivo.
Muy buena crítica. Al igual que Lubna, esta crítica no se queda en el plástico o en lo artificial. La Naranjo los tiene muy buen puestos presentandose en Sony con el disco terminado y diciendo «o esto o nada». GRANDE.