Resulta llamativo, cuanto menos, el empeño por parte de la historiografía musical más o menos académica de nuestro país de reducir a una simple nota a pie de página el legado de los pioneros del tinglado del rock and roll patrio. Y mientras parece haber consenso a la hora de poner en valor movimientos como el rock andaluz, el jazz-rock que se facturó en Cataluña y el rollo urbano de Madrid como capitales en el andamiaje de nuestro entramado pop-rock, no son pocas la veces que buena parte de las bandas enumeradas en este artículo quedan reducidas a la categoría de anécdota.
“Conjuntos inofensivos”, “niños de papá con guitarras eléctricas” y una serie de manidos tópicos que no deben distraernos de lo fundamental, a saber, la obra de un puñado de grupos que, espoleados en un principio y en su mayoría por el amor al instro-rock de combos como The Shadows, captaron la onda expansiva de The Beatles y supieron coquetear con el beat, el soul, la psicodelia, los sonidos mods y las texturas protopunk. Doble heroicidad la suya, si tenemos en cuenta el contexto en que estos conjuntos desarrollaron sus carreras: En un país que estaba inmerso hasta hace un cuarto de hora en una autarquía feroz, sorteando los zarpazos de una censura torpe pero constante y con la espada de Damocles del servicio militar obligatorio sobre sus cabezas; bajo la férula de una industria discográfica que recelaba de tanta modernidad y les imponía el repertorio a grabar forzándoles a rellenar sus discos con versiones imposibles.
Pasemos a enumerar pues, sin más dilación y en estricto orden cronológico, las piezas de éste guateque de inexcusable sabor patrio:
Los Brincos – “Los Brincos” (1966)
Cualquier intento medianamente serio de efectuar una radiografía sobre la historia de nuestro pop ha de pasar, forzosamente, por la obra de los madrileños: Tras unos inicios más afines a las esencias beatle en los que alternaban temas en inglés y en español sin tapujos, el grupo fue afianzando un sonido con entidad propia, entre el prístino jangle pop (“Mejor” entra prácticamente en terreno Byrds) y una indisimulada melancolía (“Tu me dijiste adiós”) aliñada con retazos italianizantes (“Piccole cose”) y disparos beat que nos recordaban de dónde venían (“I try to find”, “Borracho”) que cristalizó en el presente elepé, uno de los pocos discos grandes españoles de la época reivindicables en su conjunto.
Los Bravos – “Los Bravos” (1966)
A las huestes de Mike Kennedy siempre les persiguió la vitola de ser un grupo prefabricado (que lo eran), lo que no fue óbice para que fuesen unos intérpretes perfectamente capaces, que firmaron un estupendo compendio de pop a la inglesa y soul a modo de debut en gran formato. Con la celebérrima “Black is black” a modo de carta de presentación, Los Bravos se colaron en los charts de medio mundo logrando ser el combo español más internacional del momento. Pero el disco, afortunadamente, no se queda en un mero one hit wonder y funciona por momentos como una suerte de grandes éxitos, repleto de cortes que suenan como el improbable punto de encuentro entre el Tom Jones de la época y los combos adscritos al guitarreo elegante del calibre de los Easybeats.
Los Salvajes – «Todo negro/Una chica igual que tú/ Es la edad/ Que alguien me ayude» (1966)
Cuenta la leyenda que la práctica totalidad de los combos nacionales de la época temían a Los Salvajes. Conjuntos de relumbrón como Los Brincos, Los Sírex o Los Mustang se echaban a temblar ante la sola perspectiva de tener que compartir tablas con “los Stones de Las Ramblas”. Razones no faltaban, desde luego. Fogueados en el mismo Star Club de Hamburgo donde los Beatles y los Kinks comenzaron a forjar su leyenda, los barceloneses fueron de los primeros en captar las ondas mods de las islas británicas, incorporando las maneras de los Who en sus shows y montando pequeñas revueltas juveniles allá donde tocaban. Éste EP supone un buen resumen de su libro referencial. La que quizá sea la mejor versión que se haya hecho de un tema de Jagger/Richards en la lengua de Cervantes, un par de versiones de algunos de sus grupos fetiche (los Troggs y el Spencer Davies Group) y una esquirla de producción propia: “Es la edad”, himno de autovindicación juvenil de una ingenuidad desarmante.
Los Sirex – “Olvídame / Solo en la playa / Yo grito / Reprise” (1966)
Vista en perspectiva, la trayectoria de Los Sirex se antoja como una suerte de parábola de lo que era capaz la industria discográfica española del momento. Destellos de inusitada modernidad enterrados entre montañas de material de compromiso. Su transición en los primeros 60’s de rockers enfundados en cuero a aseados chicos beat daban la pista. Nos encontrábamos ante unos trileros de tomo y lomo, unos oportunistas que saltaban sin remilgos del rock and roll al beat, el pop, la psicodelia de andar por casa, el soul y hasta la pachanga. Este EP es un buen compendio de su mejor hacer sesentero: Un cóctel a base de pop melancólico y evocador, beat desmelenado y la joya de la corona, “Yo grito” una ráfaga de guitarras distorsionadas, ramalazos psicodélicos, fuzz y aullidos que se antoja como una verdadera rareza en el catálogo del grupo catalán.
Los Huracanes – “Los Huracanes” (1966)
Junto con Madrid y Barcelona, Valencia es la tercera pata del, por llamarlo de algún modo, entramado musical moderno patrio. No olvidemos que nuestro padrino rocker, Bruno Lomas, era de allí y que la Costa Brava era zona de gran actividad de salas y esos tan vetustos “festivales de la canción”. De todo el caldo de cultivo de combos que allí germinaron Los Huracanes fueron posiblemente los mejores embajadores. Resulta llamativo en una época en que a los sellos les entraba urticaria con que los grupos grabasen elepés (que solían ser meras recopilaciones de singles) e imponían versiones a cascoporro, se les dejase grabar un long play repleto de temas propios que no habían sido editados con anterioridad. La fórmula de Los Huracanes, pese al rock and roll escuela Beach Boys con el que abren, tiene más que ver con el beat más popero y un punto folk a la californiana que no casaba mucho con la pinta de opositores a notarías que lucían en la cubierta del disco.
Los Cheyenes – “Eres como un sueño” (1966)
Si Los Salvajes eran considerados los Rolling Stones de Las Ramblas, al combo de los hermanos Vercher le tocaba ser saludado nada menos que como los Kinks españoles; tenían en común con estos el liderazgo fraternal y el amor por el rhythm and blues en su versión más cruda. Gozaron de un reducido culto por cuestiones estrictamente extramusicales, a saber, la longitud de sus melenas y los sucesivos vetos que sufrieron en TVE por dicho motivo. Polémicas de cerrado y sacristía aparte, los tipos firmaron un puñado de singles y Ep’s que siguen manteniendo su aura de culto hasta el día de hoy. En “Eres como un sueño” hicieron la fórmula más accesible, destapándose como unos versados orfebres pop en el tema título y muy particularmente en la que quizás sea su mejor corte, la evocadora “No pierdas el tiempo”.
Los Polares – “Qué chica tan formal” (1966)
Los grupos que integraban ésta primera hornada de combos nacionales parecían seguir una invisible hoja de ruta: Casi todos empezaron, ya se dijo, en el instro-rock, de ahí pasaron al beat que los llevó al garaje, la psicodelia y, en no pocos casos, los sonidos negros. Los Polares representan de manera ejemplar dicha transición hacia terrenos souleros en éste su único EP, en el que trazan un arco que los lleva de los Isley Brothers a los Pretty Things (de los que se atreven con “LSD”, con mensaje antidroga, eso sí) pasando por The Mamas and the Papas sin despeinarse el flequillo.
Los Pasos – “Los Pasos” (1967)
Considerados por unanimidad entre los connaisseurs del tema como el equivalente patrio de los Zombies, Los Pasos son probablemente el grupo de ésta primera hornada del pop-rock español cuyo legado ha sido más clamorosamente infravalorado. Artesanos pop de primer orden, con gran gusto por los arreglos y las armonías vocales, se distinguían por su fino uso del teclado (de ahí las comparaciones con los autores de “Odessey and Oracle”), unas letras en las que se podía adivinar un cierto pulso contestatario (“Ayer tuve un sueño”, “No me gusta decir sí”) y un toque de folk electrificado que los acercaba por momentos a la costa oeste norteamericana (“No encuentro comprensión”). ¿Su nugget definitivo? “Ojo por ojo”, que bajo su armazón poppie y levemente lisérgico esconde toneladas de resentimiento.
Los Go-Go – “Cambia de procedimiento / Qué puedo hacer yo” (1967)
Nos encontramos ante el que es, con mucho, el grupo más ignoto de esta particular recopilación: Rastrear información acerca de ellos en la red era hasta hace poco prácticamente imposible, lo cual resulta particularmente doloroso si tenemos en cuenta lo buenos que eran y lo por encima de la media que jugaban en algunas cosas: Mientras buena parte de sus coetáneos sólo parecían tener ojos para el beat y el garaje con denominación de origen británica ellos se fajaban haciendo covers de oscuros -en ese tiempo y lugar, oscurísimos- bluesmen yankees. En su raquítica producción (un par de singles y un EP) se adivina un gusto por el soul y una frescura acongojantes; las dos caras de éste single no hubiesen desentonado en el repertorio de alguna banda del revival mod de los últimos 70’s, tal es la inmediatez que le imprimen.
Los Íberos – “Los Íberos” (1969)
Si tener una banda dedicada a la cosa de la música moderna en España en general era poco menos que una heroicidad, para qué hablar de Andalucía. Condenada entre el agro y el sector servicios, la inmensa mayoría de músicos del sur sorteaba Despeñaperros en busca de destinos mejores para vivir de lo suyo. Sin embargo, hubo excepciones a ésta regla. Para 1969 Los Íberos se habían pateado media Europa, grabado en Londres y sufrido innumerables cambios en su formación. Éste disco, recopilación de singles que la banda ha ido editando, nos muestra a un grupo con un sonido insultantemente internacional, entre el pop barroco y los vientos soul, que nos demuestra que hay vida más allá del celebrado “Summertime Girl”.
Bonus Track Bizarro: The Tomcats – “A tu vera” (1966)
No hay discusión en que la primitiva escena española tenía la vista puesta en la Pérfida Albión. Hemos visto, incluso, casos como el de Los Bravos o Los Íberos que grabaron en Londres, o Los Salvajes, que se colaron en pleno swingin’ london para adquirir trapos en Carnaby Street, peeeero… ¿Se produjo el fenómeno a la inversa? Vaya qué si. Grupos anglos como estos Tomcats que, en un alarde brutal de pragmatismo vieron que no tenían nada qué hacer con la competencia que había en las islas, hicieron el petate y se instalaron aquí, que eso de ser rubios y extranjeros vestía mucho por aquí. Cómo imaginaréis, en su breve discografía no hay mucho que rascar, pero dejaron por el camino esta versión de Lola Flores en clave Kinks que entra en el terreno de lo surreal por méritos propios.
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