Lanzar un doble cd y/o triple vinilo siempre ha sido un ejercicio arriesgado y que pocos se han atrevido a realizar, la mayoría de ellos cayendo en obras cargantes o difíciles de digerir. Pero algunos han salido airosos de la hazaña y marcado la historia de la música justamente con aquellosdi scos. Algunos ejemplos como el Blonde on Blonde de Dylan, que se disputa con Freak Out de Zappa la autoría de ser el primer disco doble de la historia, son obras maestras. Qué decir que no se haya contado sobre el disco blanco de los Beatles o del E» de Hendrix, el Exile on Main Street de los Stones, Layla and Other Assorted Love Songs de Derek and The Dominoes, Physical Graffity de Led Zeppelin, London Calling de The Clash, y un larguísimo etcétera.
Algunos críticos en los setenta dejaron un dicho: “si no eras capaz de sacar un álbum doble de estudio en algún punto de tu carrera, nunca estarás a la altura de los más grandes”. Y Lucinda Williams, que ya era grande por su trayectoria sin fallos, acaba de plantar la cereza sobre el pastel; ha llegado a la cima del Everest con Down Where The Spirit Meets The Bone: un disco que desde el primer instante hasta el último soplo te hipnotiza, te deja incrédulo ante el nivel compositivo que ha dado la rubia de Lake Charles.
El título del álbum ya te procura cierta excitación y temor. Y no es para menos, ya que el título lo extrae de la letra de la primera composición, “Compassión”, que se basa en un poema a su padre, Miller Williams, que a sus 84 años sufre de Alzheimer. Con “Protection” se me abren todos los sentidos. Me suena a que Lucinda ha estado escuchando a Tony Joe White y J.J. Cale, este último muy presente en espíritu en todo el disco. Las guitarras de Greg Leisz y de Val McCallum son cuchillas perfectamente afiladas, y la Williams canta como un goteo dispara a tus sentidos más profundos. En “Burning Bridges” se nota la pátina de Jonathan Wilson. Su guitarra y su aura empapan el tema de aires californianos, imposible a resistirse al estribillo:”Burning Bridges Burning ‘em Down”; “Why you wanna burn this bridge”. La voz de Lucinda suena cada vez más añeja, respaldada por una inmensa Gia Ciamboti en los coros.
“East Side of Town” cierra lo que sería la cara A del disco…Porque este es un disco que se tiene que poseer en vinilo, no hay otra mejor manera de extraer completamente la esencia. Aquí el wurlitzer de Ian McLagan y la guitarra de Stuart Mathis arropan perfectamente la soledad que emana.
La cara B empieza con “West Memphis”, un tema más en la onda de los que nos suele ofrecer Lucinda. Tony Joe White deja su imprenta tanto con su pantanosa seis cuerdas como con su armónica. Como bien indica el título, el tema nos habla del famoso caso que tuvo a muchos músicos en ascuas para denunciar la condena injusta de tres adolescentes a los que se les acusó de crímenes horribles y por los que pasaron 18 injustos años tras los barrotes. “Cold Day In Hell” es otra joya hecha a mano, perfecta para ilustrar algún guion de Guillermo Arriaga. Dolor, sudor, sangre y tinieblas con un aire frio que recorre tus huesos, composición que encajaría perfectamente en un Nebraska Springstiano. “Foolishness” tiene un ritmo más dinámico, como un Tom Petty contenido conteniendo el soplo que sólo coge aliento con ese inmenso solo final.
Cara D, y Tony Joe White vuelve a regalarnos su guitarra única en “Something Wicked This Way Comes” y es cierto: como le he leído a un colega que algún regusto a The Doors tiene. No sé exactamente dónde, pero el fantasma del Morrison más sosegado planea sobre estos surcos. “Big Mess” es otra típica composición de Williams, pausada, correosa, viseras para dentro esperando detonar, pero que aguantan en el intimo ánimo. Lucinda siempre sabe cómo hablar de aquellos hombres malos que conoció. “When I Look At The World” cierra la que posiblemente sea la cara más floja del disco per, aun así, el nivel es enorme. Un bonito tema atiborrado de esperanza y que ve a lo lejos el cielo abrirse a unos tímidos rayos de sol.
Llegamos al final del camino con la Cara E. “Walk On” es un tema redondo, muy Petty, muy Young, quedaría perfecto en el “Comes a Times” de Neil Young o en el “Into The Great Wide Open” tal es el reflejo de libertad que irradia. “Temporary Nature (of any Precious Thing)» es otro lamento con esa capacidad para engendrar los más poderosos sentimientos sin alocarse pero aturdiendo. Mención especial para ese genio que es Patrick Warren al piano, demostrando a las nuevas generaciones como menos puede ser más. “Everything But The Truth”, la épica made in Lucinda Williams, la verdad en sus palabras, el eslabón perdido entre Laura Lee y Chrissie Hynde. Guitarras que se retuercen exhalando Soul, coros gospel respaldando a la dama… ¡La verdad hecha a prueba de balas, amigo!
Cara F: “Stowaway in your Heart”, fresca, una bocanada de brisa que recorre tus pensamientos más viajeros. De nuevo preciosas guitarras. Composición redonda. “One more Day” parece salida de un disco del Leon de Belfats. Qué bueno hubiera sido tener la oportunidad de un dúo con el huraño Van en este tema…
El álbum termina con una canción de amor, una cover de 10 minutos de “Magnolia”, de JJ Cale, que Williams estira en una especie de himno de desgarro amoroso. Reconozco que soy un incondicional del mago de Tulsa –Naturally, Okie y Troubadour me han literalmente acompañado a lo largo y ancho de mi lejana adolescencia- y “magnolia” es algo intocable. Hermosa es poco: Lucinda la ha hecho suya… y mira que al principio no me llegaba, pero Cale en su hamaca balanceándose en las nubes llora de felicidad y le manda un beso a Lucinda.
En definitiva, este disco es una obra maestra de un músico que ya se posiciona al lado de los más grandes, y esperemos que, dentro de unos años, siga ofreciendo discos tan majestuosos como este o, a semejanza del anciano Bob Dylan, que aún puede ofrecer creaciones como Tempest. Lucinda ha facturado el disco que todos esperábamos, con una docena de clásicos que van acompañar para siempre su carrera musical.
Me cuesta mucho digerir un disco tan largo pero he de reconocer que este tiene nivel. Un artículo estupendo, en la línea del masterTsi. Abrazos a él y a Perem.
Bravo por ti!!!
Yo soy un tocaoelotas que siempre acaba poniendo algún pero a todo. En este caso nada más lejos de la realidad. Estoy absolutamente enamorado de este disco y a mí su generoso minutaje se me pasa en un santiamén. Olé sus ovarios por publicar un doble con la que está caye ejerndo. Es un maravilloso ejercicio de estilo bañado por un montón de gemas Country-Soul (puede haber una combinación de estilos más cool?) . Es como darse un paseo por la época dorada de los American Studios, Memphis, Dan Penn, Chips Moman.. Perdidamente enamorado jaja. Parece ser que no va a quedar aqui la cosa y nuestra amada Lu ya tiene listo otro álbum con su banda habitual que publicará el año que viene.
Un sueño convertido en un doble de los que marcan época.
Gracias y felicidades por contarlo tan bien.
Y gracias, como siempre, a ti GF
Penn
Gracias por vuestros comentarios!
Desde que la obra de Lucinda Williams llegó a mí vida, no he tenido duda es muy grande, enorme .
Y este doble disco es desde la primera escucha, una obra maestra para mi. La cover de «Magnolia » me estremeció desde que la escuché embebida en críticas previas a la publicación en la prensa extranjera. Este doble es un torrente de emociones desatadas. Rezuma una calidad excepcional tanto de músicos, con guitarras llovidas del cielo, cómo de calidez interpretativa de Lu’ y hasta la producción de la grabación en si.
A todo el que guste de la música de auténtica calidad y no tenga el corazón y los oídos de corcho, no debería faltarle éste doble en su colección.