Hace poco, en un canal de televisión, volvían a emitir Braveheart, y como cada vez que la ponen, termino pegado al televisor, disfrutando, con ganas de ir a batallar contra los ingleses junto a Wallace y con la piel de gallina, cuando grita libertad antes de abandonar la lucha para siempre. Esa historia de traiciones y conveniencias, que quedan en nada ante la valor y el arrojo de aquellos que luchan por lo que creen y que además, creen en aquello por lo que luchan. Ya os digo, que no se las veces que habré visto la peli, y aún me sorprendo, emocionándome o sobresaltándome, con cada escena, diálogo o batalla. Es lo que tiene ser muy fan de algo, y yo de eso, tengo de sobra, ya lo sabéis.
Además tiene una banda sonora cojonuda, digamos, porque es cierto, tanto como que los campos de Escocia son verdesPero después de haber intentado la independencia de la mano de Wallace, y jurar que lucharemos al lado de Robert Bruce, una vez que este ajustició al hijo de puta de su padre, y decidió que el honor y el valor estaban por encima de una corona, si esta pesa en la cabeza como una losa, a causa de la conciencia, algo de lo que los reyes de la época (acaso de alguna) saben más bien poco. Pero en este caso, así que si vamos a cabalgar hacia una muerte segura ante los lanceros y la caballería inglesa, dejemos las bellas melodías celtas compuestas por James Horner, y dejemos que sean sonidos más potentes y fuertes, los que nos añadan valor para combatir al enemigo.
Y ese extra de valentía y épica, no lo voy a hacer sonar de mano de ningún escocés, mejor miro hacía el norte de Hispania, y que sean Northland con su nuevo disco, «Downfall and rebirth«, quienes guíen nuestra lucha. La banda ha pasado por momentos complicados este año pasado, además, desde 2010, en que lanzaron su primer disco, se ha dilatado en el tiempo este puñado de nuevas canciones, para ver la luz o las tinieblas según se mire, por lo que este título de caída y renacimiento, les viene como anillo al dedo, supongo que habrá sido su intención. Recuerdo que me gustó muchísimo su primer disco, del que me habló Jose, bajista de Saurom. Ahora han dado un importante paso adelante. Su folk metal con una base de death metal, que les aporta una contundencia fundamental, junto al sonido de instrumentos más acordes al folk, siempre con esa temática pagana tan fusionada a esta música y esos pasajes oscuros.
«When nature awakes» es una clara muestra del sonido del grupo, partes demoledoras, junto a ese sonido de juglares, la melodía y los coros en contraste con la voz gutural y esa endiablada base rítmica. «Bloodred sunrise» es mucho más agresiva, más directa, más enfocada hacia el death a pesar de que el violín y esos coros épicos nos recuerda ante lo que estamos. «Together we die» tiene un riff fabuloso y una batería aplastante. «The rite» nos traslada por senderos más relajados antes de enfrentarnos con el ataque frontal de «Fury’s unleashed». No os perdáis el comienzo de «Duskriders» que da paso a ese ritmo a galope, mostrando la definición perfecta de folk metal. «Spirit in darkness» o la rápida «Whispers in the wind» o el tema que da nombre al disco siguen siendo una clara declaración de intenciones.
La voz femenina en «Moonlight spell» nos traslada a las verdes campiñas antes de llegar al final con «Newborn star» y sus aires de banda sonora al comienzo, para desembocar en un riff intenso que nos acompaña hasta la próxima batalla. Un gran disco el de Northland, que si tuviese que nombrar algún compañero de viaje, Ensiferum y Skyclad, serian dos buenos referentes. Un trabajo lleno de momentos épicos y con unos músicos que saben perfectamente lo que se traen entre manos.
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