Yo tenía 9 años cuando descubrí esta película, la emitieron un domingo por la tarde en la 1 de TVE, era otra época. No comprendí muchas cosas de esta película pero me fascinó de por vida. Su música, su argumento, sus maquillajes, sus trajes y sus personajes me cautivaron y creo que moriré siendo fan de esta bizarra película.
En 1974 Brian DePalma (Atrapado por su pasado, El precio del poder, Los intocables) era un joven director con ganas de dejar huella. Nada mejor que un musical que fusionara la historia de Fausto, El Fantasma de la Ópera y El retrato de Dorian Grey dentro del marco de la música rock de los 70. Una combinación explosiva que dio como resultado uno de los musicales más psicodélicos que jamás se hayan proyectado en una sala de cine.
¿De qué va? A un compositor le roban su música, le tienden una trampa y es enviado a la cárcel, se fuga y queda desfigurado en un accidente, iniciando así su particular venganza. Un argumento bastante bizarro que unido a los excesos típicos de la época nos da como resultado una película delirante y excesiva en todos los sentidos. Los setenta fueron así. Vivan los excesos.
DePalma aprovecha la trama para criticar ferozmente a las compañías discográficas, los artistas prefabricados, los fans, los mecenas, los derechos de autor, las drogas y la superficialidad del show business. No deja títere con cabeza dentro del negocio. Obviamente, en todo musical la música y la puesta en escena son fundamentales. En este caso la música de Paul Williams (reconocido compositor de canciones para artistas como The Carpenters o los teleñecos) es simplemente brillante. Las canciones de Williams van de la desolación más absoluta (Faust, Old souls) a la locura glam-rock propia de la época. Muchos números musicales son memorables, como el baile de Beef (Life at last) o el número de la creación del hombre perfecto (Someboy super like you). Williams interpreta al villano de la función (Swan) una especie de pérfido productor dispuesto a todo por lograr el éxito. Por cierto, Williams recibió una nominación al Oscar por este trabajo, no ganó, tendría que esperar un par de años para ganarlo por la canción Evergreen que compuso con Barbra Streissand para el film Ha nacido una estrella. Lamentablemente, la carrera de Williams se fue a pique debido a sus adicciones. Cabe destacar que el dúo de techno francés Daft Punk recuperó del olvido a Paul Williams para su exitoso último disco (Ramdom access memory) en el que Williams colabora en un par de temas.
La dirección de DePalma es tan excesiva como lo era el cine de los años 70 . DePalma cae en todos los excesos formales posibles utilizando todos los recursos que tan de moda estaban en esa alocada década: divide la pantalla en varias partes, usa la cámara subjetiva, zooms vertiginosos, etc. Igualmente salta constantemente de la comedia al drama con toques de terror, sumergiendo al espectador en una espiral sin control que desemboca en la trágica e inolvidable escena final. Obviamente, la obsesión de DePalma con Hitchcock (al que siempre ha homenajeado/copiado) queda explícita en la escena de la ducha a lo Psicosis. A mí se me quedaron grabadas varias escenas a parte de los números musicales como la del accidente que desfigura a Winslow o cuando éste (ya transformado en el fantasma) observa bajo la lluvia a su amada retozando con el villano. Pocos momentos tan aterradores recuerdo en mi infancia como esa escena.
La película pasó sin pena ni gloria cuando se estrenó, pero con los años ha sido redescubierta y se ha convertido en todo un film de culto estando considerado un clásico del musical de terror junto con The Rocky Horror Picture Show. En Estados Unidos se hacen periódicamente convenciones de fans en las que se debate sobre el film, se hacen conferencias con los actores y se interpretan los números musicales.
No creo que a estas alturas os cambie la vida como me pasó a mí a los 9 años, pero si buscas algo distinto, ésta es tu película.
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