Es de sobra conocida la pasión de Martin Scorsese por el mundo del rock. Ahí están sus trabajos con Bob Dylan (No direction home, 2005) o The Rolling Stones (Shine a light, 2008). Living in the material world es el homenaje en forma de documental que Martin Scorsese le brinda a George Harrison. Harrison (1943-2001) fue considerado como el Beatle tranquilo y siempre estuvo en un segundo plano tras el tándem de compositores formado por John Lennon y Paul McCartney.
El documental recorre toda la trayectoria musical y personal de Harrison desde que era un adolescente hasta su fallecimiento en 2001. Scorsese demuestra una admiración desmesurada cercana a la devoción religiosa hacia el personaje que retrata. No se me ocurre nada mejor que hacer un documental sobre alguien al que admiras. Scorsese transmite su admiración por el personaje y logra que el espectador se contagie sin remedio. Si el listado de grandes canciones compuestas o interpretadas por Harrison no es suficiente para convencerte, quizás sí te convenzan los testimonios de gente como Eric Clapton, Tom Petty, Ringo Starr, Paul McCartney o Phil Spector. Buena parte de los mejores músicos del siglo XX le rinden homenaje al Beatle menos conocido.
Ciertamente, el film es fascinante en su primera mitad, toda la época de los inicios de The Beatles, los conciertos en Hamburgo, la Beatlemanía y la posterior evolución personal y artística me pareció simplemente absorbente. Imprescindible para cualquier amante de la música. Descubrimos cómo y porqué Harrison quedó tan prendado por la meditación y la religión hindú. Descubrimos sus contradicciones, siendo la mayor de todas su lucha por llevar una vida espiritual en un mundo tan material como el de la fama. A mí me encantaron las imágenes de Harrison y Lennon debatiendo en televisión sobre la meditación, las lecciones de sitar de Ravi Shankar o los problemas del bueno de Ringo para adaptarse a los ritmos Hindúes. Una gozada para cualquier fan de The Beatles.
La carrera de Harrison en solitario tiene momentos muy destacables como el lanzamiento de All things must past (el primer disco triple de la historia del pop, de 1970), el concierto por Bangladesh (el primer concierto benéfico de la historia), su estrecha colaboración con los Monty Phyton o el supergrupo Travelling Wilburys (con Bob Dylan, Jeff Lynne, Roy Orbison y Tom Petty). Por supuesto, Scorsese nos muestra la historia detrás de algunas de sus canciones o cómo Eric Clapton le robó a su mujer Pattie, quien inspiró los clásicos Something y Layla. A pesar de todas estas anécdotas, el documental decae bastante en su último tercio, Scorsese se centra en aspectos un tanto reiterativos sobre la buena persona que era Harrison y el buen rollo que generaba siempre a su alrededor. Tampoco me parece muy interesante el pasaje en el que se narra el ataque sufrido en su casa en 1999 (¿era necesario sacar una foto de cómo quedó el agresor?). No aburre, pero no atrapa como la primera parte.
La labor de buscar y seleccionar imágenes de archivo me parece que le ha quedado perfecta al amigo Scorsese. Por otro lado, los testimonios rodados expresamente para este documental se complementan perfectamente con las imágenes de archivo, un trabajo titánico que ha dado como resultado un documental muy recomendable.
Lo dicho, imprescindible para todo amante de la música de The Beatles o George Harrison en solitario, o, simplemente, amante de la buena música. Si bien, su excesiva duración (208 minutos!!!) aconseja verlo en 2 partes (o más).
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