David Coverdale mata dos pájaros de un tiro sacando The Purple album. Por un lado, mal alimenta a esa legión de fans acérrimos de su primera etapa, donde destilaba el Blues-Rock como mayor exponente del grupo, además de recuperar la nostalgia de sus primeros tiempos como músico profesional, siendo el frontman de una de las bandas más grandes que ha dado el Hard Rock de todos los tiempos.
Por otro lado, después de su fallido intento de volver a juntar el MK III de los Purple tras el triste fallecimiento de Jon Lord, es una vuelta que necesitaba, un reclamo por parte de sus admiradores que le pedían hace ya muchos años, pero creo que más que una revisión de una época que nunca volverá, es un lavado de cara de sus actuales composiciones para mostrarnos su faceta más blusera.
Un regreso a unas canciones donde no ha sabido resolver las composiciones, y es que a quien le pese, la música y magia de los Deep Purple estaba entre la combinación de Blackmore y Lord. Esa combinación entre lo clásico y lo rockero consiguió elevar al Olimpo de los más grandes al grupo, que perdió parte de su potencia con la transición de los ochenta.
Por una parte vuelve a repetir el mismo fallo que en “Slide it in”. Una visión de los setenta con la tecnología que hay hoy en día, pero le falta algo, siendo este un disco que llena pero no emociona, y eso que The purple álbum atesora grandes momentos, y una mención especial merecen los músicos con los que se rodea el rubio, como es el caso del guitarrista Joel Hoekstra, un talento nato que entro en la formación en sustitución de Doug Aldrich, y que nos muestra un acercamiento al sonido de Blackmore en algunos temas como “Burn”, introduciendo en el solo connotaciones de la música clásica, mientras que Aldrich siempre ha estado mucho más cercano a Page, en una canción en la que tenía, sin duda alguna, que haber aportado el maestro Hughes su voz para quedar registrada en estudio, y no el simple acompañamiento que hace en el tema que acaba quedando muy endeble. Por eso viene lo de mal alimentar a los admiradores de Deep Purple; le falta la magia que había entre el Hammond y la Stratocaster.
Me recuerda mucho más al álbum que sacaron Coverdale y Page en la década de los noventa que a lo que llega hacer en la década de los setenta con Deep Purple. Un álbum hecho y confeccionado con la visión de Coverdale hacía una época donde él no era el único que llevaba la voz cortante de los temas del grupo. Donde lleva los temas más hacía una referencia de Whitesnake, que a su corta carrera en solitario, donde la Emi no llego a apostar mucho, y su dúo con Page que duro menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
The Purple álbum tiene alma, en él quiere David rejuvenecerse, pero hubiera sido mucho mejor que hubiera puesto sobra la mesa de mezclas unas nuevas composiciones con ese espíritu. Talento no le falta, y eso lo consta en los cuarenta años de su carrera musical.
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