Llegan noticias de la muerte de Christopher Lee y no me lo puedo creer. La muerte no puede acabar con este icono del cine de terror de las últimas 6 décadas.
Christopher Lee saltó a la fama de la mano de la productora británica Hammer interpretando al monstruo de Frankenstein (1957) mientras Peter Cushing, el otro buque insignia de la factoría, interpretaba al doctor. Sin embargos el éxito internacional les vino a ambos al año siguiente con el Drácula de Terence Fisher (1958). Mientras Lee interpretaba a un Drácula elegante y seductor, Peter Cushing interpretaba al sin duda el mejor Van Helsing de la historia. Fueron quizás el tour de force interpretativo de la pareja y las impactantes imágenes a todo color de los ojos inyectados en sangre de Lee los que propiciaron el éxito de la película. Su Drácula destilaba erotismo y atracción sexual en las pantallas a todo color de finales de los años 50. Lee tocaba casi lascivamente a sus víctimas y ellas parecían embriagadas de un extraño éxtasis mientras de sus cuellos brotaba la sangre. Todo ello resultaba muy provocador para la época. Esta actualización del mito vampírico distaba mucho de la hierática interpretación de Bela Lugosi en el film de Todd Browning de 1931. Para evitar ser fagocitado por el personaje de Drácula como Lugosi, Lee rechazó participar en la segunda y mejor entrega de la factoría Hammer sobre el mito vampírico: Las novias de Drácula.
A pesar de su inicial negativa, Lee regresó al personaje del conde Drácula en innumerables ocasiones incluso en subproductos de muy dudosa calidad a los largo de las décadas siguientes. Así acabó siendo la máxima estrella del cine B de los 70. Durante su extensa carrera Lee apareció en más de 250 películas. Lee desarrolló paralelamente una carrera alejado del personaje de Drácula: interpretó a Fu Manchú, al villano Scaramanga en el film de James Bond El hombre de la pistola de oro (1977), al Conde Rochefort en Los tres mosqueteros de Richard Lester (1973) o al jefe de la secta de El hombre de mimbre, entre muchos otros. El rostro, la voz y la figura de Lee quedaron ligados, quien sabe si a su pesar, a los papeles de villano. No nos engañemos, Lee no era un gran actor ni tenía muchos registros pero poseía un carisma innegable y bordaba como nadie esos pérfidos personajes.
En las últimas décadas la espigada figura de Lee fue revindicada por un puñado de reputados directores como Tim Burton (Sleepy Hollow), George Lucas (para quien interpretó al conde Dooku en su segunda trilogía de Star Wars) o Peter Jackson (quien le ofreció el papel de Saruman). Así Lee volvió a disfrutar del reconocimiento de las nuevas generaciones. Incluso colaboró como narrador en discos de Heavy metal de grupos como Manowar o Rhapsody of fire.
Se dice que Christopher Lee ha muerto pero eso, amigos, es imposible. Christopher Lee, como su eterno personaje del Conde Drácula, es ya inmortal.
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