En su momento ya comenté que tras el fiasco de la tercera temporada pocos, muy pocos eran los que veían sentido seguir adelante con las peripecias de Carrie Mathison, pero que el cambio de estrategia por parte de Gordon & cia con el cambio de rumbo dado a la serie cuando esta parecía estar muerta, no sólo fue capaz de obsequiarnos con una magnifica cuarta temporada, sino que encima sirvió para posicionar todas las piezas en el tablero para una quinta que, ahora, a falta de tres capítulos para llegar a su fin, visto lo visto hasta el momento, pase a posicionarse como la mejor de toda la serie.
Una quinta temporada en la que realidad y ficción se dan la mano, llegando incluso la FOX a colocar al inicio del último capítulo un aviso de que el contenido del capítulo, teniendo en cuenta lo acontecido recientemente en París, pueden herir la sensibilidad del espectador, cosa que se podrían haber ahorrado, ya que, tal como sucedía en «24», los que seguimos la serie ya sabemos de que va la cosa desde sus inicios, y difícilmente se habrá incorporado a estas alturas alguien que no lo sepa, pero es ese detalle de la productora puede resumir perfectamente lo que desde el inicio de la cuarta temporada, una vez el tema fundamental de la serie a lo largo de las tres primeras queda liquidado, y nunca mejor dicho, quiere ser la nueva Homeland.
Una nueva Homeland que de una vez por todas suelta el lastre de historias familiares paralelas que poco o nada aportaban, para centrarse estrictamente en el tablero de juego de las diversas potencias y sus poco loables intereses en post del equilibrio mundial. Unos intereses que te trasladan en el terreno de la ficción lo que muchos desde hace tiempo vienen denunciando, y es ahí donde las diferencias agencias de inteligencia mueven estratégicamente sus piezas mientras el verdadero enemigo común va a la suya, y que le trae al fresco esos movimientos con tal de conseguir sembrar el horror en post de conseguir sus objetivos.
Una nueva Homeland que bebe, y mucho, de «24», y si bien aquí todo es más elaborado y sin la premura de tiempo que da el reloj con la cuenta atrás, al final la siempre inestable Carrie, aquí siempre acompañada en segundo plano por el majestuoso Quinn, imprescindible de principio a fin, y el siempre eficaz Saul, no dista mucho de la figura de Bauer, anteponiendo sus creencias y principios antes que las anclas familiares que le puedan dar estabilidad, cosa que la hace ser presa constante de sus demonios interiores, llegando aquí, a falta de cuatro capítulos para poner fin a la quinta temporada, incluso a un continuado cambio físico que, la verdad sea dicha, particularmente, me agrada.
Sabemos que el trío acabaran consiguiendo poner luz al final del túnel, y que de alguna manera al final de la partida la cosa va a acabar en tablas, de la misma manera que también sabemos que la inestabilidad emocional de Carrie, una vez se baje el telón, habrá aumentado un grado, y que nosotros estaremos ansiosos en conocer la noticia de que tendremos sexta temporada de una de las mejores, siempre si somos capaces de pensar que nunca existió la tercera temporada, series que se han realizado.
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