He tardado un poco en ponerme con esta segunda temporada de Fargo pero ya me la he ventilado como tocaba, es decir, asimilando con tranquilidad todos y cada uno de los capítulos, sin prisas aunque tampoco sin bizarras intenciones analíticas. Quizás será manía mía, pero una serie como la que tenemos hoy entre manos no me gusta visionarla con rapidez, quiero saborearla, sentirme dentro de verdad, reflexionar sobre las diferentes escenas y diálogos que se suceden y la he estado intercalando con la quinta temporada de Mad Men y alguna otra más. En realidad, será que no quería que se acabase, vamos, igual que True Detective (…).
En fin, resumiendo un poco los acontecimientos, esta segunda temporada centra los hechos y circunstancias treinta años antes de la primera, manteniendo un personaje, el del padre de Molly Solverson, Lou Solverson (en la primera interpretado por Keith Carradine y en ésta por Patrick Wilson), que recién llegado de Vietnam retoma su trabajo como oficial de policía al lado del Sheriff Hank Larsson (genial Ted Danson). Muy pronto una serie de acontecimientos extraños y desafortunados sucesos empiezan a pasar entre las localidades de Fargo y Luverne, Minnesota, desencadenando una guerra de mafias entre la familia Gerhardt y una organización criminal de Kansas City.
En esta temporada la serie sigue centrando la trama en personajes ‘loosers’ de aupa que, a priori, pasarían desapercibidos para cualquiera, con sus neuras, sus complejos de pueblerino y sus locuras rurales y en este caso la trama se centra y desarrolla alrededor de Peggy (Kirsten Dunst) y Ed Blumquist (Jesse Plemons), ella una acomplejada y neurótica peluquera y él un pragmático pueblerino carnicero. Pues bien, para no contar demasiado os diré que a ella le sucede algo y su maridito tiene que limpiarle siempre ‘la mierda’ por este hecho incumpliendo la Ley y cabreando mucho ‘a los malos’.
El reparto, una vez más, es exquisito y eso que a Jesse Plemons, aka ‘Ed’ al principio no lo veía del todo pero, a medida que la trama se va desarrollando, se convierte en pieza imprescindible. Me ha sorprendido también Ted Danson (Cheers) como Sheriff, ya que nunca lo he tragado demasiado, Patrick Wilson está perfecto, en definitiva, todos rayan a un nivel excepcional pero, claro, en mi opinión aquí hay dos actores que lo bordan, que son el alma de la serie y que sin ellos esta segunda temporada seria tan sólo buena y no excelente, os hablo de Micke Milligan (Bokeem Woodbine) (una suerte de aquel Jules sentenciador y apocalíptico de Pulp Fiction) que con sus reflexiones y parrafadas pomposas y pasadas de vueltas me ha hecho descojonarme por momentos. El segundo actor, en este caso segunda, es, cómo no, Kirsten Dunst, le había perdido la pista desde sus horrorosas interpretaciones en Spiderman, pero coño!, está de sobresaliente interpretando a una Peggy extrema en muchos sentidos, con alucinaciones, con complejos constantes, flotando en su mundo, con necesidad de sentirse el centro de atención y recurrir a una terapia liberadora. De chapó para los guionistas que de una puta vez se han reido del ‘proceso terapeútico’ que todo personaje americano debe sufrir por norma en una ficción.
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Vayamos ahora a la factura visual que, una vez más, se sale, y no sólo admirando de nuevo la fotografía con las panorámicas nevadas típicas de aquella zona, no, me refiero a esas increíbles cabeceras en donde el curro tiene que haber sido mayúsculo pues cada capítulo ha gozado de una diferente para situar los mismos hechos con un fondo musical a cada cual más adecuado. La otra cosa a reseñar es otro ‘guiño Tarantino‘, el de utilización de ‘cortinillas’ tan en boga en los 70’s y que recuperó el director de Reservoir Dogs. En Fargo es una absoluta gozada ver esas tramas en paralelo o, simplemente, una misma acción en dos momentos diferentes.
En cuanto al guión y las tramas, me gusta más la primera parte, esa en la que dos ciudadanos anónimos como Peggy y Ed empiezan ‘a cagarla’ montando todo el follón de muertes y reyertas que vendrán después pero la sucesión de diálogos surrealistas, conversaciones pasadas de vueltas y escenas brillantes como la del rapto del hijo de los Gerhardt por parte de de ‘la parejita’ y la matanza en el ‘Motor Motel’, nave alienígena incluida, hacen de esta segunda temporada otros diez capítulos de absoluto disfrute en todos los sentidos, incluso en el musical, con una banda sonora repletita de referentes 70’s (Fleetwood Mac, Credence, Bobbie Gentry,…) perfectamente empastada.
Me despido con ‘mi momento’ musical de la serie, un adecuado «War Pigs»…
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