Cuando Greenleaf se suben al escenario, avasallan al público con montañas de riffes secos, una masa de distorsión fundamentada secundada por un bajo de alta presencia, de sonido grueso y rudo, y una batería que, en instantes, pasa del acompañamiento al lucimiento de aporreos explosivos. De la melodía se encarga Arvid Jonsson, un nórdico arquetípico que, en el momento apropiado, aprendió que unos penetrantes ojos azules y una barba de camionero trasnochado no son suficientes para ganarse el carisma. Arvid se sirve de una voz convencional para estilizar melodías rockeras, psicodélicas y desérticas, de movimientos que hacen fluir la música a través de su presencia, y de esa gélida simpatía que caracteriza a los norteños, para ganarse al público y moverlo a voluntad.

Es sencillo conectar en directo con una banda que basa el grueso de su repertorio en el genial Trails and Passes, que acumula suficientes horas de rodaje como para que sus engranajes rebosen grasa. Dejarse llevar por los gestos dirigentes de Jonsson, que nos hacía cabecear más al son de sus brazos que del propio ritmo, es inevitable desde el primer tema. El cuarteto inicial fue demoledor, culminado con un «Ocean Deep» al que le habría sentado mejor, como comentaba, una sala con equipo y acústica de mejor nivel. Al resto, también, pero cada uno tiene sus favoritas.

A destacar lo bien que suenan los nuevos temas: «A Million Fireflies» y «Golden Throne», resultado de la formación más estable y potente de una banda que ya ha encontrado el camino del que no se quiere desviar. El público las coreó como si de clásicos se tratase.

Tras una hora escasa de concierto, el reloj marcaba la media noche. La banda interrumpió el estruendo en mitad de «With Eyes Wide Open» para que el extasiado público cantase el estribillo del que probablemente es su mejor tema cuando, para nuestra estupefacción, comenzó a sonar música de fondo. Ante silbidos, abucheos varios y cara de estupefacción de los músicos, la música de fondo siguió sonando, pero la banda de Tommi Holappa decidió que aquello no había terminado: tentaron al público a cantar al unísono, subieron el volumen e intentaron compensar los bises ya imposibles de tocar con una buena traca final. Les cortaron de mala manera. A ellos y a nosotros.

El viernes 22 Greenleaf tocaron en Santiago de Compostela. El sábado, de camino a Madrid, se les averió la furgoneta. Llamaron a un taxi que les llevó hasta el aeropuerto. Alquilaron un Seat «demasiado pequeño cuando cargas con un montón de cosas» y condujeron 6 horas para llegar a Madrid a tiempo. Probaron sonido sobre la marcha. Tocaron de puta madre y, en medio de un tema, les cortaron el bolo poniendo música de fondo. Me imagino qué impresión de la Sala Maravillas se llevaron . La nuestra, os la podéis imaginar vosotros.

Al grupo lo esperaremos con los brazos abiertos, pues son apuesta segura. Ha quedado claro que cuentan con el apoyo del público, por lo que, en el futuro, ojalá podamos verlos en una sala mejor en todos los sentidos: el sonoro y en el de la consideración.

Setlist de Greenleaf en Madrid:

Trails and Passes
The Drum
Our Mother Ash
Ocean Deep
Highway Officer
A Million Fireflies
Stray Bullet Woman
Alishan mountain
Golden Throne
Electric
Tyrants Tongue
With Eyes Wide Open

by: Edgar

by: Edgar

A la música le dedico la mayor parte de mi tiempo pero, aunque el rock me apasiona desde que recuerdo, no vivo sin cine ni series de televisión. Soy ingeniero informático y, cuando tengo un hueco, escribo sobre mis vicios. Tres nombres: Pink Floyd, Led Zeppelin y Bruce Springsteen.

2 Comentarios

  1. Marta

    Totalmente de acuerdo. Ellos geniales, la sala lamentable. Ni agua querían darles después de que pidieran más de tres veces algo para beber.

    Espero que alguien les de un abrazo a los encargados de sala y a la camarera. Lo necesitan.

    Responder
  2. chema

    Hola Edgar, y Marta
    Lamentablemente el concierto tiene que terminar a las 00:00 sí o sí por motivos legales, de ruido, vecinos…
    Los promotores quizás fallaron en avisar al grupo o el grupo se hizo el «sueco»
    Nosotros se lo decimos a todos los grupos mil veces también pero de vez en cuando se pasan de horario y el riesgo es una multa gorda gorda que…¿quién la pagaría?
    Un abrazo e intentaremos mejorar lo que esté en nuestras manos

    Responder

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