Basta. Ya está bien de hablar de promesas, sobre todo cuando los hechos demuestran que las tornas se han vuelto realidad. Que a estas alturas, alguien pueda albergar alguna duda sobre Julián Maeso, o se empeñe en presentarlo, como el próximo, quien sabe que, probablemente no ha redimido sus pecados frente a un músico en extrema forma de gracia como es el de Toledo. Cualquier halago bien intencionado, queda en paparrucha, cuando la música, su música, suena, porque esas dos horas y media de liturgia mágica convertida en canciones, que Maeso regala desde el escenario, es difícil de describir y necesario vivirlo, sentirlo, disfrutarlo, a ser posible, en buena compañía.
Una intensa gira por tierras andaluzas, cinco días seguidos dejándose el alma y la garganta, en los escenarios del sur del sur, llegaba a su final en la trimilenaria Cádiz, que se rendía a los pies de Julián Maeso. Sold out absoluto en El Pelícano Músicafé, 180 gargantas dispuestas a sumarse a la ceremonia de la hermandad que se genera, cuando el rock es el vínculo.
Con la sala expectante, y de bote en bote, a las 23:30 daba comienzo el ritual. Cinco días seguidos, dos horas y media cada noche, aprovechando ratos libres para grabar, deben de pasar factura, pero la fuerza, las ganas y la clase que este tipo desprende cuando se sube a un escenario, es la mejor medicina. En formato de sexteto, corista incluida, nos fue llevando en ese viaje lleno de rock con matices folk, Soul y country, bañado de autenticidad y buen hacer, de calidad y sapiencia, de un Maeso que se crece en directo y una banda a la altura de las expectativas. Sonaron imprescindibles, «It’s been a hard day», «A hurricane is coming», «Leave it in time», «A change os gonna come»… Junto a imperecederos de los Stones, Mavis Staple o Billy Cobham, mostrándonos cual es su escuela. Al final, su voz se resiente, pero a estas alturas da igual, no hay vuelta atrás para la mayoría de los que estuvimos allí esa noche.
Cariño recíproco entre músicos y público. Respeto ganado sobre el escenario, donde nadie te regala nafa. La alegría de ver la sala llena, en estos tiempos que corren, la satisfacción de comprobar, que nos resistimos a que el rock and roll muera. Julián, gracias por la música, gracias por otro buen momento vivido que llevarnos a baúl de los recuerdos de la memoria. Esperamos disfrutar pronto de tu magia, otra vez, las que sean necesarias.
0 comentarios