Nosotros estuvimos en Madrid y ya os contamos todos los detalles sobre lo vivido en la sala Riviera. Ahora, una vez el amigo Fer Maiden de GKGRock, que estuvo siguiendo a los alemanes a lo largo de los tres conciertos de la gira española, acaba de publicar sus vivencias junto a los teutones en casa de nuestros compañeros, con su permiso, y con el de Kiko, vamos a compartir su crónica y algunas fotografías del extenso reportaje que han publicado.


Diecisiete de abril del 2014. Una fecha como otra cualquiera a lo largo del calendario, pero que en esta ocasión se iluminó con el anuncio de la gira de una de las bandas más importantes del heavy metal. Me estoy refiriendo, claro está, a los alemanes Accept, que meses antes de la edición de su nueva obra, ya tenían más que perfilado gran parte de su tour europeo. A España llegarían en octubre, concretamente el diez a Villaba (Pamplona), el once en Madrid y el doce en Barcelona.

Con tanto tiempo de antelación estaba claro que esas fechas tenían que caer en fin de semana para congregar al mayor número de asistentes posible. Sólo hubo que echar un vistazo al calendario para confirmarlo y empezar a hacer cábalas para acudir a al menos dos de las tres fechas, aunque en mi mente siempre estuvo hacer directamente las tres. Otra cosa es que luego se pudiera, pero la semilla ya estaba plantada. Además, por delante todavía quedaban muchos conciertos, entre ellos, la gira de Iron Maiden, que quien me conoce, sabe que, cada año, es mi gran prioridad a nivel mundial.

El caso es que gracias a que Iron Maiden hicieron una gira más corta de lo habitual, me pude plantear en serio el ir a los tres conciertos de Accept. Y de esa manera, con tiempo para ahorrar algo, saqué tanto los billetes del Ave para Barcelona, como los del autobús para ir a Pamplona. Además, las entradas para estos conciertos eran de taco, con lo que era también un aliciente el tenerlas a diferencia de las ya tristemente habituales de Ticketmaster. Para no variar, también había que hacer unas cuántas cábalas en el trabajo, pues por desgracia, no disponía de los días libres, y así, recuperando horas antes, conseguí escaparme a las doce de la mañana el viernes para salir disparado a la estación de autobuses.

Para el primer concierto, debido a los horarios a los que me tenía que ajustar, el viaje no era ninguna golosina, pues la noche anterior habíamos acabado tarde tras el conciertazo de Y&T e íbamos un tanto cansados. Primero teníamos que ir desde Madrid a Zaragoza, y luego cambiar a otro autobús para ir a Pamplona. Y todo para llegar allí a la hora del comienzo de los teloneros. Vamos, una bicoca… Lo bueno es que iba con mi colega Fernando y eso lo hacía mucho más ameno. Llegados a Pamplona, un autobús local muy fácil de encontrar, te dejaba a escasos metros de la sala Tótem, en Villaba, lugar donde tendría lugar el bolo.

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Al llegar tarde, evidentemente, el telonero Damnations Days, ya había acabado, por lo que entramos sin ninguna prisa. La primera impresión era la multitud de gente que había. Algo normal, pues no obstante, el concierto tenía todo el papel agotado. Mucho me temía que más que ver a Accept, tendríamos que conformarnos con oírlos, pero como para eso aún faltaban un rato, para matar el tiempo, hicimos la visita de rigor al puesto de merchandising.

¿Y qué decir del mismo? Impresionante. Ni los enormes Maiden o Metallica llevan un puesto parecido. A decir verdad, el puesto de Doro, al menos en su último concierto en Madrid, se le asemeja un poco por la variedad de artículos. Varias camisetas, sudaderas, palos de batería, púas, gafas, fundas de gafas, parche de batería, tourbook, muñequeras, gorras, gorro, banderas, colgantes y más cosas hacían que los ojos se me hicieran chiribitas. Mas había que controlarse y me limité a una camiseta y al tourbook, que no era moco de pavo, que además venía en una bolsa plastificado, todo un detalle. Los precios no eran precisamente populares, esos tiempo ya acabaron, pero no me podía ir sin llevarme algo. Lo que sí que eché en falta fue la propia música de la banda: no digo llevar toda la discografía, pero qué menos que llevar su último disco, al fin y al cabo el motivo de la gira. Seguro que de llevarlos, unos cuantos si que vendían. Ya se sabe, con la euforia del momento…

Abriéndonos paso entre la multitud, al final, cuando faltaban pocos minutos para el comienzo del show, acabamos en las primeras filas. Me sorprendió que llevaran montaje en el escenario y no el típico telón. Como no podía ser de otra manera, el montaje tenía que ser ochentero. Bafles falsos con el logo de la banda, evidentemente vacíos, escaleras metálicas bajo los mismos y la batería cubierta también por placas metálicas en todo su alrededor. Lo que faltaba era un telón, pero al parecer todo no se podía tener.

«Long Live Rock and Roll» fue el tema que sirve de Intro a la descarga de los alemanes. Primero apareció Stefan Schwarzmann en su batería, la cual era bastante espectacular, hasta con dos bombos en la parte superior en los laterales, y fue seguido de Wolf Hoffmann, Peter Baltes y Herman Frank, que hicieron su aparición en el escenario de forma no muy exagerada mientras sonaban las primeras notas de «Stampede», el primer tema con el que atacaban al público. Segundos después, entró a escena Mark Tornillo, cual estrella de la banda. ¿Quién lo iba a decir? Atrás quedaban sus primeros conciertos con el grupo en los que salía con más timidez, y por qué no decirlo, también cierto miedo; o, quizá, respeto.

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El sonido era puro trueno. Reconozco que a mí me tienen ganado, pero no por ello hay que reconocer que el grupo sonaba como un cañón. De seguido cayeron «Stalingrad», donde Tornillo al final del tema sacó un mástil con la bandera de Accept durante las notas del himno ruso, y siguieron con Hellfire. No presentaban los temas. Directamente se lanzaban a por ellos, pero… ¿era necesaria la presentación? El grupo era un ciclón y eso que estaban aún con los temas de su nueva etapa.

«200 Years» si que fue presentado, pero tan solo con el título. Hoffmann y Baltes llevaban todo el peso de la banda con un Tornillo perfectamente integrado y un Schwarzmann que completa la parte rítmica de la banda de manera muy eficaz. En cambio, en estos primeros compases, Herman Frank estaba en su lateral, el izquierdo según miras de frente al escenario, muy estático, serio y en parte como apartado sin participar en los coros ni con el resto de la banda.

Primera vuelta a los ochenta con la fiestera «Losers And Winners». ¡Qué bien se lo pasa uno con esta canción! Luego «London Leatherboys» y «Starlight». Si ya la sala estaba entregada, estas tres hicieron que la temperatura subiera varios grados, porque otra cosa no, pero calor hacía muchísimo en la Tótem.

De nuevo, cancha a su nuevo disco con el, para mí, mejor tema del mismo, «Dying Breed». Me seguía sorprendiendo que sin presentar nada, la gente se supiera todos los temas. «Final Journey», «Shadow Soldiers» y «From The Ashes We Rise» siguieron de una tacada. Este ultimo tema en el disco no me llegó a entusiasmar, pero qué fuerza tiene en directo con los clásicos coros que sabe imprimir Accept.

«Restless And Wild», de la que llevaban en el merchandising una camiseta conmemorativa preciosa, volvió a sonar, si bien yo, personalmente, la hubiera cambiado por otro de sus clásicos digamos menos habituales, pero supongo que hay temas que es muy difícil que se caigan del setlist. La intensidad del público bajó con «Ahead Of The Pack», del mismo disco que el anterior, pero mucho menos conocida entre los asistentes. A estas alturas estaba ya clarísimo que Herman Frank no tenía su día, algo que la verdad, me sentó un poco mal. Su cara agria no invitaba a compartir nada con él. Por suerte, yo estaba en el lado de Hoffmann y la cosa allí era muy diferente: totalmente entregado y sin parar de sonreír, hacía las delicias de todos los presentes, y mucho más con la interacción que tenía tanto con Baltes como con Tornillo.

«No Shelter «sirvió para el particular solo compartido entre Hoffmann y Baltes antes de enlazar con la sempiterna «Princess Of The Dawn» que, al contrario que Udo, no alargaron hasta el infinito. Se agradece. «Dark Side Of My Heart» fue la que menos aceptación tuvo, al igual que «Pandemic», que aunque buenos temas, no son los cañonazos que se pudiera pensar. En cambio, la que siguió a estas dos, con ese inicio de «Hai Di Hai Do Hai Ha…» nos embistió a todos como nunca, con un Mark Tornillo cantando el inicio en mitad de escenario. Evidentemente, me refiero a «Fast As A Shark». Fue devastador. Después, la banda se retiró a descansar y tuvimos que esperar unos minutos hasta que volvieron a salir.

La intro de «Metal Heart», para nada enlatada, sino que fue tocada en directo por Hoffmann, fue el inicio de unos bises que poco se pueden mejorar. «Teutonic Terror» ya es un clasicazo de la banda. Es  Accept por los cuatro costados, y podría haberse incluido en cualquiera de sus álbumes clásicos. Para cerrar, y tampoco era una novedad, «Balls To The Wall», que al igual que «Princess Of the Dawn», tampoco alargaron en exceso.

Al final de «Balls To The Wall», reunión de la banda en el centro del escenario, único momento en el que Herman Frank se mostró más contento, ¿quizá por haber acabado?, y de fondo el «Bound To Fail», esta vez grabado, el final habitual y perfecto para un concierto de Accept. De allí nos fuimos con un enorme sabor de boca y una mayor sonrisa en los labios. Habían sido dos horas sin parar, y lo que para todo el mundo había acabado, para mí solo era el primer tercio, pues iba a repetir tanto en Madrid como en Barcelona.

Del setlist se puede estar de acuerdo o no. Yo no lo estoy, pues siempre hay algo que cambiaría, pero lo que está claro, es que Accept defienden sus nuevos temas y no se escudan en los clásicos de siempre, tocando tres temas del Stalingrad y del Blood Of The Nations y seis del nuevo Blind Rage. Aún así, son veintiún temas los que tocan en directo. Para quitarse el sombrero.

Al salir del bolo, fui a la parte de atrás de la sala con la esperanza de ver a la banda, mas tuvieron el feo detalle de salir corriendo sin atender a los fans. Es verdad que no tienen obligación alguna, pero en la gira anterior, no en el concierto del Leyendas, sino en la gira por salas del Blood Of The Nations, sí que lo hicieron. ¿Será que vuelven a ser “estrellitas del metal” y se les han subido los humos? La única manera de comprobarlo, era esperar al día siguiente.

Unas cervecitas y, tras despedirse de los colegas, vuelta a la estación de autobuses. Aún quedaba el regreso de la excursión, que también tenía su miga, haciendo esta vez el recorrido Pamplona – Soria, y después, Soria – Madrid. Cuando llegué a casa, casi no era persona del cansancio, pero como dicen, sarna con gusto no pica… pero no veas cómo mortifica.

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Por la mañana había dejado en la estación del Ave a mi colega Fernando, volveríamos a encontrarnos en Barcelona, y regresé para descansar en casa. Esto hizo que optara por sacrificar al grupo telonero para poder disfrutar por completo de Accept, que al fin y al cabo, era lo que de verdad me interesaba.

El concierto en Madrid, en la sala Riviera, fue prácticamente calcado al de Villaba, si bien, tocando el mismo setlist, tocaron más rápido, acabando un poco antes. El escenario era mayor y colocaron más falsos bafles con el logo del grupo. La cosa tenía muy buen aspecto. La banda estuvo estupenda, excepto una vez más, Herman Frank, que seguía con su pájara. No hubo sold out, si bien hubo una más que magnífica entrada, del orden de unas 1500 personas. Puede que incluso más. La impresión en la sala no era de lleno absoluto, pero claro, con las nuevas exigencias de la maravillosa comunidad de Madrid obligando al recorte del aforo en la sala en nada menos que 600 personas, la cosa queda como queda. En cualquier caso, fue también un gran concierto en el que quedó clara la interacción de la banda con el público. Diferente fue esta vez el puesto de merchandising, en el que ya faltaban al menos el tourbook y las púas. ¿Poca previsión o enorme demanda? ¿Quizá porcentaje que se queda la sala de la venta? Ni idea.

Antes de entrar, pregunté a un miembro de la organización si harían lo de ayer, me refiero a lo de que se fuera el grupo nada más acabar el concierto, y me dijo que seguramente la banda lo haría, pero no me lo pudo confirmar con seguridad. El hombre me deseó suerte. ¡Qué gracioso! Al final, y tras no mucho esperar, un acidísimo Herman Frank, se malparó con la gente. Estaba claro que no era su fin de semana. Mark Tornillo fue más accesible, y lo que son las cosas, el grupo, los que de verdad llevan la banda, Hoffmann y Baltes fueron los más amables y atentos con el grupo de personas que allí nos encontrábamos. Schwarzmann, que tardó un poco más, tampoco puso problemas a firmar cosas y fotografiarse con la gente. Pero Wolf y Peter son unos señores, igual que lo fueron en otras giras.

Vuelta a casa y a descansar unas pocas horas para el fin de fiesta en Barcelona. Reconozco que ir a Barcelona a un bolo, es más la excusa para estar con mis amigos que casi el propio bolo. Ave prontito, llegada cómoda a Barcelona, recogida por parte de los colegas y primer contacto con la sala, donde evidentemente, el autobús de Accept ya había llegado. Comidita tranquila y rica con los colegas, y tras un sueñecito reparador, de vuelta a la sala ya para disfrutar del concierto.

Tampoco agotaron en Razzmatazz 1, pero gente había bastante. El puesto de merchandising la verdad es que daba risa, pues apenas había unas camisetas y casi nada más. No podían haberlo vendido todo en las fechas precedentes. Me inclino a pensar que la sala se queda con un porcentaje de lo vendido y prefirieron guardárselo para sus posteriores conciertos.

Mismo escenario que en Madrid y de nuevo sin cambiar el setlist, algo tan criticado por ejemplo con Iron Maiden, pero que parece que con Accept mola. Ni está bien lo de los unos ni lo de los otros, pero está claro que los palos siempre se los llevan los mismos. En cualquier caso, deberían aprender de bandas como Metallica o Y&T, que cada noche cambian el set, lo que es de verdad un regalo para los fans.

En esta ocasión, a Herman Frank se le debió de quitar el mal cuerpo de los días precedentes, pues participaba en los coros y con el resto de la banda, algo que para mi fue un alivio, pues sinceramente, los dos días anteriores le veía como si estuviera fuera, como un músico de sesión. Puede que le hubiera dado fuerzas la camiseta de Motörhead que llevaba. ¿Quién sabe? Espero que los siguientes conciertos fueran, en lo que respecta a él, como el de Barcelona. La entrega del resto del grupo fue absoluta, como cualquier otra noche. Para quitarse el sombrero, si bien, esta vez, tocaron aún más rápido que con respecto a Madrid.

De todas maneras, habían sido tres noches magníficas en las que parece que ya nadie se acuerda de Udo, al que quizá se le estén removiendo las entrañas por el gran éxito que Accept están teniendo ahora, a sabiendas de que él se pudo subir a este carro y se negó. Pero como él mismo dijo, así están las dos bandas, Udo y Accept. El que no se consuela es porque no quiere.

Ahora solo hay que esperar hasta julio del año que viene para volver a tenerlos por aquí. Será en el Rock Fest de Barcelona. Seguramente con el tiempo más recortado en el escenario, pero que nadie dude: volverán a dejar a todos con la boca abierta. Accept seguirá siendo Accept por los cuatro costados. Y yo me congratulo.

Reportaje fotográfico completo aquí.
by: Rockthbestmusic

by: Rockthbestmusic

Titulado en leyes, amante del apasionante mundo de las estadísticas y desde 2007 en la Red con este artefacto llamado RockTheBestMusic. Y sí, Led Zeppelin es el mejor grupo que ha transitado por el Planeta TIierra.

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