Firmaron hace poco con Nuclear Blast, quienes están recolectando ciertas estrellas de la escena de las que nunca hablamos, como Graveyard, Witchcraft o Blues Pills -en el cajón estos últimos. Por lo que he podido averiguar, este trío de chavales islandeses debutó con un disco homónimo hace unos años -que no he escuchado-, pero se han ganado una seria reputación a base de enérgicos directos, suficiente para que el monstruo alemán los pusiera en el punto de mira.
Bajo las faldas de Nuclear Blast, The Vintage Caravan lanzaban hace pocos días este viaje ácido a finales de los sesenta y principios de los setenta. Una banda que se apunta a la moda retro muy bien elegida por la discográfica. ¿Por qué? Porque más allá de evidentes influencias -folk rock zeppeliano, fraseos de guitarra a lo Blakcmore-, suenan en el estudio como unos desbocados The Who sobre el escenario.
En serio, temas como «Craving», «Let Me Be» y «Cocaine Sally» parecen improvisados y tocados a un ritmo dos veces superior al original. Locura de directo. Añadimos al atractivo conjunto lleno de melodías, guitarras setenteras y una incesante base rítmica, esa producción envuelta en psicodélico eco de los sesenta que le otorga otro punto de originalidad, y tenemos lo suficiente como para calificarlo de fresco, aún siendo un álbum amarrado al pasado.
Además de los trallazos más intensos, incluyen un par de canciones llenas de colores y dilatación del tempo: la floydiana «Winterland» y la jamera «The King’s Voyage», un adiós de doce minutos de locuras bien orquestadas. Un discazo variado, intenso, juvenil y muy ácido. El nombre les viene al pelo.
Q grupaaazo !!!! Suenan demasiado bien para ser solo 3.. La van a romper en unos años .. ,!!!