No lo voy a negar: enterarme de que Screaming Headless Torsos venían a Cádiz, me pegó un subidón de esos difíciles de explicar. No sólo el hecho de que sean una de esas bandas con las que estás seguro de que vas a disfrutar; es que, además, ¿cuándo pensabas que algún día los tendrías tocando al lado de casa, fuera de los circuitos más convencionales? Los de New York no son unos cualquiera, son de esos grupos, que tienen esa cosa especial que, una vez te has metido a fondo en sus ritmos, es complicado dejarlos escapar. Después de una serie de conciertos por la geografía nacional, llegaban a Cádiz el viernes 13, a la Sala Supersonic, templo que se ha convertido en los últimos tiempos, gracias a gente que sigue apostando por la música en directo, en testigo del paso de grandes bandas por su escenario.
Reconozco que temía el posible pinchazo. Sabemos cómo está la cosa en lo referente a la asistencia a conciertos, y el sur del sur no es diferente a cualquier otra ciudad, así que cierto resquemor me recorría por dentro. Pero al llegar a la sala, todos los temores se disiparon viendo la buena entrada que había para disfrutar de una noche de funk y rock.
Abriendo para SHT estaban los jerezanos El Tubo Elástico. No era fácil, abrir un concierto de este tipo, más cuando su música, difiere bastante de la de los cabezas de cartel. Pero sabían que jugaban en casa, sobre todo, porque les acompañaba mucha gente que se había desplazado a disfrutar también de ellos. Su post rock con elementos de prog rock y todo lo que salga de sus cabezas no está dirigido al gran público. Sus canciones, instrumentales, llenas de cambios, requieren atención para no perder comba de cada movimiento, de cada paso agigantado en forma de canciones de estos tíos.
Repasaron su disco, que ya está en su bandcamp y que pronto tendrá presencia física. Sonaron, «Pandora«, «Rojo«, «Camaleón» o «El enjambre«, dejando ver lo buenos músicos que son, con un batería que se deja la piel en el escenario marcando los ritmos, una fuerte presencia del bajo y gran trabajo de ambos guitarristas, en canciones largas y complicadas de ejecutar. Tienen un gran futuro y están haciendo méritos para ello.
A la 1:15 aproximadamente, salían al escenario Screaming Headless Torsos. A partir de entonces, aquello fue un no parar de bailar, incluido servidor, que no es muy dado a mover el esqueleto -coño, qué hortera me suena ahora la frasecita, y como molaba hace años-. El público se entregó a una banda que se lo ganó rápidamente; un público bastante heterogéneo, mucha niña mona, pero ninguna sola (como dirían los plastas de Mecano) y más de un rockero invadido por los ritmos que salían desde el escenario.
El descaro y simpatía de Freedom Bremner, con un dominio más que aceptable del castellano, caló rápidamente entre los que estábamos allí, pero sobre todo su voz: qué vozarrón, con esos tintes soul que conquistaron al personal desde el primer momento. Son unos músicos grandísimos, eso nadie lo puede negar. David Fiuczynski es un fantástico guitarrista, que cuando dejaba fluir la fuerza, destacaba los ramalazos más energéticos de la banda.
El bajo de DJ Ginyard, siempre omnipresente, junto a la batería de James «Bizcocho» Rouse (imaginado el cachondeo general, cuando Bremner presentó así al orondo batería) y un impresionante Nate Werth en la percusión. El funk se convirtió en el hilo conductor, copando gran parte del concierto, saliendo sólo a relucir la faceta más rockera en canciones como «Code Red» con esos guitarrazos que nos pusieron a todos a mil.
Fueron cayendo canciones como «Brooce Swayne», «Vinnie», «Field of Light», «Sideways»,»Wizard of Woo», o «Almond Pea» y una impresionante versión de «Angel» de Hendrix que, personalmente, me puso la carne de gallina. Entre canción y canción, no dudaron en recordarnos que tenían a la venta su último disco, Code red, y camisetas de la gira.
Para cerrar, un frenético «Free man» , entre las caras de satisfacción de la gente y del propio grupo que, a pesar de las pequeñas dimensiones del escenario, se sintieron en todo momento como pez en el agua. Screaming Headless Torsos dieron una lección musical en la capital gaditana el viernes noche, con punto final a las tres de la mañana, aunque no nos hubiese importado que aquello siguiese hasta el amanecer. Una noche de funk y soul, que asaltó la tacita de plata, y seguro que dejó satisfechos a todos los que se acercaron.Yo salí convencido, más aún, de lo grandes que son estos tipos. Espero que alguien vuelva a traerlos pronto porque, noches así, no se viven todos los días.
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