EAA pesar del odio visceral que muchos le tienen a la televisión, la disfruto mucho, aunque sea a través de plataformas de pago. El otro día, en Canal Hollywood, emitían la mítica para muchos Easy Rider, que aproveché para volver a ver y, de camino, grabar, pues la road movie dirigida por Dennis Hopper y protagonizada por él mismo junto a Peter Fonda (el guión se atribuye a ambos, ya que improvisaban la mayor parte del tiempo), sigue apuntada en mi lista de películas a comprar.

No voy a tratar de hablar a estas alturas de lo que representa esta cinta del 69. Ya han corrido concienzudos ríos de tinta sobre ella. Sin duda, ofrece la visión de una época de la historia de Estados Unidos en unos días en los que convivían, de forma contradictoria, los vientos de una nueva cultura y visión social aportada por el movimiento hippie -aún en estos días no lo suficientemente conocido y sí encasillado en clichés enclaustrados para uso popular por aquellos que suponen crear modas y tendencias y, peor aún, por quienes se sienten obligados a seguirlas como ciego dogma de fe-, y la conservadora y reaccionaria sociedad del momento.

Aunque las influencias del arte deben ser intemporales, siempre he defendido que cada generación debe poseer su punto de referencia acorde a las situaciones que marca el momento. En mi caso, cuando pienso en la road movie que exprese ese deseo de escapar de la rutina y exprese el anhelo de libertad, recuerdo Thelma y Louise, quizás más cercana al tipo de sociedad en el que ahora o, en ese momento, nos podemos encontrar.

Nunca he considerado a Easy Rider una gran película. Para mí, está bastante lejos de esas citas ineludible que todos tenemos con muchas otras. Ni siquiera es mi película de moteros favorita -ese apartado es propiedad de Salvaje y de Ángeles del Infierno, e incluso de una serie como S.O.A-. Además, son otro tipo de moteros que nada tienen que ver con Wyatt y Billy, protagonistas de la peli, que deciden hacer kilómetros sin fin, como dirían Obús, después de agenciarse una buena cantidad de pasta, gracias a un pase de farlopa.

Siempre he visto Easy Rider como una especie de documental sobre aquellos días. El recorrido de los protagonistas va retratando la lucha interna de la sociedad norteamericana de los sesenta, desde el encuentro con la comuna hippie, que representa a una serie de jóvenes urbanitas que buscan cambiar de vida, sin tener muy claro el camino pero sí sus deseos de esperanza, a la gente sencilla, dispuesta a hacerles un sitio en su mesa, como aquel ranchero.+

El retrato más feroz lo encontramos cuando los protagonistas son encarcelados por desfilar sin permiso, y Jack Nicholson, en su papel de borrachín abogado, George Hanson, suelta una de las frases que más me llamó la atención. Cuando Wyatt y Bill, le preguntan si podrá ayudarles a salir de allí, el abogado responde: «me imagino que sí, si no han matado a nadie… por lo menos a ningún blanco». Otro claro ejemplo es en la cafetería (por cierto, auténticos vecinos de Morganza, que se encontraban en la cafetería cuando fueron a rodar), donde son insultados e increpados por los lugareños a causa de sus pintas. Y claro, la agresión que sufren más tarde.

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También es muy curiosa la conversación con Hanson, después de descubrirle la marihuana que, por cierto, fumaban realmente, en la que Billy cree haber visto algo extraño, que el abogado le explica que podría ser un O.V.N.I. y que termina en un curioso dialogo, del que se podría pensar que habla del socialismo en los días de la guerra fría. Sin duda, la película deja diálogos perfectos para ese aire de libertad que la envuelve, como aquella de:

«No tienen miedo de ti. Los asusta lo que representas para ellos -Hanson-
«Lo único que representamos, es alguien que necesita un corte de pelo» -Billy-
«¡Oh no! Lo que representas para ellos es la libertad -Hanson-

Lo que si me parece maravilloso de la película es la fotografía, las escenas de carretera. Aquella inicial, con ambas motos devorando kilómetros y «Born to be wild» sonando de fondo, transmite por si sola ese ansia de libertad. Pero claro, es que la banda sonora es un punto y aparte, una autentica maravilla representativa de la genialidad y creatividad de aquellos días. Junto a Steppenwolf, podemos escuchar canciones de The Band, cuya interpretación de «The weight» se escucha en la película pero no en el disco -debido a problemas de derechos, la interpretan los californianos Smith-. También aparece Roger McGuinn de The Byrds, que interpreta «It’s allright Ma (I’m only bleeding) de Bob Dylan, quien además también escribió el primer verso de «Ballad of easy rider» que terminó de escribir Roger. Por cierto, decían que los personajes deWyatt y Billy, están inspirados en el propio McGuinn y en David Crosby.

The Byrds, The Electric Prunes o Hendrix, también formarían parte del repertorio musical, editada por Dunhill Records en el 69 y que llegó al número 6 de Billboard. Una cosa que me gusta mucho de la B.S.O. es que las canciones aparecen en el mismo orden que van sonando en la cinta, lo que en mi caso provoca que a cada canción me vengan recuerdos de la imagen en cuestión. No voy a extenderme demasiado con el disco porque, a día de hoy, casi todas las canciones que aparecen son clásicos y conocidas por la gran mayoría de gente que escucha rock.

Para mí, Easy Rider, es el mejor ejemplo de que, a veces, el paraíso del recuerdo que atesora la inmortalidad se puede conseguir por las sensaciones por encima de la calidad. Easy Rider es el referente de toda una generación, y un espejo donde mirarse y una lección de historia para el resto.

EASY RIDER: las emociones por encima de la calidad

by: Carlos tizon

by: Carlos tizon

Licenciado en el arte de apoyar el codo en la barra de bar. Comencé la carrera de la vida y me perdí por el camino, dándome de bruces con el rock and roll. Como no pude ser una rock star, ahora desnudo mi alma cual decadente stripper de medio pelo en mi blog, Motel Bourbon.

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