Lo primero que me quedó claro de esta jornada del BBK fue que los escoceses hermanos Reid siguen tan lánguidos y tan apáticos como hace 30 años. Ya no son esos críos rebeldes de pelo cardado pero se conservan muy dignamente. El concierto de The Jesus and Mary chain empezó con problemas técnicos, el sonido se iba continuamente de un lado del escenario, pero sonaron tan ruidosos como era de esperar. Han pasado 30 años pero The Jesus and Mary chain siguen teniendo esa flema británica sobre el escenario. Sus conciertos no son una fiesta loca ni conectan con el público, lo suyo son las melodías pop arropadas por una distorsión brutal. Desde luego, distorsión fue algo que no faltó en su repaso a su Psychocandy, el disco que les encumbró y de cuya sombra parece que los hermanos Reid no van a ser capaces de escapar jamás. Tras un repaso tema por tema a Psychocandy, los Reid nos regalaron algunos de los temas más significativos del resto de su carrera.
La distorsión y la rabia seguían ahí pero menos crudas y matizadas. Reconozco que a mí Psychocandy me aburre a ratos y prefiero otros discos de su carrera que quizás no fueron tan rompedores como su debut pero son más bailables y armoniosos. Ya sabemos lo que le gusta a la prensa británica desde siempre ensalzar a cualquier banda nueva.
Para mí su show ganó enteros al tener más matices las canciones interpretadas. Del repertorio yo me quedo con «Some candy talking» y «Reverence», tema con el que finalizaron su show demostrado que 30 años no es tanto tiempo.
Si The Jesus & Mary Chain resultaron fríos y distantes, todo lo contrario se puede decir de Alt-J y su imaginativo espectáculo visual . Seamos claros, Alt-j son una de las propuestas más interesantes de los últimos años, no sé el recorrido que tendrá su propuesta pero sus dos discos son un auténtico soplo de aire fresco. La singular voz de su cantante y la peculiar percusión le confieren a este grupo un sonido único que en directo va acompañado de un apabullante montaje escénico a base de pantallas y juegos de luces. Fueron arriesgados y comenzaron con los temas más conocidos de su primer disco para dejar su lado más difícil (mostrado en su segundo largo) para más avanzado el concierto. Pronto sonaron éxitos con «Something good», «Tesellatte» o «Left hand free». La cosa no decayó demasiado pero el bajón se notó. La inmediatez de las melodías de su primer disco ganan por goleada en un festival frente a la sutileza y complejidad de sus juegos vocales y sus ritmos más pausados. Temas como» Nara» sonaron de maravilla pero parte del interés inicial se disipó. Hay que reconocer que Alt-J arriesgan y no se decantan por lo obvio, algo que siempre es de agradecer.
Ben Harper fue el gran triunfador de la noche. No es una vieja gloria como The Jesus and Mary chain ni una joven promesa como Alt-J. Harper y sus innocent criminals son toda una realidad que están en su mejor momento desde hace 15 años. Sonaron francamente bien cono una máquina de rock perfectamente engrasada de rock, soul y folk. Cabe destacar una sección rítmica formada por un batería, un percusionista (que aportaba un acertado toque étnico al conjunto) y un bajista ciertamente de lujo. Harper nos regaló lo mejor de su discografía siendo los momentos álgidos de la noche cuando Harper nos mostró su técnica con la slide guitar. Harper fue un colofón muy digno a esta jornada del viernes.
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